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Dora Gómez Bueno de Acuña
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Dora Gómez Bueno de Acuña

Dora Gómez Bueno de Acuña, escritora paraguaya del siglo XX, pionera de la poesía erótica en su país

miércoles 14 de diciembre de 2022, 12:11h

Dora Gómez fue maestra y famosa actriz de seriales radiofónicos, recitadora de cuentos, poeta y articulista, con su obra defendió los deseos femeninos. En su poemario erótico ensalza a la mujer, los sentidos y la naturaleza con una intensidad “escandalizadora” en Paraguay.

Dora Gómez, como así se la conoce, nació en 1903 en la localidad paraguaya de Luque y pronto destacó en sus estudios por el interés hacia la literatura; mostró especial inclinación hacia el género poético. Ejerció como maestra y publicó numerosos artículos periodísticos en la sección “Sociales” del rotativo El Orden de Asunción, ciudad en la que muere en 1987.

A lo largo de su vida fue una conocida actriz radiofónica que alcanzó fama y popularidad a través de muchos programas infantiles; sobresalió como narradora de poemas tanto de autores nacionales como extranjeros. Su voz tan peculiar y su especial talento interpretativo le permitieron adquirir pronto notoriedad en el ámbito cultural y mediático de aquellas décadas. Indiscutible protagonista de series como Sobremesa de Gala muy al gusto de las entregas por capítulos de extensos relatos del momento, en las principales emisoras de la capital de su país.

Combina su carrera como periodista y sus participaciones asiduas en la radio, a la vez que comienza a escribir poesía; poemas de contenido erótico, insólito hasta entonces en Paraguay; será ella quien eleve a categoría literaria unos temas solapados e infravalorados y más si son de autoría femenina.

Sin dejar de ejercer como docente, va sumando prestigio entre algunos de sus contemporáneos mientras le persigue el escándalo de un amplio sector de la sociedad que no ve con buenos ojos la temática tratada por una mujer; en opinión de la crítica posterior, domina en el conjunto de su obra la sensualidad, el sentimiento y el platonismo de hondas raíces carnales y realistas, muy en la línea de la escritora uruguaya Delmira Agustini otra mujer singular. Flor de caña, colección de poemas diseminados con anterioridad en diferentes publicaciones, sin seudónimo, aparece en 1940, un título tan esperado como controvertido. La poeta hace gala de su deseo de vivir el placer en medio de una naturaleza exultante que acoge pasiones e ilusiones materializadas con la intensidad de un lenguaje sincero y natural, sin artificios.

Resulta fácil suponer la sorpresa más o menos velada y disimulada de una sociedad que se basaba en las apariencias ante la osadía de una escritora que describe sentimientos tan personales como colectivos. Trópico, hombres y selva, emociones y esperanzas, mujeres y sentidos a flor de piel, imaginación real y realidad fantaseada en cuerpos agitados y almas seductoras.

Cuenta en su producción literaria con títulos como los siguientes: Barro celeste de 1943, Luz en el abismo (1954), Vivir es decir (1977), y Antología que vio la luz dos años antes de su muerte en 1987 en Asunción.

Con ella, el panorama de las letras paraguayas alcanza un sitio muy significativo en el continente que la vio nacer.

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