Personajes históricos y ficticios se entrelazan de manera irredenta en esta novela con aires de conquista. Durante el siglo XVI, la corona española necesitaba financiación para acometer campañas tanto en tierra como en el mar. Llegar a la isla de las Especias se había convertido en la búsqueda de un nuevo Eldorado. En ese rudo ambiente se desenvuelve una historia llena de intrigas y traiciones. Una novela coral, donde no sobra ni falta ningún personaje. Todo llevado de la mano magistral de Alan Pitronello. En la entrevista, nos da algunas de las claves de su libro y alguna pista, el resto lo tendrá que descubrir el lector con la lectura del libro. En el S. XVI España se convirtió en la mayor potencia europea. Escribir sobre esta época es una empresa complicada por la cantidad de factores que intervienen. ¿Cuáles son las circunstancias determinantes de esta expansión a juicio del autor? Creo que uno de los factores determinantes fue la propia gestión de los monarcas, tanto de Fernando e Isabel como de Carlos I y Felipe II. Puede parecer obvio, pero todos ellos supieron manejarse con prudencia y se dejaron asesorar por hombres con experiencia en el campo militar y en el político, y también en otros ámbitos como la navegación, la cartografía o la economía. Por supuesto que la llegada ingente de remesas de oro y de plata cambió por completo el panorama y la capacidad económica y política de la monarquía. Otro factor para tener en cuenta fue el orden. Con la creación de la Casa de la Contratación, no se dejó nada al azar, se marcaron los requisitos para el pase a Indias, se creó una escuela de pilotos, se formaron oficiales y se instalaron aduanas y se cobraban impuestos, aranceles, etc. Hubo una ordenación general para las flotas y para su abastecimiento. En definitiva, durante todo el siglo se sentaron las bases de una enorme estructura para el comercio y la gestión de los recursos. Escribir sobre esta época resulta tan complicado porque se requiere de un conocimiento vasto del escenario y resulta imposible abarcarlo todo. En esta novela he pretendido hacer un retrato de una parte de Sevilla, la de los mercaderes, la de aquellos que planificaban una flota para las Indias, una ciudad que se había trasformado en el eje económico europeo. A partir de ahí, mi intención ha sido que los lectores comprendieran la dificultad y la grandeza de la empresa americana a través del viaje de sus protagonistas hacia Cuba, México y Guatemala. ¿Con qué dificultades se ha encontrado a la hora de escribir su obra? Gran parte de la documentación la guardaba del trabajo previo que había realizado con mi primera novela, La segunda expedición. En esta ocasión, la dificultad surgió al encontrarme con la escasa documentación acerca de la figura de Pedro de Alvarado. Para ser sincero, su olvido no me sorprendió. Me pareció una muestra clara del juicio rotundo que hace la Historia con algunos personajes. ¿Qué movía a los hombres a cruzar el océano Atlánmtico, la ambición o el espíritu aventurero? El concepto de aventura, como tal, es algo romántico. Nos sirve a los novelistas para pintar las historias, pero la realidad suele ser más cruda. Menos edulcorada. La gente solo veía una oportunidad para cambiar su porvenir y el de sus hijos. No todo el mundo cumplía con los requisitos necesarios para obtener una licencia de pase en la Casa de la Contratación, y aquellos que sí podían veían la oportunidad de prosperar en Indias. Tampoco creo que la población haya sido realmente consciente de la extensión del territorio de Indias hasta muy entrado el siglo XVI y de la cantidad de recursos que albergaba. El viaje de cada poblador tenía sus propias circunstancias, sus pros y sus contras, con sus propias ambiciones y anhelos. Siempre se ha mostrado interesado por la historia de América. ¿Qué le atrae más la odisea de los conquistadores o la vida de los habitantes originales de América? Las consecuencias de la conquista de América aún son visibles hoy en día. Yo nací en Chile y siempre me atrajo la historia del origen de nuestra lengua. ¿Por qué se hablaba el castellano en un rincón del mundo tan lejos de España? A partir esta pregunta surgen otras muchas cuestiones que están inmersas en la sociedad, como las costumbres o la religión, incluso