La trilogía de “Indira” es lo más fresco en thrillers que se ha escrito en España. Ya nos sorprendió con “Talión”, pero con Indi ha dado un paso adelante. “Mi protagonista ha sufrido una evolución muy marcada. Ella sigue siendo honesta, a prueba de bombas, pero la vida no se lo ha puesto nada fácil”, cuenta Santiago. Recuerdo quién mató en la ficción a Antonio Anglés, algo muy arriesgado para un narrador que supo sacar adelante la trama de una manera magistral.

Desde la primera novela de Indira, quería haber hecho una pregunta a Santiago Díaz, pero siempre se me quedó en el tintero. Cuando descubrí a Indira, la memoria me llevó a Indira Gandhi, primera ministra de la India e hija de Jawaharlal Nehru, que fue el primer ministro democrático de India y mano derecha de Gandhi. ¡Menudos viajes andando se dieron los dos por su país! Sin embargo, en contra de lo que pensaba mucha gente Indira, no era la hija de Gandhi aunque adoptase su apellido o sí; un caso para la inspectora Ramos.

La pregunta era: ¿por qué la pusiste un nombre tan indio y tan inusual en nuestro país a tú protagonista? La respuesta fue tajante: “yo soy muy malo para los nombres. Me di cuenta de que mis lectores no se quedaban con los nombres de mis protagonistas, que se confundían; así que pensé que tenía que encontrar un nombre especial, y entonces un amigo me dijo que tenía, a su vez, una amiga que se llamaba Indira y que era de Extremadura. Así que, pensé que ese nombre no lo olvidaría nadie”.

“Cuando comienzo una novela de la serie, hago un pequeño background de lo sucedido en la anterior. Nos quedamos en la iglesia cuando un golpe de viento abrió la puerta y todos esperaban que fuese Iván Moreno, pero a mí no me convenía eso. Así que suele meter algo muy potente en la trama, para que quede en segundo plano lo que parecía iba a ser importante”, nos descubre Santiago Díaz, todo un especialista en dejar en alto los capítulos de su libro y de los guiones que hace para televisión y, continúa diciendo, “en esta ocasión meto una imagen muy potente para pasar después a un flashback que dura toda la novela”.

En esta ocasión, Santiago se siente muy orgulloso del resultado de su trabajo. “Por fin he podido dedicarme en exclusiva a escribir sin tener que alternar esta novela con otras tareas”, afirma. Las otras cosas a las que se refiere son los guiones que escribe para la televisión. Esa dedicación en exclusiva se le ha notado mucho. Su protagonista ha ido creciendo e incluso tiene menos síndrome que antes.

“En una novela puedo hacer lo que quiera, el papel lo aguanta todo”

En “Indira”, ha trabajado mejor las dificultades a las que se enfrentan sus personajes. “Si llegan a una encrucijada, no tenía que solucionarlo en el día, sino que me podía conceder más tiempo para buscar alternativas. No he resuelto nada a la primera. Lo he pensado todo mejor”, señala el autor. Y eso, que es un escritor que lo tiene todo previsto, como buen guionista. “Yo lo planifico todo estructuralmente, como si fuese con un ordenador, pero siempre doy la posibilidad de modificarlo. Los personajes, en ocasiones, tienen vida propia y aunque estén encaminados, los puedo ir cambiando por el camino”, añade. Muchos de sus personajes han crecido, como Marta Aguilera, otros son nuevos como Jotadé que dan mayor vigor a su novela.

También ha incluido escenarios exóticos como Nueva Zelanda, “en una novela puedo hacer lo que quiera, el papel lo aguanta todo, si fuese una película o una serie, el productor ya me estaría diciendo que eso de que ocurra en nuestras antípodas es muy caro, mejor buscar un lugar más cercano y que resulte más barato. Así que en la novela puedo hacer todo a lo grande, ¿Por qué me voy a quedar por aquí si puedo poner el escenario que me dé la gana y me guste?”, razona Santiago Díaz. “La novela me da una libertad narrativa infinita”, subraya.

Todo lo que sé, lo he aprendido de la televisión

El autor, reconoce que “la novela me da la posibilidad de contar mis historias desde el principio hasta el final, mientras que en la televisión estoy sometido a un control, como si fuera un corsé, pero he de reconocer que todo lo que sé, lo he aprendido de la televisión. Lo primero es que no se puede aburrir al lector o al televidente. Hay que finalizar los capítulos en alto y que siempre los llame la atención.

Para finalizar, nos cuenta alguno de sus secretos. “Una trama siempre ha de avanzar, nunca retroceder. No se puede aburrir al lector. Por eso, meto mucho humor en algunas escenas. Cuando llevas unas páginas donde hay violencia u ocurren cosas trágicas, la manera de rebajar el drama es con el humor y, bueno, también con el amor. Si no corres el peligro de que pueda pasarme de la raya y sufrir rechazo”, nos dice.

“Lo que quiero es dejar mi propia huella, que el lector me identifique plenamente. Y, por supuesto, mi objetivo es entretener y que piensen en lo que les planteo en la novela. Siempre me gusta dejar en el aire esta pregunta: ¿tú qué harías en el lugar del personaje?”, concluye Santiago Díaz. Si la pudiésemos responder, le haríamos la competencia; de momento, se lo dejamos a él, que lo sabe hacer de manera excelente.

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