En “Contando atardeceres” habla del destino. ¿Cree en él?
Para mí el destino es un como un símbolo que por sí solo no significa nada, pero en el momento en el que una persona le da valor, adquiere toda su fuerza. Al final el destino es una consecuencia de situaciones de la vida a las que has decidido darles un valor para que te acompañen, te den confort y te ofrezcan una felicidad personal. Entre las páginas de la novela, nuestra protagonista lo expresa muy bien: «No sé si creer en las señales sirve de algo, pero ayuda a relacionar a las personas que quieres con las cosas extraordinarias que te suceden y que traen su recuerdo de nuevo a tu cabeza. Y eso es maravilloso». Al final, el destino, como tal, es aquello en lo que quieres creer y que te reconforta.
Parece una novela autobiográfica. ¿Lo es?
Creo que todo proceso creativo tiene una parte autobiográfica más o menos consciente y otra inconsciente (que suele ser la más profunda). El porcentaje exacto de cuánto de autobiográfico hay es parte del secreto de la propia novela e, incluso releyéndola, en ocasiones me cuesta distinguirlas de manera consciente.
Me gusta poner siempre un ejemplo cuando me preguntan sobre ello: «Contando atardeceres» es como cuando una abuela le narra un cuento a su nieta; la abuela lo va leyendo, página a página, pero de vez en cuando se sale del relato para contarle alguna pequeña anécdota de su propia vida, enriqueciendo el cuento original. En nuestra novela pasa exactamente lo mismo: como escritora, voy narrando una historia de la que a veces me separo para mostrar algo muy real de mi vida, pero descubrir cuáles son estos momentos depende de cada persona y es parte del precioso relato que hay detrás de esta historia.
¿Es el verano la mejor época del año para que las emociones salgan a flor de piel?
No sé si es la mejor época del año, pero personalmente creo que es en la que más nos desnudamos física y emocionalmente. Parece lógico que el calor nos invite a sentirnos más libres, a relacionarnos y a abrirnos a los demás. El invierno, siendo una época maravillosa, en mi caso siempre ha venid (imagino por lo friolera que soy) más vinculado al recogimiento personal y la reflexión, y es así, bajo esta apreciación personal, de la forma en la que están tratadas ambas estaciones en la novela. Para nuestra protagonista, la llegada del verano siempre supone una época de cambio y, en este sentido, mi primera novela «La Cuenta atrás para el verano» ya sostenía este argumento, basado en una adolescencia donde todo era una cuenta atrás constante. «Cuando llegues a los dieciocho», «cuando acabes los deberes», «cuando consigas un trabajo…». El verano era ese momento del año en que te desprendías de todo ello y por fin te sentías libre.
“Contando atardeceres” sigue esta línea, pero con un enfoque mucho más maduro, con una protagonista enfrentándose a una toma de decisiones que se vuelven más complejas. Un verano ahora lleno de atardeceres, con sus luces y sus sombras. La vida misma.
Esta novela engancha, es adictiva. ¿Cuál es su secreto para que el lector no pueda levantar la vista de sus páginas?
Creo que, por un lado y fundamentalmente, la transparencia del relato y la búsqueda de la empatía. En la novela ningún personaje se guarda nada. Todos quedan desnudos, a la luz, con sus flaquezas y virtudes, en las situaciones más reconocibles que te puedas imaginar. Una transparencia que tiene la virtud de convertirlos, a ellos y al relato, junto con un estilo muy directo, en algo único. Al final, es curioso cómo lo que parece cotidiano, contado con los sentimientos a flor de piel y siendo honesta, es lo más extraordinario.
Por otro lado, el oficio de escritora. En esta segunda novela he intentado seguir creciendo en la búsqueda de esos pequeños puntos de giro y mecanismos de la escritura en los momentos adecuados, que hagan de la historia algo apasionante y que no impidan desvincularte del texto. No hay nada más preciado para mí que una lectora me dedique su tiempo, y en la novela hay un importante trabajo en la búsqueda de compensarles con una historia adictiva y muy personal.
Los temas principales que toca en el libro son: la amistad, las fases del amor, el compromiso, la enfermedad o el destino, entre otros. ¿Se le queda alguno en el tintero?
Sí, básicamente la novela toca estos temas concretos entre otros muchos de los temas generales de la vida. Son muchos los libros que hablan del amor y de la amistad, de la enfermad y del destino, pero hacerlo de una manera diferente, transparente e identificable, era el principal reto para mí. Transmitir unos valores que, siendo reconocibles por todos, llegaran a las lectoras de una manera personal, muy fresca y cercana, y con un componente emocional que haga sentir la historia como suya. La AMISTAD, en mayúsculas, es el valor central de la misma, desde una perspectiva tan amplia que va más allá de lo que en ocasiones concebimos como tal. Una forma de mostrarla en todas sus formas y matices, desde los más superficiales hasta los más insospechados.
En este sentido, también encontraremos muchos de los temas principales que copan nuestro día a día, como el dolor, la ira, el perdón, la indecisión, el amor propio… todos tienen cabida en esta novela donde se entremezclan de manera proporcionada, buscando el famoso «risanto» para dejar en la lectora un poso de resiliencia y una sonrisa siempre presente.
La Vecina Rubia es una escritora anónima. ¿La conoceremos en algún momento?
Yo siento que las personas que me leen en redes sociales, mi chat de grupo de amigas, que además ahora algunas son las lectoras de mis libros, me conocen a la perfección y para ello no es necesario ponerme cara. De hecho, sentimos que nos conocemos todas y detrás de todas nosotras no hay un rostro. Siempre he dicho que todas tenemos una parte de la Vecina Rubia en mayor o en menor medida. Puede gustarte la ortografía y eres esa parte concreta de la Vecina, pueden moverte las causas solidarias y eres esa otra parte de la Vecina diferente a la anterior, e incluso puede gustarte reírte de ti misma, sin más, y eres otra parte. O incluso puedes ser parte de todo el puzle que es la Vecina Rubia.
La Vecina Rubia es un sentimiento que se vuelca en forma de letras sobre páginas en blanco que acaban formando parte de una novela. Nuestra novela. Lo mejor es que sigamos pensando que todas somos parte de ella, en la forma y el apartado que más le convenga a cada una y, cuando somos todas, no solo hay una persona.
Ser una persona desconocida para el público hace que no pueda firmar libros o presentar sus nuevos proyectos. ¿No supone esto un problema para usted?
Yo creo que se ha entendido lo que la Vecina Rubia representa. Se ha respetado y aceptado que no es la imagen ni la persona que está detrás lo más importante, sino el mensaje. Siempre he sido una fiel defensora del mensaje, bien escrito por supuesto, honesto y real.
Por supuesto me encantaría poder hacer una gira de firmas, pero personalmente ofrezco todo lo que tengo sin guardarme absolutamente nada en cada novela o proyecto, pero sin la necesidad de estar presente, para que quienes la vean puedan recoger la parte que más les guste y hacerla suya. Cuando ocurre esto soy feliz y la felicidad no puede ser un problema.
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