hasta la gastronomía. Quienes hayan visitado algún país de América habrán visto que todas las identidades nacionales y regionales tienen dos caras: una hispana y otra autóctona. La fusión de ambas conforma esa mezcla tan única que hermana a todo el continente. La odisea de los conquistadores y la vida de los habitantes originales es la misma historia con un mismo destino. “No es un secreto que la evangelización de América salvó a la Iglesia Católica”En este siglo comienza también la crisis de la Iglesia católica perdiendo su hegemonía en Europa, ¿tiene que ver con sus pretensiones territoriales? (incorporaban las tierras a la Cristiandad, evangelización y conquista…) La crisis de la Iglesia católica en el siglo XVI viene de la mano de la rápida difusión de las ideas luteranas, mientras se desarrollaban acciones de dudosa moralidad por parte de la iglesia, como la venta de indulgencias. En los territorios de la Monarquía Hispánica se llegaron a vivir Autos de Fe contra personas afines a las ideas de Lutero. El proceso de conquista en América se desarrolló en paralelo a esta crisis, y no como una consecuencia de esta. Cabe añadir que es un siglo de crecimiento y perfeccionamiento de ciertas herramientas económicas que pueden considerarse como los primeros pasos de un sistema capitalista. La iglesia condenaba la moral de los mercaderes, y este nuevo sistema económico unido al protestantismo, propiciaba en algunas regiones de Alemania, Suiza y los países nórdicos, una mayor libertad política y comercial. No es un secreto que la evangelización de América salvó a la Iglesia Católica. Y eso se debe exclusivamente al proyecto de los reyes católicos, de Fernando e Isabel. Pedro de Alvarado, primer gobernador de Guatemala, junto a sus hombres masacraron a la nobleza mexicana en el Templo de Tenochtitlan. ¿La historia lo ha juzgado convenientemente? El peor juicio de la historia es el olvido. Bartolomé de las Casas describió a los capitanes de las distintas regiones en su Brevísima relación de la destrucción de las Indias y aquello dio alas a la leyenda negra y a que los enemigos de la Monarquía Hispánica creyeran que todos los señores que pasaron a América eran como Alvarado o como Nuño de Guzmán. Pedro de Alvarado fue un hombre de su tiempo, con todo lo que conlleva. Supo encontrar apoyos de renombre —como Francisco de los Cobos— y supo expresarle al rey su ambición y sus ganas de llevar a cabo proyectos arriesgados que incluso hoy en día cuestan de creer. La vida de Pedro de Alvarado está plagada de contrastes. Fue un buen infante, un capitán severo y un pésimo gestor de recursos. Fue capaz de lo mejor y de lo peor del ser humano. Como digo, un personaje de extremos con el cual es difícil ponerse de acuerdo.
Ni siquiera la voluntad del rey o la moral de Dios eran capaces de doblegar los planes de Alvarado y de sus hombres… ¿Todo valía en la conquista? En Vientos de Conquista mi intención ha sido mostrar que el tiempo y la distancia distorsionan las cosas y, a veces, los principios. La Corona otorgaba las licencias de conquistas y campañas a través de cédulas reales, pero eran los propios capitanes generales de estas expediciones quienes debían buscar financiación y abastecer a su flota. No solo imperaba el deseo de conquista sino el afán de llevar a buen puerto la empresa económica. Alvarado quería llegar a ser grande, pero también quería ser rico, y no le bastó con obtener Guatemala, sino que quiso llegar a ser como Pizarro en el Perú. De hecho, en 1532 decide interpretar a su parecer una Cédula Real de Carlos I para la conquista de las islas de las especias e inicia una campaña que lo lleva a Ecuador y luego al Perú, donde tras una larguísima travesía acaba malvendiendo su hueste, sus armas, su artillería y sus indios. Por esto último, a Alvarado se le juzgó. La Corona contaba con instrumentos legales para frenar el poder de sus capitanes generales, adelantados, etc. Uno de estos instrumentos fue el llamado Juicio de Residencia, por el cual —y dicho de forma muy resumida— se juzgaba a un gobernador por sus años al frente y se permitían alegaciones de cualquier vecino que se hubiese sido agraviado. A Alvarado se le juzgó en dos ocasiones por su mala gestión y por despoblar Guatemala con la venta de indios