Sotelo es novelista y catedrático de Política Económica -imparte clases en las Universidades Pontificia de Comillas y en la Complutense-, doctor en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada y posee un máster en Estudios Literarios y en Literatura Española. Ha publicado un buen ramillete de textos relacionados con la actividad económica y su ejercicio, tanto de forma individual como en comandita, destinados a la actividad docente, en donde la ética en el quehacer de dicha materia o la macroeconomía, sientan sus posaderas impartiendo cátedra sobre una actividad a la que ha dedicado parte de su quehacer diario.
Pero, no todo es economía en las entretelas de Justo Sotelo, en las buhardillas que componen el cúmulo de pasiones de este profesor, dado que las actividades narrativa y fabuladora y el amor por las artes en un sentido amplio y generoso, son las que de verdad conforman la figura de este escritor, al que tildaría de uno de los últimos bohemios de los que pululan por la villa y corte, por cuyos intersticios y cenáculos se pasea no sin soltura y reconocimiento. En narrativa, incluyendo el ensayo, porque con ella se relaciona, ha publicado “La paz de febrero”, “Los mundos de Haruki Murakami”, “Entrevistas mon amour”, “La muerte lenta”, “Asomado al abismo”, “Vivir es pasar”, “Cuento de los viernes”, “Cuentos de los otros”, “Las mentiras inexactas” o “La paz en febrero”, entre otros.
Hay un buen número de reconocidas plumas que han venido a pronunciarse de una u otra manera, sobre la tarea ya ingente de este inquieto y peculiar profesor y escritor, con el que he venido a coincidir solo dos veces, una en la mítica Librería Rafael Alberti y otra en el Ateneo de Madrid, aunque mi relación con el mismo es diaria pero no presencial, dado que leo una especie de Diario que Justo Sotelo escribe antes de que la luz se pose por las azoteas de Madrid, este lugar abigarrado, mestizo y estimulante sobre todo, en el que ambos pasamos las horas y los días que nos han sido dados. En las reseñas sobre la vida y obras de Sotelo, destacan a mi entender cuatro constantes al menos: la originalidad, el riesgo, su pasión por las artes en sentido genérico y la mezcla de géneros.
Pero, vayamos con el libro que nos concita hoy. “Poeta en Madrid” es un artefacto literario de difícil clasificación no porque el narrador no sepa lo que está haciendo sino precisamente, por lo contrario, por la búsqueda de espacios, de vericuetos, de intersticios, de veneros inmaculados con el que expresar una forma de entender la literatura que lo lleva a experimentar la misma en un mestizaje que puede gustar mucho o poco, pero ahí está, con toda su grandeza: diferente, sólido, real y atrayente. “Poeta en Madrid”, aparte de una obra inclasificable como se dijo y puede que no de fácil lectura para muchos -poco importa esa cuestión al autor que firma la obra-, resulta una obra empírica lúcida y atrayente, por las múltiples aristas textuales que ensambla con una precisión de relojero que trabajase ajeno al devenir iterativo de las letras al uso en nuestros días, y que se adocenan en las estanterías de las librerías por las que posamos los ojos aterrados por tan magna e inabarcable inmensidad.
En las ciento una páginas que componen esta nueva obertura del profesor y escritor Justo Sotelo, que no sabemos si tendrá continuación en la misma línea, cohabitan sin inmutarse la música, la poética, la narrativa, el teatro, la ópera, la pintura, la moda, la crítica, el cine, la fotografía, las redes sociales, la religión, el surrealismo y todo aquello que el narrador -que no sabemos cuánto tiene del escritor que firma- ha entendido que debía incluir en la misma.
El personaje de Gabriel Relham -un trasunto de Mahler, no en vano sus apellidos contienen las mismas letras, pero a la inversa- intenta escribir una novela en la que desea deletrear su propia alma, y, a su vez, mientras lo hace, dialoga con Beethoven en unos espacios teatrales en los que aparecen Puccini, Mozart, Zorrilla, André Guide, Bloom, Beckett, Goethe, Borges, Aristóteles, Shakespeare, Mann, Genet, Joyce, Girondo o Dante, no sin la presencia a veces del espíritu de Hitchcock, Welles, Coppola, Ford o el crítico, profesor y escritor Éric Rohmer.
En “Poeta en Madrid” se diluyen, se mezclan como azucarillos en café, el tiempo y el espacio, los géneros literarios y artísticos, las etiquetas al uso, y solo quedan la imaginación desbordada y la palabra, algo que Justo Sotelo lleva encima como una retranca insalvable: “la cruz de la cultura”, la insaciabilidad por la belleza.
Puedes comprar el libro en: