“Todo comenzó el pasado mes de abril cuando se estaba celebrando el Master 1.000 de Madrid. Le vi jugar y fue como una aparición mariana. Ese chico tenía duende. Se lo pasa bien jugando al tenis. Carlitos es de otra galaxia. ¡Cómo juega! ¡Qué dejadas hace el chaval! Es el maestro de la improvisación, en la vida solo te diviertes cuando improvisas”, me cuenta en una mañana invernal en la que no para de llover, mal día para jugar al tenis, mucho mejor jugar al mus, que es más descansado.

Lo de la improvisación me da que pensar, bueno, Tomás siempre me da que pensar. “Me emboliqué con la historia de Alcaraz. Me hizo ver que los grandes hombres son los que más improvisan y si no que se lo digan al almirante Horatio Nelson cómo lo hizo en Trafalgar, estando en minoría atacó de frente con dos columnas a la escuadra franco-hispana en vez de poner sus barcos en paralelo. Al torpe de Villeneuve le pilló con el pie cambiado o, mejor dicho, con los buques al pairo”, cuenta este maestro de la improvisación.

“Me dices hace un año que iba a escribir un libro sobre Carlos Alcaraz y te habría mandado al psiquiátrico directamente, pero desde que me deslumbró su juego en Madrid mi percepción cambió. Carlitos no es uno más, juega con un desenfado terrible, se divierte haciéndolo, me gusta cómo afronta el juego y la vida. A mí, me hubiera gustado afrontar la vida así. Yo que siempre he sido un cobardón para las cosas de la vida, que no para las de la literatura”, desgrana con una sonrisilla pícara en sus labios. Eso me recuerda a los libros sobre Santa Teresa que escribió Percy Hopewell y al que Tomás birló su gorra de cuadros. La santa abulense siempre se tomó la vida con mucha alegría y ganas de vivir.

Para el autor madrileño, “el libro sobre Alcaraz no es una biografía, es un ensayo loco donde trato de la vida misma, lo que escribo sobre tenis es lo que menos gusta, me han dicho mis amigos. ¡Menudos amigos tengo, se la cogen con papel de fumar! Pero he disfrutado muchísimo escribiéndolo. Hay pasajes en los que hablo de Ille Nastase o de John McEnroe, otro que disfrutaba jugando al tenis, no como el seco sueco de Björn Borg que dejó el tenis con 26 años. Al final, John tuvo que ayudar económicamente al al tenista rubio, que me han encantado escribirlos”. También hace mención a entrenadores de fútbol que nunca supieron lo que es divertirse. “Clemente dijo en una ocasión que quien quiera divertirse que vaya al circo y no ha ver un partido de fútbol y Luis repetía una y mil veces: hay que ganar, ganar y ganar”, recuerda de ellos. ¡Vamos que no se solo pasaron bien en su vida!

Se muestra muy crítico con el fútbol y los futbolistas. “Deberían de aprender de la caballerosidad que hay en el tenis y de su ojo de halcón, en vez de tanto VAR podían poner ojos de halcones y no se cometerían tantos fallos”, afirma tajante, lo mismo hace con los políticos “España debería de haber votado en blanco, para los políticos todo vale. En el parlamento todo vale, no paran de mentir. ¡Ay! si pusiesen el VAR en el Congreso de los Diputados, se les caería la cara de vergüenza. Solo les interesa la polémica”, señala.

“El esfuerzo no asegura el éxito”

“En el libro, Carlitos es el detonante para hablar sobre todo. Tiene una estructura pareciaa a la que utilizó Paco Umbral en su libro Ramón y las vanguardias. Cada capítulo se intitulaba así: Ramón y… Yo he hecho lo mismo, pero poniendo el nombre de Carlitos y… Bueno en algunos no lo he puesto”, nos descubre el autor y agrega “la verdad es que he escrito el libro para aclararme yo mismo tanto emocional como mentalmente”.

La alegría es el motor de la vida

“Carlos Alcaraz me ha enseñado muchas cosas de mi propia vida y me ha sugerido muchas otras. Creo, y voy a ser sincero no como los políticos, que me ha descifrado él a mí más que yo a él”, afirma y sigue diciendo “me ha clarificado muchas cosas, quizá la más importante es que: la alegría es el motor de la vida. Su alegría y su frescura son contagiosas, Muy distintas a otros tenistas o deportistas”.

Hay otros tenistas igual de buenos que Alcaraz, pero él es distinto. “Rafael Nadal tiene una gran fuerza mental, pero lo que realmente enamora es el romanticismo de Alcaraz, como he dicho antes, sus improvisaciones es lo que gusta. Es como una puerta a la felicidad, quizá sea pretencioso decir esto, pero es lo que pienso. Me aburren las personas que están anticipando cosas negativas que no controlamos. Será por la educación judeo-cristiana que hemos recibido”, apunta con fino olfato este muñidor de palabras y pensamientos.

“Paradójicamente, este libro es el que menos me ha costado escribir y con el que mejor me lo he pasado. Lo que me dice que el esfuerzo no te asegura el éxito. Con otros libros, he tardado casi dos años en escribirlos y han tenido menos ventas que este, que en menos de un mes se ha tenido que reponer tres veces en unos grandes almacenes. Lo que recuerdas cuando lees es lo más interesante. Procuro dar un aire literario a todo lo que escribo, pero sobre todo lo que tiene que haber es mucha verdad” concluye el escritor que muy gustosamente cambiaría la pluma por el pincel porque al despedirme me dice “yo lo que quiero es ser pintor”. Sí, pero pintor del alma humana como ha hecho en este libro.

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9788415448662