En “La Ley del Padre”, Carlos Augusto Casas nos adentra en las altas esferas económicas y sociales de la capital donde pronto descubriremos que ni siquiera el poder o el dinero pueden silenciar un secreto para siempre. Comenzó su andadura literaria con “Ya no quedan junglas adonde regresar”, editada por M.A.R. Editor, una originalísima novela negra con la que se hizo con diferentes premios de este género. En su nueva novela sigue en ese género, pero con muchos ingredientes del thriller más desequilibrante. ¿Cómo surge la idea de escribir “La Ley del Padre”? El embrión fue un artículo que leí hace tiempo en el que se hablaba de un estudio sobre ejecutivos y directivos de grandes empresas. Venía a demostrar que la gente que alcanza estos cargos lo hace más por su agresividad que por su valía, y lo curioso es que esta característica era premiada y valorada por las compañías que les elegían para ocupar puestos de responsabilidad. Por eso, en muchos casos, este tipo de directivos presentaban rasgos psicopáticos que no iban a más con el paso del tiempo porque sus necesidades se satisfacían en el trato despótico y muchas veces cruel que tenían con sus subordinados. Ejercer el poder, demostrar su superioridad frente a los demás es una característica de los psicópatas. De ahí nace la novela. Es una reflexión sobre el poder ejercido por la gente que realmente lo tiene y hace ostentación de ello.
¿Estamos más ante una novela negra que ante un thriller o es un ejercicio de mestizaje? Creo que, en líneas generales, La Ley del Padre es una novela negra que utiliza algunos recursos del thriller, pero cuando escribo y construyo una historia lo hago de forma instintiva. No tengo prejuicios. Para mí, lo importante es la historia. Y si creo que funciona mejor utilizando algunos rasgos de otros géneros, lo hago. Así que sí, es una novela mestiza y me gusta que lo sea. ¿Su condición de periodista hace que escriba historias sobre el mundo de la comunicación? Es un mundo que conozco bien, llevo trabajando como periodista veinticinco años y me gusta saber por dónde piso. Supongo que todo nace de mi preocupación por cómo se encuentra la profesión en estos momentos, de hecho en todas mis novelas en las que aparecen los medios soy bastante crítico. Es una forma de mostrarle a la gente cómo funcionan por dentro. También está muy presente en su novela el mundo del poder. ¿Desde la posición de los Gómez-Arjona, como dueños de varios medios de información, se ejerce ese poder? Evidentemente, el patriarca, Arturo Gómez-Arjona utiliza todos los medios a su alcance para salirse siempre con la suya. Para él la moral, la legalidad o la ética son solo signos de debilidad. Arturo utiliza los medios de comunicación que dirige para extorsionar, coaccionar, chantajear y amedrentar a cualquiera que se interponga entre él y sus deseos. En su visión del mundo, las leyes están escritas para que la gente común no se salga de la fila a la hora de pagar en el supermercado. A los hombres poderosos no les afectan, siempre tienen alguna forma de sortearlas. Describe un mundo bastante oscuro entorno a los magnates de la comunicación. ¿Qué ha contado de la realidad y qué ha ficcionado? Aún sigo trabajando como periodista, así que voy a decir que todo es ficción para poder seguir haciéndolo. “Quiero que los lectores se diviertan, pero también hacerles reflexionar”¿Se ha basado en la actualidad o ha ganado la imaginación? Ha ganado la imaginación. Y estoy siendo totalmente sincero. Otra cosa es que mucho de lo que aparece en la novela se inspire en hechos reales pero ampliamente mejorados por la imaginación. Me gusta crear historias de la nada pero uno de los elementos del género negro es la crítica social que tienen que beber necesariamente de la realidad. Con esto no quiero decir que La Ley del Padre sea una novela de denuncia. Lo que quiero es que los lectores se diviertan pero también hacerles reflexionar. El Barrio de Salamanca de Madrid podría ser otro protagonista más de la novela. ¿Lo ve usted así? Es un elemento clave en "La Ley del Padre", el marco donde se mueven la familia Gómez-Arjona. Los restaurantes donde comen, las tiendas donde compran... Eso también es parte de lo que son. El Barrio de Salamanca tiene unas características y costumbres propias que lo hacen muy interesante y, sobre todo, diferente. No creo que exista un lugar con más mujeres con mechas rubias y hombres con loden por metro cuadrado en toda España. Se nota que conoce bien el barrio por las ubicaciones que describe. ¿Es el barrio donde vive la élite del país, donde se ejerce el poder por antonomasia? Sí, existen otras zonas como La Moraleja o La Finca, pero vivir en el Barrio de Salamanca tiene un barniz casi aristocrático. Aquí el poder reside desde siempre y lo seguirá haciendo. Es la zona del dinero viejo, de las grandes familias, de los apellidos compuestos. Otros lugares pueden ponerse de moda, pero el Barrio de Salamanca siempre será el Barrio de Salamanca. Es un lugar donde el poder es algo físico, se percibe al caminar por sus calles, ver sus escaparates, el tipo de tiendas, la forma en la que visten sus vecinos. A mí es una zona que me encanta y es donde vivo.
