Va hacia la luz, porque aunque el viaje sea Solo Ida, y nadie volverá, en realidad, si los recordamos con ese cariño, nadie se marcha. Por eso “Pide a Dios”, por eso puede parecer que está “Muerta en vida”. Pero por eso sonríe, por eso canta con nostalgia y melancolía, acompañada magníficamente por su hijo Daniel Villarroya que también ha hecho los arreglos, que pone emoción a la voz de esta gran artista de corazón gigante, de temple y voz limpia, de vivo amor, de sentimientos que flotan en el aire, voz de nube, mujer engrandecida y mirada fuerte.
No es fácil “Decir adiós”. Y vemos a la cantante/actriz frágil y poderosa al mismo tiempo, abriéndose paso en la niebla de la nostalgia y el recuerdo. Su voz clama: fados, baladas, jazz, boleros, Silencios cantados, el viento en su voz, corazón de cristal, coraza de música, “abrazos perdidos”, árbol que canta, “maleta vacía”. Se acoge doliente al abrazo, abre sus puertas y ventanas y nos ofrece un concierto intimista, casi de buhardilla por los tejados de su pasado, en el sótano donde la luz que entra es la de su propia alma. Es un recorrido por su adolescencia y su pasión, la energía que le transmitió su padre, el “cuadro inacabado”, que ella completa en este autorretrato realista.
Solo ida, no cesa de latir, al compás del corazón, al estremecimiento de la piel, a la extensión de su dolor que se convierte en homenaje, dulce amor filial, porque las cosas suceden así, sencillamente, con el sabor de la miel entre los dientes y del té amargo entre los labios.
María Villarroya coge sus canciones como pan que nos alimenta, y nos hace quedarnos en sus dominios, en su casa, en su alma.
Miguel Rellán la ha dirigido, con la sensibilidad necesaria para que no nos cansemos de escucharla. Recordar no es solo viajar al pasado, también es llegar a lo más alto de las murallas del momento actual, en el que ella nos da a probar la esencia de la paz que ahora la circunda como si estuviéramos al calor del fuego, en una chimenea de amor, en una velada compartida donde se mezclan los momentos alegres con los inevitables de nostalgia.
Bellas canciones, magnífica voz, poéticas letras, espléndidas músicas, mis ojos y mis oídos agradecen esta estrella que reluce en la noche callada. “Fuiste árbol” y en el viento que mueve tus hojas y tus ramas, María Villarroya traduce su sonido en las canciones que nos arraigan al corazón.
Solo ida, regresaremos al hogar de sus recuerdos, mientras avanzamos en este ir hacia aquello que, inevitable, nos aguarda.
FICHA TÉCNICA
Idea, textos, canciones e interpretación: María Villarroya
Dirección: Miguel Rellán
Arreglos y acompañamiento musical: Daniel Villarroya
Producción, sonido e iluminación: Carlos Gómez y Óscar Gómez
Espacio: Cúpula Hall