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Mijail Gorbachov
Mijail Gorbachov (Foto: Nueva Tribuna)

“EN TRANCE DE EXTINCIÓN”

Por Álvaro Bermejo
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beralvatelefonicanet/7/7/18
viernes 09 de septiembre de 2022, 13:09h

La noticia de cabecera no podía ser otra: ayer el fallecimiento de Mijail Gorbachov, hoy el de Isabel de Inglaterra, dos personajes de enorme relevancia histórica. Entre esas dos efemérides, otro no menos relevante, pero invisible a lo largo de los últimos treinta años –“el hombre más solo del mundo”- ilustraba el cierre de los diarios con otro cierre.

Un indígena conocido como el Indio del Buraco había sido hallado muerto el mismo día, tendido en la hamaca de su bohío, sin signos de violencia y adornado con un tocado de plumas. Se había preparado para “entrar en la muerte”, consciente de que era el último de los suyos, los Tanaru, una etnia exterminada por la codicia de ganaderos y maderos. Una más entre las muchas que se encuentran en trance de extinción, como la Amazonia misma.

El genocidio amazónico se inició a finales del XIX, con la Fiebre del Caucho. Sólo el episodio del Putumayo se saldó con más de trescientas mil víctimas. De ahí en adelante lo cuenta mejor una película, ‘Corumbiara’, cuyo escenario se sitúa en los años ’80 de nuestro siglo. En 2016 fallecía el último chamán de los Akuntsu, uno de los pocos que sobrevivieron a la catástrofe del primer contacto. El Indio del Buraco se convirtió en el hombre más solo del mundo cuando decidió desaparecer, volverse invisible a los depredadores que habían exterminado a su pueblo.

Lo hizo por dos vías. La obvia ya la conocemos: se ocultaba en lo más intrincado de su selva, sólo consiguieron fotografiarle dos veces en treinta años. La no tan obvia pasa por su apelativo. Buraco se traduce como hoyo o agujero, y alude a los que los Tanaru cavaban bajo sus bohíos, ¿para qué? Ni para guarecerse ni para morir, sino para acceder a otro nivel de consciencia.

La geografía -tanto la física como la metafísica- explica la historia. Huir de un mundo en el que ya no te reconoces. Más te alejas, más te acercas a lo esencial. Hacia lo profundo de la selva, hacia lo profundo de tu agujero. Esos indígenas que viven a la manera de los cazadores-recolectores del Mesolítico, perciben nuestra civilización como una amenaza. Con ellos muere la última línea de defensa de la Amazonia. No es sólo la biodiversidad planetaria lo que está en juego.

Hay una rara conexión entre las convulsiones de nuestro mundo y el genocidio silencioso de eso que Claude Lévi-Strauss definió como los Tristes Trópicos. Oteiza miraba al cielo y decía: “Ya no hay huecos en la noche”, queriendo decir: “ya no cabe protección espiritual”. El Indio del Buraco le habría entendido, por eso murió con los ojos abiertos.

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