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"La ley de la sangre. Pensar y actuar como un nazi", de Johann Chapoutot

Ed. Alianza. 2021
martes 06 de diciembre de 2022, 17:00h
La ley de la sangre
La ley de la sangre

Hoy tengo el placer de presentar una obra de más de 500 páginas, que es extraordinaria y sobrecogedora a la vez. Existe un aserto argumental del comandante-SS de Auschwitz en el que indica, sin ambages, que esta lucha, además de la obediencia debida al Führer Adolf Hitler y lo que significaba, representaba una guerra contra el judaísmo internacional; y Rudolf Höss sigue manifestando que: en las guerras se matan, bombardeos añadidos, a mujeres, ancianos y niños en la destrucción de ciudades.

Uno se queda perplejo e irresoluto ante semejante argumentación, que en igualdad de cinismo y desvergüenza utilizará el otro gran criminal del momento, el comunista-leninista, y georgiano-soviético Josef Stalin, para asesinar a todo el que se le oponga, judíos incluidos. Violencia comunista leninista y estalinista genocida, e idem, eadem, idem por el nacionalsocialista.

«Nunca se había visto en la historia un tipo de violencia como la desencadenada por los nazis, tanto en Alemania como fuera de su país, tras su llegada al poder en 1933: campos de exterminio, persecución racial, millones de personas asesinadas, decenas de millones de personas muertas en una guerra global, hambre, ciudades arrasadas...¿Cómo una sociedad entera, culta, patria de filósofos, músicos, premios nobel…, se vio atraída y secundó tal régimen de terror? Hay razones de carácter cultural e histórico, en las que se han centrado los historiadores, pero también hubo una normativa legal, unos métodos de actuación y sobre todo una divulgación de los mismos, poco estudiados hasta ahora, que fueron puestos en práctica por distintos colectivos sociales. Johann Chapoutot explora en una infinidad de documentos, libros, artículos…, fuentes orales y cinematográficas, los modos y el porqué de esta manera de actuar. Fuentes que nos acercan a la formación y fundamentos del discurso nazi, que impregnó toda esta normativa y maneras de actuar. Unos fundamentos que se sintetizan en el mito del período en el que la raza nórdica vivía felizmente en armonía con la naturaleza, hasta que se produjo la desnaturalización y aculturación que vino por el contagio de culturas foráneas, en concreto la judeocristiana y el derecho romano. La solución al problema era por tanto volver a la ley de la naturaleza, a la ley de la sangre. Chapoutot estudia cómo juristas, médicos, historiadores, filósofos, científicos, periodistas, artistas de todo tipo, cineastas…, elaboraron y difundieron las teorías que hicieron de la raza fundamento de derecho, y con la ley de la sangre y de la naturaleza justificaron todo: la procreación, el exterminio y su dominio del mundo. Su manera de actuar como nazis. En “La ley de la sangre”, Johann Chapoutot arroja una luz novedosa y original sobre el fenómeno nazi».

Lo lamentable del caso es que la primera y joven oposición al NSADP se dirigió a Inglaterra, con la finalidad de desenmascarar a Hitler y a su ideología, y no recibieron ninguna ayuda o crédito, e incluso el cínico de W. Churchill alabó al canciller alemán Adolf Hitler. El caldo de cultivo para la masacre ya tenía, pues, todos los ingredientes inaceptables. En el año 1945, con el comienzo de la desnazificación del régimen nacionalsocialista para todos los alemanes y austriacos del momento histórico, que habían sobrevivido a la terrible Segunda Guerra Mundial, se juzgó a 18 médicos alemanes, vinculados con el régimen, y pertenecientes al hospital de pediatría de Rothenburgsort, que se habían encargado de eliminar, por medio de inyecciones letales, a 56 niños que consideraban que estaban enfermos, entre los años 1939 y 1945.

Lo grave del caso es que todos estos galenos consideraban que habían actuado a favor del derecho y de la legislación existentes en esos años en la Alemania del NSADP, haciendo abstracción de la moral esencial médica inherente al juramento hipocrático. En concreto, el director de dicho hospital manifestaría, taxativamente, su rechazo enérgico a la acusación, que se le hacía de ser considerados sus actos como: ‘crímenes contra la humanidad’; ya que alienación mental lo llevaría a manifestar, sin ambages, que aquellos niños ya no eran seres humanos, y solamente una terrible carga económica para el III Reich alemán; detrás de todo ello estaban los miedos existentes a que aquellos niños, cuando creciesen, pudiesen transmitir sus taras psicológicas y sus patologías a sus descendientes; esto sería evitado, de forma abrupta, por el Tercer Reich nacionalsocialista, promulgando la Ley de ‘PREVENCIÓN DE LA HERENCIA ENFERMA', del 1 de julio de 1933, que obligaba a la esterilización obligatoria de todos los seres humanos alemanes, que fuesen concernidos por los ‘TRIBUNALES DE SALUD HEREDITARIA’, que sería subrayada mucho más adelante y con mucha mayor gravedad, cuando el propio Hitler escribió una disposición, del mes de octubre de 1939, sobre que aquellos individuos fueran literalmente eliminados.

Los jueces de Hamburgo no los condenan, dando por válidos todos los argumentos médicos de los pediatras; el dictamen judicial es sobrecogedor: “La eliminación de las vidas indignas de ser vividas aparecía en la Antigüedad clásica como una evidencia. No cabe arriesgarse a afirmar que la ética de un Platón o de un Séneca, que defendieron esos puntos de vista, no es menos elevada que la del cristianismo”. Se considera que los médicos y el Estado deben tratar de corregir, como sea, las displasias mentales hereditarias de esos niños, cínicamente se indica que se hace por ‘PURA HUMANIDAD’.

Otro caso muy conocido de maldad alienante innata es la de Adolf Eichmann, quién en las escaleras del cadalso, todavía estaba perplejo de porqué se le condenaba, cuando él consideraba no haber hecho nada malo, inclusive en sus escritos manifestaba el error cometido, por solo haber contribuido al asesinato o eliminación de más de cinco millones de hebreos o judíos, y no a once o doce millones de ellos, que serían el total de los existentes en la Europa del momento. El Doctor Otto Ohlendorf (1907-1951. Ahorcado en la fortaleza de Landsberg. Economista y Jurista), Gruppenführer/General de División de las SS y jefe del SD indicará en su juicio de Nüremberg, responsable del asesinato de 90.000 ucranianos, con los cargos de crimen de lesa humanidad y crimen de guerra, que: “Durante el juicio que se siguió contra él, no niega nada, lo asume todo, coopera con el tribunal y concluye los debates con una defensa e ilustración de su compromiso nazi, única respuesta válida, según él, al desasosiego de su generación”. Este preámbulo deseo pueda ilustrar la lectura de esta obra extraordinaria, necesaria y sobresaliente sin circunloquios. «Timeo Danaos et dona ferentis. ET. Labor Omnia vincit».

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9788413623573
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