Una obra completa, dentro del mundo de la Historia Antigua, es lo que hoy nos ofrece la editora Siglo XXI de España; está claro que este volumen nos enseña, con la calidad editorial habitual, lo que representó este enfrentamiento entre griegos y persas, estos últimos por sus deseos incoercibles de llegar a ser europeos. El director específico es el profesor alemán Bengtson, ya fallecido en el año 1989, cuyos trabajos sobre la historia de los griegos son de referencia. Deseo indicar, asimismo, que la portada es de una elegancia definitoria, y fuera de toda duda. La sinopsis argumental es como sigue: “Mar Nuestro para los romanos, mar Blanco para los turcos, Gran Mar para los judíos, mar Medio para los germanos, el Mediterráneo ha recibido tantos nombres como pueblos se acercaron a sus orillas desde la Antigüedad. Canal esencial para la comunicación de ideas, modelos y valores, así como para el intercambio de mercancías y el comercio, fue escenario de guerras y luchas por la hegemonía del mundo hasta entonces conocido. Su historia es la del origen de Europa y la civilización occidental. En ‘Griegos y persas’, tomo que abre ‘El mundo mediterráneo en la Edad Antigua’, Hermann Bengtson narra la historia de dicho ámbito entre el 520 y el 323 a.C. No solo nos muestra la Grecia de las polis (el plural de ciudades en griego es ‘poleis’) y el Imperio persa o realiza un vivo retrato de los grandes hombres del momento, como Filipo II, Clístenes, Pericles, Jerjes y, por supuesto, el gran Alejandro. También reconstruye la competencia entre Atenas y Esparta, la Guerra del Peloponeso o la batalla de Maratón, y expone cómo, con la expansión hacia Oriente, se inició la mixtura cultural helenística”. Para realizar una historia importante sobre lo que ocurrió entre el Imperio de los persas y las ciudades-estado helénicas, es preciso incrementar el conocimiento de las fuentes; está claro que los griegos tuvieron historiadores eximios, que nos permiten conocer toda la sociología de esta civilización, entre otros de mayor o menor enjundia nombraremos a Heródoto, Tucídides, Jenofonte, etc. El mundo de los griegos, tras la entrada de la dinastía de los aqueménidas en Persia, con el primer Gran Rey llamado Ciro “el Viejo”, en el año 550 a.C., comienza a sentir una muy fuerte presión sobre su civilización, y la inquietud que les produce, incrementa el sentido de pertenecer a una misma identidad étnica, y, en determinados momentos, hasta olvidar sus rencillas. A pesar de la importante derrota del Gran Rey Jerjes, el Rey Asuero del Antiguo Testamento de la Biblia, en la batalla de Salamina (año 480 a.C.), con el aperitivo de desgaste que supuso la batalla de las Termópilas frente a las tropas espartanas y de sus aliados comandados todos por el soberano lacedemonio Leonidas I “el Grande”, los persas siguieron realizando una muy fuerte presión sobre aquellas poleis, que tenían a sus hermanas desparramadas por todo el mar Egeo y, además, en el territorio de la Jonia. Para tratar, o cuanto menos detener de forma momentánea, esta presión social, cultural, política y económica de los persas, se realiza el tratado o Paz de Calias (años 449/448 a. C.), equilibrio inestable por algunos decenios. El Imperio de los persas estudia y corrompe alianzas, por lo que por ello apoyará, a los que estima más fuertes y peligrosos, en la Guerra del Peloponeso (año 412 a.C.) que son, obviamente, los hoplitas de Laconia o Esparta; aunque los lacedemonios sean moralmente mucho más opuestos a los persas, que la otra polis enfrentada, léase Atenas. Todo ello desembocará en la denominada como la Paz del Rey (año-386 a.C.), tan desfavorable para la sociología política de los griegos. Está claro que los helenos necesitan romper aquel yugo, que los ahoga y coarta sus libertades, aunque nunca pudieron pensar que este aire de libertad provendría de unos pseudogriegos, nada respetados por el resto helénico, que aunque sí hablaban griego, tenían comportamientos sociales y culturales bastante diferentes. Pasarán de un amo incomprensible a otro con la misma lengua, pero con maneras autoritarias similares. El dinero lo puede todo, y de ello, y a manos llenas, se ocupará el nuevo estratega griego, que es nada más y nada menos que el Rey de Macedonia, llamado Filipo II, uno de los personajes más taimados e inteligentes de la Antigüedad, quien será el nuevo caudillo de todos los griegos, en la que ya se anuncia como una nueva y definitiva guerra contra los medos o persas; un complot, posiblemente surgido dentro del mismo palacio real de Pela, conllevará el magnicidio contra el monarca macedonio; por lo que los planes militares de destrucción del Imperio de Persia van a caer sobre las espaldas del heredero, inteligencia y amoralidad por un igual, y que la historia conocerá como Alejandro III “el Magno”; solamente los espartanos no lo aceptarán, por lo que en sus memoranda victoriosos nombrará a todas las ciudades, menos a los lacedemonios, quienes no están dispuestos a cambiar su libertad por la gloria macedónica. Alejandro Magno pretende crear una mixtificación entre griegos y persas, por mediación de las bodas de sus soldados y oficiales con mujeres asiáticas, pero su muerte truncará sus planes, que quedarán en las manos de sus seguidores. “En las luchas de los diádocos, sus sucesores, triunfa el macedonismo conservador, pero el peso del carácter original del pueblo iranio se mantiene, con todo, e incluso revive, en el siglo III a.C., en la lucha con los Seleúcidas; las tradiciones del Imperio de los Aqueménidas son reanimadas por el Imperio parto de los Arsácidas, reino que desde su fundación (247 a.C.) fue un adversario en ningún modo despreciable de los Seleúcidas, primero, y luego también del Imperio romano (batalla de Carras, 53 a.,C.)”. Este es el comienzo de este extraordinario libro, que recomiendo sin ambages, siendo como es un servidor un historiador volcado hacia la Antigüedad y el Medievalismo. ¡Sobresaliente! «Libidines ad potiudum incitantur. ET. Dei providentia, hominum confusione». Puedes comprar el libro en:
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