“El programa Quick Reads de The Reading Agency me pidió que escribiese una novela corta que no superase las 20.000 palabras, que no tuviese muchos cambios temporales, que tuviese un único narrador y que su estructura fuese lineal y fácil de de leer. Para mí, fue un reto increíble ya que a mí me gusta escribir mis novelas desde diferentes puntos de vista”, dice la escritora en una entrevista concedida en la Biblioteca Municipal Eugenio Trías, justo a la espalda de la antigua y añorada Casa de Fieras del Retiro.

La escritora nacida en Zimbabue es bastante tímida, pero amable y simpática. No quiso que la fotografiase para la entrevista debido probablemente a esa distancia que imprimen los británicos. Juega con sus gafas durante la conversación, se las coloca en el pelo e incluso muerde las patillas. Sin embargo, sus respuestas son certeras como dardos e inteligentes como un jugador de ajedrez. Muchas de esas respuestas sorprenden por lo atinadas que son.

“Mi personajes son personas corrientes que en un momento dado cometen algún acto deleznable. Son personas que engañan en su forma de ser, pero no hay mayor engaño que el de uno mismo. Eso lo hacemos para justificar nuestras acciones y las de los demás”, sostiene la autora británica que vive en un barco en uno de los canales londinenses y añade “todos somos narradores poco fiables de nuestra propia historia. Los personajes de mis novelas también lo son, de hecho olvidamos muchas cosas que nos han ocurrido para poder seguir viviendo”.

A la autora le gusta indagar sobre la psicología del criminal para entender qué lleva a una persona a desarrollar un comportamiento tan monstruoso como es un crimen; se adentra en el intrincado mundo de las emociones adquiridas en la infancia que determinan los valores y el carácter de las personas. El sentimiento de soledad absoluta es una constante en la vida de la protagonista, primero sintiéndose sola y desamparada por unos padres que tenían que preocuparse de la pobre y débil hermana enferma y, que cree, que a ella la hicieron fuerte. El aislamiento social es el parapeto que la hace sentir segura, superar el acoso de sus compañeros y encerarse aún más en su burbuja.

¿Podemos considerar Punto ciego como un thriller del género domestic noir? Creo que sí, aunque Paula Hawkins se decanta más por “el thriller psicológico”. Ella apunta que “no estoy interesada en la investigación criminal, ni siquiera en la investigación forense. Lo que me interesa es saber por qué una persona cometen un crimen violento y el proceso personal que le llevó a hacerlo”. En su reputada opinión, “todos podemos cometer crímenes según las circunstancias, si estamos en una situación límite o se dan las circunstancia adecuadas”.

“A nadie le interesa escribir sobre criminales estúpidos”

Cree la autora residente en Londres que “en las novelas negras nos encontramos con todo tipo de criminales, la mayoría son estúpidos, pero de éstos no interesa escribir. Para que la trama sea interesante siempre es bueno una lucha de inteligencias, que el criminal sea un tipo listo y que traiga en jaque a los investigadores. Yo prefiero escribir sobre personas corrientes que se vean involucradas en actos criminales, siempre suelen ser personajes desesperados”. En su novela, el malhechor no tiene castigo. “Pero no sabemos que puede pasar cinco meses después. Yo sigo creyendo que el crimen perfecto existe”, subraya.

En “Punto ciego” hay venganza, muchas venganzas. “Muchas personas se decantan por ella, pero rara vez funciona. Yo me decanto por el perdón, siempre es mucho mejor”, afirma Paula. Otro tema de la novela es la violencia de género, “hay muchos tipos de violencia desde la física a la psicológica. En Europa es un problema de primer orden y eso que estamos muy concienciados, no quiero ni pensar como es en otros continentes”, sentencia.

No terminamos de conocer a una persona plenamente

“Cuando un lector comienza a leer una novela negra tiene una serie de expectativas que suelen terminar con el castigo del criminal. Yo no creo lo mismo, para mí lo más importante es mantenerse fiel a la historia que he urdido y a los protagonistas que utilizo. Exploto al máximo las situaciones que creo. Yo nunca pienso en las expectativas”, indica con valentía.

Una de las cosas que mantiene Paula Hawkins en nuestra charla es que “todos tenemos miedo de confiar en las personas para no tener sufrir decepciones, sobre todo a las más cercanas, incluída la pareja. Creo que no terminamos de conocer a una persona plenamente”. Nunca sabremos cómo es la persona que duerme a nuestro lado. Algo que desasosiega como lo hace la literatura de la escritora londinense. De hecho, “Edie es el personaje más oscuro que he escrito nunca”, asevera con rotundidad.

Para finalizar, le pregunto a Paula Hawkins que aún describiendo protagonistas cotidianos, por qué sus localizaciones no lo son. “Los lugares son casi un personaje más de la novela. Creo que la ambientación es importante en una novela, ayuda a ubicar al lector en la trama”. Así se despide, “no hay una fórmula mágica para escribir un buen bestseller. Lo que un escritor debe hacer es comprometerse con la historia que narra, y luego tener un poco de suerte y llegar al lugar adecuado en el momento justo”.

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