Lo primero que hago cuando me enfrento a un texto –un libro de poesía en este caso- es meditar un poco el título. Aquí nos da a primera vista la clave de interpretación del contenido que vamos a encontrarnos. Hay un vuelo entre dos mundos; sí, ¿Pero los mundos son geográficos o van más allá de la tierra física en busca de una introspección metafórica? Como inmediatamente veremos, hay una geografía y hay reflexión que supera el enfoque telúrico. El título es la unión de dos poemas del volumen. Vuelo es la magnífica pieza que abre el libro y que a continuación transcribo para que el lector saboree la primera cucharada: Vuelo
El segundo de luz alumbra la revuelta de la prisión del lenguaje de madera.
Me crecen garras en el alma, desde la garras me crecen alas y vuelo sobre el vacío de mi ser.
Después clavo mis garras en la corteza de mi propia historia vendida por una esquirla de amor.
El yo poético, gracias a ese pequeño instante de luz, se da cuenta de la existencia de la palabra, del lenguaje, del poder omnímodo de la poesía. Ve ese lenguaje de madera, de la misma madera de donde le crecen las garras para hacer el camino exploratorio de aquello que le ha vaciado el ser por una astilla de amor. Preciosa la narratividad deductiva y concatenada de unas figuras poéticas que nos traen reminiscencias de Paul Celan en Las rejas del lenguaje. Un círculo versal de muchos quilates. Y este vuelo lírico del yo tiene el poder de la transmutación de la existencia en un nuevo universo “donde solo el verbo reina”. Fragua “un amor no terrenal” en donde “he aclarado todas las aguas/ de las lejanías/. Aguas que en muchas ocasiones a lo largo del libro no son más que una representación tanática de la Pérdida. Y ¿qué hace de estos muertos? Pués una preciosa imagen “y las hilé con luz de luna/ para hacer un puente de cielo/ hasta nuestra tierra/ perdida”. Y ya tenemos aquí la intención del poemario contenida en el título, este delicado vuelo entre dos mundos a través de la magia de la poesía. Un Yo que abraza un mundo sin olvidarse del otro. El salto a una dimensión que le permite hilar el ser con la luz de la luna. Y es en abrir el volumen cuando el lector tiene que entrar en este juego tetralógico en donde la trigonometría del arte juega entre el mundo físico de donde procede y el mundo real también en donde se instala: y entre la autora física que lo vive y la poeta que lo transmuta en belleza, en arte. La dualidad entre un mundo y el otro aquí se nos presenta nos aparece en varias piezas, de manera explícita en poemas como el Yin y Yang; o la actitud determinada del Yo lírico cuando en el poema La huida se nos confiesa Mis ojos ya no saben mirar hacia atrás e inmediatamente, un par de versos más abajo, dice: Muerdo con ansia el camino, bebo mis caídas/ y me vuelvo viento, fulgor y nube. Y esta misma rabia la encontramos concentrada en los dos últimos versos del poema Trascendencia que dedica a Gengis Kan y que gracias a la magia de la poesía trasmite la fuerza a una ...niña/ acariciar sus mejillas,/ y enseñarle/ cómo se conquista la vida. A medida que el lector vaya introduciéndose en las páginas del libro irá enfrentándose con poemas de muchos quilates en donde la autora se moverá entre el homenaje a varios personajes como puede ser a Federico García Lorca, a Diana Quer, a la afgana Frakhunda Malikzada, o al mismo padre, las elegías a la madre o la esperanza blanca de la hija; i el lamento que salpicará aquí y allá por un mundo que deja, como por ejemplo en el poema Caza “/ arrastra su lamento per el Valle de la Desmemoria”. Toda una poética en la cual Elisabeta Boțan avanza por una selva semántica de sufrimiento y oscuridad. La afilada hoz del lector irá abriéndose camino entre palabras de fuerte carga de significados. He aquí solamente unos cuantos: vacío, soledad, huellas, tiempo, desiertos, abismos, fuego, sombra, lamento, brasas, lejos, quitar, aislado, perdida, fractura, muerte, noche, misterio... A modo de ejemplo el magnífico poema Rotura que dedica a la poeta colombiana Sofía Rodríguez García:
Se han deshilado las cortinas de lluvia Con su bordado de reflejos del cielo.
La ventana oscura Acaricia su lamento petrificado.
Y tú, Tú recoges En halda las huellas de tus pasos.
Muchos son los poemas que aquí se bordan sobre los manteles de la verdadera poesía, y ahora es a ti, querido lector, a quien corresponde lanzarse al vuelo de estos dos mundos deleitándote de la belleza de las imágenes que aletean por los versos. Puedes comprar el poemario en:
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