Estamos ante una extraordinaria novela histórica, sobre otra de las mujeres importantes de la Historia del planeta Tierra. En este caso se refiere a una mujer maltratada por su época y, gracias a Dios y a la lógica de los hechos históricos, recuperada por los historiadores para la posteridad. Se trata de la vida históricamente narrada, pero muy inteligente y rigurosamente novelada, de la Reina Juana I de León y de Castilla, mal llamada “la Loca”. La contraportada de la editorial refiere, sucintamente, que es lo que se pretende con esta obra. “En 1506, en Burgos, Felipe el Hermoso, el infame yerno de los Reyes Católicos, fallece en misteriosas circunstancias. Para todo el mundo es obvio que no se trata de una muerte natural. Pero, ¿quién habrá querido matarle? Su viuda Juana, la reina legítima, ha de conseguir los apoyos necesarios para poder gobernar. Tiene que hacer frente a la terrible campaña de desprestigio que su marido inició contra ella para declararla loca y sentarse en solitario en el trono de la poderosa Castilla. Así comienza la increíble historia de una mujer que lucha por no ser apartada de un lugar que, por derecho, le corresponde. Juana levantará el rostro y afirmará que nadie puede arrebatarle la corona que perteneció a su madre y que nada la imposibilita para reinar. Pero habrá de hacer frente a terribles enemigos, entre ellos a su propio padre. En este thriller histórico, narrado con excepcional pulso, todos ocultan sus motivaciones mientras un cadáver se dispone a vagar por los eternos campos de Castilla”. Dos correcciones mínimas, pero que estimo más que necesarias y obvias, no existe ni ha existido esa gran Castilla de la que se escribe, ya que la titulación regia es siempre REINA DE LEÓN y de Castilla o viceversa, y en ninguna circunstancia desaparece el grandioso REINO DE LEÓN, en el devenir riguroso de los monarcas hispanos, y en el caso concreto de Juana I, cuando fue coronada y nominada como soberana, en la catedral de Santa María de Regla de León, la denominada como ¡la pulchra leonina!, en la capital imperial legionense, se ondearon los pendones regios, hasta tres veces, por: ¡LA REINA DOÑA JUANA, POR LEÓN; POR LEÓN; POR LEÓN Y POR TODO SU REINO! Esta mujer fue muy desdichada en su vida. La sensación que tenía era la de que todos los que la rodeaban deseaban obtener lucro de ella y, como siempre, su regia dignidad trataba de vencer todos estos obstáculos. Intentaron utilizarla, y aprovecharse de ella, pero nunca cedió, desde su atrabiliario esposo Felipe “el Hermoso” hasta los propios Comuneros de León y de Castilla, o su propio primogénito Carlos, el futuro emperador Carlos V. Nunca recibió afectos, aunque los necesitara vehementemente. Creo que es de rigor citar el análisis muy esclarecedor que, sobre ella, realizó el suegro de su hermana Catalina de Inglaterra, el Rey Enrique VII Tudor de Inglaterra: “Quando yo la vy, muy bien me pareció, y con buena manera y contenencia hablaba, y no perdiendo punto de su autoridad; y aunque su marydo y los que venían con él la hazyan loca, yo no la vy sino cuerda”. La Reina Juana I de León y de Castilla es una mujer anulada, ya que los cortesanos de la época le niegan su capacidad para reinar; tratan, por todos los medios a su alcance, de arrebatarle sus derechos a ser la soberana titular de León y de Castilla. Lo realmente lamentable, aunque hay que ceñirse a la época y no lo disculpo ni mucho menos, es que le ocurre lo que se narra por ser mujer, ya que si hubiese sido un varón se le hubiese permitido reinar, aunque sí con un cierto control. Lo que llama la atención en su devenir vivencial estriba en el fallecimiento inesperado de su lamentable esposo, Felipe I “el Hermoso”, en cuya deseada muerte se produjeron, y así se indicó en la época, factores relacionados con el envenenamiento, del que culpabilizaron a su suegro, que no lo soportaba ni lo aceptaba, el Rey Fernando “el Católico”, V de León y de Castilla, II de Aragón y I de Navarra. Este hecho, ciertamente discutible, pero muy emocionante, ha facultado al autor de este libro para seguir este leit motiv, que enaltece y complica la narración. Pudiera ser que la Reina Juana I tuviese indicios del hecho, y los repudiara absolutamente, y en estas condiciones su psique sufriera indeciblemente hasta llegar a entrar en una ciclotimia. Esta novela-histórica es ciertamente fiable, en lo relativo al hecho histórico a narrar, salvo en los habituales errores hispánicos en lo que se refiere a la titulación de los monarcas, acompañado con una sinopsis importante del árbol genealógico familiar. Su habitual descalificación de que estaba poseída por una ‘locura de amor’ es insostenible, artimaña urdida por su esposo, y que luego es aceptada por su padre y por su hijo. Estamos ante una de las regias féminas hispanas más desgraciadas de la historia; a ella, y a todas sus hermanas, las educaron dentro del hecho de la defensa de su linaje, por el que tanto había luchado para llegar al poder su madre, Isabel I “la Católica” de León y de Castilla, quien había tenido que demostrar, fehacientemente y con energía, que ella era ‘la Reina e subcessora destos Reinos de Castiella e de León’. A partir del año de 1509 vivirá encerrada en la villa de Tordesillas, por orden paterna y filial. Estamos, por consiguiente, ante otra extraordinaria novela-histórica, que define, de forma palmaria, la dignidad de una reina y de una mujer, la cual afirmará, sin ambages, que la Corona de los Reinos de León y de Castilla le pertenece, y que en ninguna circunstancia está imposibilitada para reinar. “Juana permaneció en Tordesillas hasta su muerte el 12 de abril de 1555. En total, estuvo recluida durante cuarenta y seis años. Las condiciones de reclusión fueron absolutas y hubo largas épocas en las que, incluso, se le impidió salir de su habitación. Careció de cualquier contacto con el exterior y se le ocultó la muerte de su padre, que le fue comunicada cuatro años después. En aquellos cuarenta y seis años, fue maltratada, vejada y golpeada sin piedad. Nunca dejó de ser reina”. En suma, estamos ante una eximia novela-histórica sobre la tragedia de vida que padeció la reina Juana I de León y de Castilla, tal como ella se nominaba. Mi felicitación a la Esfera de los Libros por su delicada y exitosa elección bibliográfica. "Iurare iussit numquam me in amicitia cum romanis fore. ET. Diuide et impera". Puedes comprar el libro en:
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