Esos diseños enormes, desestructurados y amorfos, tipo saco, casulla, caftán, que pretenciosamente llaman “effortless”; que sepas que no nos gustan, no favorecen y no molan. Cada cual que se ponga lo que le dé la gana, pero no nos llenes Zara de zurullos andrajosos. A nosotras, las que no vamos al “front row” de Dior o Valentino, para dar el pego, solo nos queda el imperio que montó tu padre.
Me parece importante denunciar la hipocresía de los “asesores” de todo pelaje, que comen la oreja a los vips con la única intención de que hagan el ridículo. Ya sabemos que los pobres odiamos a los ricos. De ahí la leyenda urbana de que nadie le dice al rey que va desnudo. Hablando de reyes, con “De Crown” hemos topado. Mira que no me caía mal la difunta “tía Lilibeth”, pero te juro por Carlos III, jefe de la iglesia anglicana, que después del machaque de las exequias con el féretro p`aquí y p`allá, tengo tal empacho monárquico, que estoy a punto de hacerme podemita. Qué peloteo indecente y servil. Y qué tendenciosos los medios de comunicación que están convirtiendo al pueblo en chusma. Un escándalo, tío.
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