LA ISLA DEL TESORO Aventuras, ambición, codicia, amistad y supervivencia

Por Alberto Morate

viernes 17 de marzo de 2023, 06:05h

Las historias de piratas siempre han interesado. Desde los tiempos románticos (e incluso antes), los vikingos, la piratería en la Edad Media, los Pueblos del Mar en Egipto, los Argonautas, Roger de Flor, los Corsarios, los berberiscos, los piratas del Caribe y del Pacífico, sin nombrar a los de China o los de África o Filipinas.

“Con diez cañones por banda”…, Barbanegra y Barbarroja, Lope de Aguirre, Francis Drake, José Gaspar, Cabeza de perro, Pata de Palo, Ojo Tuerto, el Capitán Garfio, Sandokán, o Jack Sparrow, y también mujeres como Anne Bonny o Mary read,… entre reales y ficticios, la literatura se alimenta de estos personajes atrayentes por un lado y repudiados por otro. Ahora los piratas están en oficinas y viajan en “busines” mientras vuelan.

Robert Louis Stevenson que quería entretener a su hijo, diseña primero un plano del tesoro, y a partir de ahí, la historia se va construyendo entre islas, filibusteros y bucaneros, trampas, falsas alianzas, ron, mucho ron, rehenes, motines y John Silver el Largo.

Y quien se atreve a llevarlo a escena entre tanto desmán y, además, humorísticamente y cantando, es la Compañía La Bicicleta del Teatro San Pol. Rompen cadenas de prejuicios, se saltan las condenas de las críticas y establecen una huella a seguir como un mapa del tesoro.

La isla del tesoro es una magnífica puesta en escena donde no solo el público infantil disfruta de los personajes atrayentes, sino también los que en su día leímos esta novela de aventuras sobre la ambición, la codicia, la amistad y la supervivencia.

Se disfruta con placer al calor del ritmo que conlleva, la excelente escenografía, ambientada con imágenes de animación del mar, de la isla, del barco La Hispaniola, que dan colorido y nos mantiene con la atención alta. Así como el apropiado vestuario, y las estupendas canciones de Ángel Padilla, Javier Marín y Ricardo Padilla con letras de Julio Jaime Fischtel que también firma la dramaturgia.

De esta manera se forja el amor al teatro, con creaciones como esta, dirigida por Ana Mª Boudeguer y producida por Natasha Fischtel.

Musicales, no todos están en la Gran Vía; este, por ejemplo.

Teatro, con todas sus letras, sin calificación de género infantil o de adultos.

Argumentos, un clásico traído hasta nuestros días.

Interpretación, actores que cantan, bailan y pronuncian bien y saben estar en escena. (En este montaje no hay actrices, pero es que en la historia de Stevenson tampoco las había).

Escenografía y vestuario, sin escatimar en medios ni en espacio ni concesiones a la galería.

Música, de maravilla.

El tesoro se encuentra al entrar en el teatro San Pol, sin duda alguna.