Yo, yo, yo… Vivimos tiempos de selfis y autorreferencias, pero no sabemos contarnos. ¿Qué falla?
Ana Martín-Coello. Que hemos abandonado la palabra por la inmediatez de las imágenes. Que no nos permitimos la introspección ni el autoconocimiento. Y eso lleva a que tengamos un discurso vacío, estandarizado, que no cuenta nada de nosotros, de quiénes somos, de dónde venimos, de qué cosas nos importan. La palabra cuenta y contextualiza lo que hay detrás de la imagen.
Ponemos en vuestras manos la posibilidad de lanzar un programa urgente para revertir la situación. ¿Cuáles son las tres primeras medidas?
Pedro Mari Sánchez. Partiendo del análisis previo de cada caso, antes, siquiera, de hablar, es urgente que seamos capaces de dejarnos mirar y mirar al público, a aquellos a quienes vamos a dirigirnos.
Y ya la primera palabra que pronunciemos ha de decirse con una dirección real, no al aire, sino dirigiéndonos a alguien en concreto.
Ana, ¿en qué medida lo que ocurre en la calle pervierte la palabra en política? ¿O es al revés?
AMC. Tenemos la idea de que los políticos son seres venidos de otro planeta y somos nosotros mismos colocados en determinados puestos. Pero no se puede obviar que lo que se hace desde el poder tiene un enorme impacto en la sociedad. Yo creo que se trata de una retroalimentación donde habría que introducir elementos amplificadores intermedios: las redes y los medios de comunicación.
¿Qué consejo das a este respecto a los políticos con los que trabajas o has trabajado?
AMC. Cuando se llega a determinados niveles en política es difícil dar consejos, porque hay demasiado ruido ahí arriba. Pero uno, general, que vale para la política y para la vida, es no construir un personaje sobre algo que no somos, con mimbres que no existen. Porque, tarde o temprano, ese edificio se cae.
Pedro Mari, ¿qué casos de tu vida como actor has recogido para este libro?
PMS. Varios. No quiero desvelarlos todos, pero baste con decir que mi interés por la palabra verbalizada empieza a los nueve años, cuando detecto en mí un problema en mi primera función de teatro de coprotagonista junto a Paco Rabal…
¿Cómo ha sido la experiencia de escribir juntos?
AMC. Estimulante y fantástica. Aunque ya habíamos trabajado textos juntos, en discursos corporativos o políticos, este es un proyecto personal, en el que estamos comprometidos vitalmente.
El libro se titula “La palabra mágica”. ¿Hay una que lo sea? ¿Cuál es vuestra palabra mágica personal?
AMC. Todas lo son o lo pueden ser. Eso es lo que quiere señalar el libro. Pero si hay que elegir una, la mía, en este momento de la vida, es “calma”.
PMS. La mía es, precisamente, “palabra”.
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