En sus novelas, suele haber muchas muertes y en esta ocasión también el suicidio está muy presente. ¿Son éstos elementos claves en su producción literaria? Cuando uno escribe también hace un ejercicio de autoconocimiento. Yo no sabía que me obsesionaban tanto algunos temas hasta que no comencé mi carrera de escritor. La muerte, la vejez, el suicidio, la violencia, el alcohol... siempre aparecen de alguna forma en mi obra y me siento muy a gusto escribiendo sobre ellos. Surgen en mis novelas casi de forma involuntaria, están unidos a mi forma de escribir. Mis personajes son gente que comete errores y no suelen aprender de ellos, igual que ocurre con la mayoría de nosotros. En La Ley del Padre abundan los “malos”. ¿Dan más juego este tipo de personajes que los “buenos”? En mis novelas intento que mis personajes no sean planos. Todos tienen una parte buena y otra mala, como en la vida real, sólo que la parte mala tal vez sea más llamativa. Me gusta jugar con los lectores, que empaticen con personajes aparentemente siniestros aunque no lo pretendan. Luego siempre hay algunos en los que la parte mala gana a la buena. Y esos son los que más me gustan, a los que más quiero, a los que echo de menos cuando termino mis novelas. Tengo una tendencia innata hacia el mal que satisfago en la ficción. También hay bastante violencia psicológica. ¿Es uno de los males de hoy en día? Hemos logrado que en nuestra sociedad haya un rechazo casi unánime a la violencia física. Y eso es algo muy bueno. En cuanto a la psicológica creo que el problema radica en identificarla. Hablábamos antes de los grandes ejecutivos y su agresividad. Muchos de nosotros hemos tenido o conocido jefes que ejercían la violencia psicológica con sus subordinados, escondida bajo términos como motivación, exigencia o competitividad. Y no solo en las empresas, también en las familias. Es un tema complicado porque a veces la víctima ni siquiera se da cuenta de que lo es. He notado que ha escrito más pasajes de sexualidad explícita. ¿También dan mucho juego? Una novela es una porción de la vida de unos personajes. Y el sexo es parte de la vida. En mi novela quería reflejar las relaciones sexuales de forma explícita porque también es un ámbito en el que se ejerce el poder. Si pienso que estoy por encima de todo, que lo que haga no va a tener consecuencias, mi forma de tener sexo no es la misma que la de la gente corriente. Puedo hacer lo que quiera, donde quiera y con quien quiera. Llevar mis fantasías y mis deseos más oscuros hasta el final. No hay límites. Y eso, aparte de dar mucho juego, es una manera de describir a los Gómez-Arjona. ¿Le gusta reflejar el lado oscuro de la sociedad en sus novelas? Me gustan las zonas umbrías de la sociedad. Aunque en La Ley del Padre, las zonas oscuras estén adornadas con el brillo de las joyas y los relojes de oro. En esta novela quería hablar no tanto de los tipos que rompe la ley, de los delincuentes, sino de la gente que piensa que la ley no está hecha para ellos. Aquellos que demuestran que la Justicia no es igual para todos. Personas que están por encima de las nubes, por eso para ellas nunca llueve. En su mundo siempre brilla el sol, aunque tengan el alma llena de tormentas. “El dinero es el mejor mago del mundo. Hace aparecer y desaparecer cargos, pruebas, testimonios”En su libro, podemos advertir que las leyes y la justicia no es igual para todos. ¿Sigue habiendo estos privilegios para ciertas clases o nos hemos democratizado? Sigue habiendo estos privilegios. El dinero es el mejor mago del mundo. Hace aparecer y desaparecer