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"En busca de la victoria decisiva. Del punto muerto a la blitzkrieg en Europa. 1899-1940", de Robert M Citino

HRM Ediciones. 2021
martes 23 de agosto de 2022, 17:00h
En busca de la victoria decisiva
En busca de la victoria decisiva

Estamos ante otro estupendo volumen HMR, relativo a la 2ª Guerra Mundial, pero comenzando con un prólogo auténticamente delicioso.

Para esclarecer más la cuestión iniciaré mi análisis con la contraportada de la propia obra: “A finales del siglo XIX las grandes batallas se habían vuelto muy indecisas y las campañas decisivas eran prácticamente imposibles. Esta realidad se había convertido en el mayor problema militar al que se enfrentaban los ejércitos modernos. En busca de la Victoria Decisiva analiza la evolución de las operaciones en conflictos menores y mayores, desde las guerras boer hasta los inicios de la Segunda Guerra Mundial. El célebre profesor Robert M. Citino analiza la guerra a nivel operativo, demostrando la interacción y la tensión entre tecnología y doctrina militar. Su ensayo pone de manifiesto cómo los problemas relacionados con la movilidad –incluidos factores como las líneas de suministro, el mando, el control y la planificación de campañas- obligaron a los ejércitos a buscar y encontrar nuevas formas de combatir. El estudio de Citino es fundamental para cambiar el enfoque actual de la teoría y doctrina militar, al dar importancia a los análisis operativos detallados de campañas reales. Contando con prólogo exclusivo a la edición en español. En busca de la Victoria Decisiva brinda al lector una comprensión global y exhaustiva de la guerra moderna que sigue vigente dos décadas después de su publicación”.

La Blitzkrieg o Guerra relámpago fue una invención, plasmada en la estrategia de la Wehrmacht en la Segunda Guerra Mundial. A finales de mayo de 1940, los alemanes derrotaron a los aliados en la batalla de Dunquerque, y el hecho dejó boquiabiertos a los enemigos de la Wehrmacht que no se esperaban una de las victorias más improbables de la historia, dentro de dicha conflagración bélica. Lo realmente extraño, para todos los observadores del momento, fue que los militares alemanes realizaron todo lo que parecía imposible en la praxis militar desde la Guerra de los Bóer, sangrienta y lamentable producida en la Unión Sudafricana entre británicos y neerlandeses sudafricanos. La ofensiva germana había estado bien planificada, el número de efectivos había sido similar, pero, sea como sea, la victoria de los soldados de Adolf Hitler había sido rápida y decisiva y, además, con un número minúsculo de bajas.

Las cifras no dejan de asombrar más de sesenta años después. En el curso de la campaña, la Wehrmacht había infligido alrededor de 1,2 millones de bajas al coste de solo 65.000 hombres y en seis semanas había logrado la rendición de tres ejércitos enemigos. El cuarto, el británico, escapó solamente abandonando todo su equipamiento”. Ninguno de los intentos de la maquinaria bélica de los aliados pudo conseguir desorganizar la punta de lanza del avance del Heers alemán ni un ápice. Pero, no se debe olvidar, que el jefe de las fuerzas blindadas alemanas era nada más y nada menos que el Coronel General Heinz Guderian, quien el día 20 de mayo de 1940 ya estaba en Abbeville y en la desembocadura del río Somme, mientras que en la medianoche del 21 de mayo de dicho año, los primeros panzers de Guderian estaban en las playas del Atlántico. La prepotencia de los alemanes, por esta inesperada y amplia victoria, fue patognomónica, y esta presunción y soberbia serían el caldo de cultivo de la futura y estrepitosa derrota de la Wehrmacht, ya en el año 1945. Hasta tal punto es así el hecho, que alardeaban de que aquella victoria solo era comparable a la obtenida por Napoleón I Bonaparte, el Emperador de los franceses, en la batalla de Austerlitz.

El teniente coronel Köhn, escribiendo en agosto de 1940, señaló que el mundo exterior ya estaba acuñando consignas como ‘Blitzkrieg’ y ‘las nuevas tácticas’ para describir algo que apenas entendía. Las victorias alemanas en Polonia y Francia no eran un milagro ni un misterio, sostenía, sino el resultado de un brillante liderazgo y de una infantería bien entrenada. Su análisis comenzaba en la cima, con Hitler: ‘Si un liderazgo que es brillante, flexible en sus decisiones y dispuesto a asumir responsabilidades une a todas las fuerzas políticas en una mano y las utiliza al máximo, entonces la victoria está asegurada. ‘Esto no es nuevo en la historia mundial y tiene muchos precedentes”. Para que todo ese éxito de las tropas germánicas se pudiese producir fue, más que necesaria, la existencia de un perfecto engranaje entre todos los cuerpos de ejército de la Wehrmacht, lo que luego ya no se va a producir, tras el desastroso resultado de la batalla de Inglaterra; aquí sí ocurrió, y la infantería estuvo situada en un perfecto engranaje con la artillería, evidente en Polonia y en ambas fases de la guerra contra Francia. Ya que a pesar del poderío de los carros de combate, la infantería tenía la obligación innegociable de romper la resistencia de los enemigos, para “en los últimos cien metros hacerlo sola, únicamente con sus propias armas”.

El libro desarrolla un método genial, que demuestra su calidad y la enorme preparación del autor, ya que va alternando hechos de esa endiablada guerra mundial, con datos de la historiografía de la Antigüedad, como por ejemplo las luchas de los Macabeos contra el gran rey Antioco III “el Grande”, o como ideó el gran estratega griego, Milciades, la batalla contra los persas en Maratón, que conllevó una gran victoria y la salvación de toda la civilización occidental en la Antigüedad. Los hoplitas fueron entrenados, a conciencia para poder recorrer grandes distancias, atravesando la denominada como ‘tierra de nadie’ a todo correr, y estando casi de inmediato, y con muy pocas bajas, en condiciones de coger a la pesada maquinaria persa, del batallón de Los Inmortales, muy poco preparados para resistir ese ataque. En suma, estimo que estamos ante una gran obra militar, sobre la Segunda Guerra Mundial, que da para tanto, que nunca agota sus temas y la capacidad de analizarlos. Por consiguiente, otorgo, con toda modestia por mi parte, pero un interés primigenio, el mejor de los calificativos posibles a este volumen, que lo merece sin circunloquios de ningún tipo. «Obiit Almansur et sepultus est in infero. ET. Qualis artifex pereo!».

Puedes comprar el libro en:

9788417859404
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