“Todo surgió de forma muy natural. Había escrito anteriormente varios relatos, pero a partir del confinamiento tenía muchas ganas de escribir una novela. Lo que había hecho hasta ahora eran libros de no ficción. Me interesaba mucho fabular y poder contar cosas que se me habían ocurrido y que necesitaba plasmarlas. De tal manera que confluyeran mis obsesiones y mis pasiones”, cuenta la autora mediterránea nada más comenzar nuestra charla. Para Esther López Barceló, “tenemos asociadas la cultura de la muerte y la cultura democrática. He analizado en estos años esa asociación y tenemos muy unidos los recuerdos de la guerra civil con la de los cuarenta años de represión salvaje y feroz. Creo que la guerra civil continua de forma dispersa” y continua diciendo “la literatura es una forma muy eficaz de hacer memoria histórica y ayuda mucho para avanzar hacia una sociedad más democrática. Mi compromiso con la memoria es una de mis pasiones”. “Es difícil sustraerse al compromiso. Comencé a militar en una sociedad memorialista hace veinte años. Siempre he querido luchar por la verdad, la justicia y la reparación”, expone. En la novela, hace una metáfora sobre lo que es no tener memoria. “Lo hago mediante el padre de Ofelia que es incapaz de enfrentarse a su padre sin que le reconozca. No tener memoria te conviertes en una cáscara. Si careces de memoria dejas de ser una verdadera persona”. La autora alicantina se decantó por estudiar en su juventud Antropología forense. “Quería hacer Memoria de forma tangible”, afirma. De ahí pasó al parlamento valenciano para defender sus ideales y ahora desde las aulas de un instituto sigue haciendo lo mismo. Revivir la historia y su memoria. La autora, considera que “no queda tan lejano episodios como nuestra última guerra civil y la violencia política sucedió durante la Transición Democrática. Muchas personas lo siguen viviendo en presente. Sigue habiendo gente que defienden a los golpistas. Por eso, es más importante que nunca desterrar esos comportamientos para poder seguir avanzando en los derechos democráticos”, analiza. “El silencio es un mecanismo de seguridad”Pese al tiempo transcurrido todavía hay muchas personas que guardan silencio sobre muchos sucesos ocurridos en la posguerra y en la Transición. “Estas cuestiones no son juzgadas desde un punto de vista moral, tienen que ser comprendidas. Me refiero al silencio colectivo de la sociedad que tendría que dejar pasar al comunicarse de forma normal”, describe la autora. “Los antropólogos cuando exhumamos cuerpos, estamos cumpliendo con una labor pericial. Y se toman las pruebas de los crímenes para realizar un juicio justo. Ahora, ya no se pueden perseguir a los criminales, pero es buen conocerlo. La impunidad del franquismo ha sido muy grande y nunca se ha llegado a lo que ocurrió en Argentina en 1985. Eso, siempre nos mantendrá en la anormalidad democrática”, explica y agrega “en España nunca tuvimos a los aliados democratizando nuestro país. Sufrimos la equidistancia de las potencias”.
La autora se muestra contundente cuando opina que en nuestro proceso de democratización “no hubo ruptura, solo transición. Nuestro país ha cimentado su democracia sobre miles de fosas comunes”. Por eso, militó desde joven en asociaciones de Memoria Histórica. “La mayoría de las asociaciones están conformadas por mujeres. Las mujeres siempre se han sentido en la obligación de cuidar a los otros. A pesar del miedo han mantenido la llama de su memoria, eran las que mantenían el luto y el ritual de ir del cementerio. Las mujeres somos las valedoras de la vida de los otros, las que cuidan a los mayores, las que han cuidado por la memoria de los que ya no están”, señala López Barceló. Respecto al título reconoce que es el que siempre tuve en mente. “Apela a varios momentos de la novela. Siempre quise que estas páginas que he escrito me sobrevivan a mí. En el libro, he puesto los nombres a los protagonistas de mis abuelos, personas humildes y trabajadoras que nunca aparecen en los libros. Es un homenaje a ellos”, evoca la escritora que apunta que se ha basado en diversos libros para escribir su novela. “He cogido testimonios de mujeres que estuvieron en la guerrilla. Testimonios directos”, subraya.. “La escritura ha sido muy fluida y ha salido de forma natural. Solo he tenido que dejarme llevar por el teclado. Pese a lo que he contado, el ambiente y la infancia de mis abuelos no tienen nada que ver con la trama. Sólo puse sus nombres. No sabría separar de los que es real o ficticio. Todo ha sido una amalgama de recuerdos. No hay nada premeditado en esta novela”, comenta. En cuanto a su manera de escribir, reconoce que “no tenía nada pensado, sólo como empezar. El final fue saliendo poco a poco. Creo que la novela es un acto de justicia, un compromiso con los valores democráticos y la defensa de los derechos humanos. Lamentablemente, en plena democracia se podía seguir sufriendo. Es un acto de justicia y un homenaje con nombres y apellidos. Todas son historias basadas en hechos reales”. Para finalizar, asevera que “la escritura del libro es una de las experiencias más importantes de mi vida, me parece muy gratificante hacer un trabajo así. Por eso, duermo tranquila y satisfecha”. Esther López Barceló, como nos ha dicho antes, cando escribe no lo hace de forma premeditada, aunque eso sí ya está con la siguiente novela. “Sigo el camino de reflexionar a fondo sobre la muerte”, concluye. Puedes comprar el libro en:
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