cargos, pruebas, testimonios. Y las influencias, también. No es algo nuevo que los grandes empresarios de este país contraten los servicios de gente siniestra para recabar información comprometedora de rivales en la competencia, políticos y jueces. ¿Y para qué querían esa información? ¿Por qué les picaba la curiosidad? Pese a lo que hemos visto estos años, donde tanto políticos como miembros de la Casa Real se han sentado en el banquillo, el trato de la Justicia, incluso el mediático, no es ni siquiera similar. Por no hablar de la figura del indulto. Pero no creo que sea un problema de España, ocurre en todas partes. Pero no todo va a ser oscuro. Su libro tiene mucho humor negro, como no podía ser de otra manera. Me ocurre igual que con el sexo, es parte de la vida. Por muy dramática que sea la situación que estás viviendo, el humor está ahí. Surge cuando menos te los esperas. Y eso quería reflejarlo en mi novela. Me siento muy cómodo introduciendo partes humorísticas dentro de mis libros. Pero claro, tiene que ser humor negro porque la novela así lo pide.
Cuando se pone a escribir, ¿tiene planificado toda la trama de la novela? Lo digo porque el final del libro está muy cerrado y parece muy meditado para no dejar cabos sueltos. No puedo sentarme a escribir sin saber adónde voy. Tengo toda la novela en la cabeza cuando estoy ante el ordenador. Y una parte fundamental es tener claro el final, si no he pensado cómo va a acabar el libro me siento perdido. Por eso me gusta que los finales sean cerrados. Los trabajo mucho. Para usted, ¿qué es más importante: los personajes o la historia? Los personajes son parte de la historia. En mis libros no se entiende una cosa sin la otra. Los personajes son fundamentales para mí, pero siempre deben estar al servicio de la historia. A veces ocurre que un personaje te gusta tanto que comienza a crecer dentro del libro sin que tú lo tuvieras previsto. Ocupando un espacio y un protagonismo que no se corresponden con el argumento, o lo ralentizan, o cambian el equilibrio de la obra. Y debes amputar todo lo que no trabaje en favor de la historia, por mucho que te duela, y duele, por eso utilizo el término amputar. Eliminar esas partes de la obra es lo más complicado. Ahora que está tan de moda hablar de la autocensura. ¿Usted la practica o escribe lo que quiere y como quiere?Quiero pensar que sí, aunque tal vez inconscientemente ya esté sufriendo algo parecido por la presión ambiental. Trato de ser lo más libre posible a la hora de escribir. No pienso en cómo se tomará el público esta o aquella escena o personaje. La vida real no es políticamente correcta y mis novelas, tampoco. Trato de mostrar al público la parte negra de la condición humana. Y ahí no caben medias tintas. La literatura que se ciñe a los gustos morales y las convenciones culturales de un determinado momento, no es literatura sino propaganda. Y quiero que mis novelas sacudan a mis lectores, no aleccionarlos. Para finalizar, que me está quedando demasiado larga la entrevista. Comienza la novela con un corto capítulo en segunda persona. ¿No quiso escribir más en esa forma? Lo pensé pero la segunda persona resultaba muy complicada para contar una historia como La Ley del Padre con tantos personajes y tantas voces distintas. Habría tenido que privar de mucha información al lector, algo que con la utilización de la tercera persona no sucedía. Pero me gusta experimentar estos cambios de estilo dentro de una novela. Creo que la enriquece, siempre que se ponga al servicio de la historia, como he dicho antes. Puedes comprar el libro en:
+ 0 comentarios
|
|
|