No ha sido suficiente que confiese: “soy humana y en estos tiempos oscuros necesito un poco de alegría”. Al final ha tenido que pedir perdón. Pero no por ese inocente video donde la dulce Sanna, risueña y feliz, mueve su esbelta anatomía, sino por otras imágenes en Tik-Tok, de una fiesta en su residencia oficial, donde aparecen dos influencers en topless asomadas a la ventana comiéndose la boca ¿Qué pasa? Esto es lo que hace una chica de su edad, rodeada de angelicales amigos en un inocente guateque de fin de semana.
Dice Sanna “Quiero demostrar que en política también puede haber gente corriente” No jodas ¿Me lo dices o me lo cuentas? Echa un vistazo por los Parlamentos de la UE y verás gente corriente, moliente, maloliente y hasta de ínfima calidad, a cascoporro. Qué sepas que yo ni te creo ni te apoyo. Y si pides perdón no me llores como una damisela indefensa. No soporto la cursilería. Se la aguanto a Esther Doña, que también lloró cuando su novio, el juez Pedraz, le entregó el anillo de pedida. Brillantes y zafiros de un azul intenso como los ojos de su amada. Ella sí puede llorar. Pero una tía que va de primera ministra y quiere entrar en la OTAN, ni de coña. A ver si te aclaras, reina mora.
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