en Perú. Sin embargo, supo escaquearse y buscar aliados en las más altas esferas con acierto. Aun así, no puede verse el proceso de la conquista como lo ha mostrado el cine, como una panda de desarrapados deseosos de oro y plata. Existía un orden social y jurídico, y siempre existieron opositores a los gobiernos injustos, como el obispo de Guatemala, Francisco Marroquín, o el propio fray Bartolomé de las Casas, que pretendía la abolición del sistema de encomiendas. Muchos hombres quisieron cambiar el proceso de la conquista desde las primeras décadas. En el S. XVI se inicia la consolidación de los estados modernos. ¿Su expansión fuera de Europa ocasiona conflictos políticos e ideológicos? El siglo XV y el XVI traen consigo inventos y un desarrollo tecnológico que propicia esta expansión. Desde la imprenta a los instrumentos de navegación. Podemos nombrar en Europa una lista de causas, desde el aspecto geográfico, que provocó que las naciones europeas tuvieran más vías de comunicación y fuesen más competitivas a nivel político, económico y militar, hasta factores como el uso del acero, la artillería, el dominio del caballo o el desarrollo de gérmenes a lo largo de los siglos anteriores. Todo ello se exportó a los nuevos territorios conquistados, lo cual se tradujo en una unificación global. Esto generó conflictos a todos los niveles. Un choque cultural tremendo, de sociedades diversas, a veces con costumbres antagónicas, y todo ello sumado a una conquista bélica, que supuso un caldo de cultivo que cuesta imaginar. Los resultados de esa expansión son visibles hoy en África, en Asía y en América. Particularmente, en el siglo XVI, circula el pensamiento de constituir una monarquía universal, por lo que ante el temor a que esta pudiera llegar a convertirse en protestante o musulmana, la conquista se desarrolló en términos de religión. Para Fernando e Isabel, la monarquía hispánica debía prevalecer, algo que mantuvieron Carlos y Felipe. ¿La codicia de los gobernantes, la ambición y la crueldad de los hombres podía ser aplacada por la ira de los dioses indígenas? El 11 de septiembre de 1541 un alud destruye por completo la ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala. Este suceso fue recogido por el escribano Juan Rodríguez y publicado en México por Juan Pablos con el título de Relación del espantable terremoto que ha acontecido en la ciudad de Guatemala. Es cosa de gran admiración y gran ejemplo para que todos nos enmendemos de nuestros pecados y estemos apercibidos para cuando Dios decida llamarnos. En este artículo, publicado a modo de panfleto, se responsabiliza a los Alvarado y a su esposa, doña Beatriz de la Cueva, que fue gobernadora de Guatemala por dos días, de aquel castigo divino. Para los mayas, el Volcán de Agua, de donde provino el alud, era llamado el Gran Hunahpú. En ambas versiones, la población vio una mano divina en aquella tragedia. A partir de ahí, lo demás es ficción. Las mujeres en este periodo, casi siempre, tienen un rol de meras acompañantes. ¿Qué papel juegan en su obra? Además de acompañantes, comprenden que son ellas muchas veces las que tienen el poder de cambiar las tornas. Juana es una joven que quiere rebelarse, pero comprende que en la elección de su matrimonio está el porvenir de su familia; Beatriz del Castillo es una mercader que debe hacer frente a los mismos problemas de los hombres cargando además con su condición de mujer; Teresa Ugarte es una viuda de la conquista que arrastra en silencio el dolor de la campaña de Guatemala; y Beatriz de la Cueva, segunda esposa de Pedro de Alvarado, encarna la ambición de poder y de mantener el legado de un tirano. Diversas visiones en un mundo masculino y bélico, regido por la costumbre y la moral, donde para las mujeres era todo infinitamente más complicado y estaban constantemente sometidas al juicio social. Usted es especialista en Historia Moderna, especialmente en el S. XVI, ¿en qué proyecto está trabajando ahora? Con esta novela aparco el tema de la conquista por un tiempo. He decidido centrarme en la Italia del Renacimiento que es algo que me apasiona. Mi próxima novela tendrá como telón de fondo Roma y los estados pontificios en el siglo XV. + 0 comentarios
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