Algunos de los compañeros de Matías quieren subir a por él y pegarle cuatro tiros, pero el capitán desea darle una oportunidad. Sin embargo, el chico se niega a rendirse. Solo tiene 15 años. Y no tiene miedo a la muerte. Porque el único momento en el que no se tiene miedo a morir... es cuando casi no se ha vivido.
Así comienza 15 una obra que es más que un relato sobre la guerra civil: es una parábola sobre la imposibilidad de la inocencia o la compasión cuando la violencia lo arrasa todo, sobre el miedo, sobre cómo crece la crueldad y se marchita la ternura cuando las circunstancias lo permiten e incluso sobre la forma en que los hombres crecen y se educan.
Hemos hablado con el guionista, David Muñoz y el dibujante, Andrés G. Leiva, sobre esta obra.
David, ¿cómo llegas al conocimiento de esta historia, basada en un hecho real?
David: La encontré leyendo un blog en el que se recopilaban varias noticias que habían aparecido publicadas en la prensa de la época sobre “pacos”, o sea, los francotiradores franquistas que actuaron en Madrid durante la Guerra Civil. Pero la noticia era muy escueta, lo único que se decía era que un “paco” de diecitantos años, hermano de un falangista que había sido fusilado, se había liado a tiros con varios milicianos y que luego estos le habían abatido. A partir de aquella noticia fui imaginando lo que podía haber ocurrido durante esas horas, y así es como nació “15”.
Hablemos de los personajes. Matías, el líder republicano, representa la piedad. Pero tampoco es una piedad casual, natural, nace del recuerdo de su hijo.
David: Ante todo, Matías es un buen hombre o, más bien, alguien que quiere seguir comportándose bien, de una forma moral, en mitad de una guerra. El recuerdo de la muerte de su hijo, víctima de una de las muchas bombas que dejaron caer los aviones franquistas sobre Madrid (algunos de ellos en realidad alemanes, préstamos del nazismo), le hace empatizar con el chico, pero al mismo tiempo le da razones para querer vengarse de todos aquellos que luchan por los asesinos de su hijo, como los “pacos”. Al contar esa historia del hijo, una de las cosas que pretendía era que fuera muy difícil saber qué decisión iba a tomar Matías al final de la historia. Porque tanto puede ser generadora de empatía como de odio.
En Severo, por el contrario, encontramos cierto placer cada vez que se confirma que va a poder matar al chico. Uno piensa a veces que es uno de esos tipos a los que el bando quizá no le importa tanto como poder dar salida a los instintos. Y que tiene demasiado claro quiénes son los buenos y quiénes los malos.
David: Sí, Severo funciona como contrapunto a Matías. Pero nunca he creído que sea simplemente un asesino sin más, o alguien que hubiera disfrutado ejerciendo la violencia en otras circunstancias. Para mí, Severo es alguien que, aunque puede haber tenido un pasado tan idealista como el de Matías, se ha cansado de luchar por hacer lo “correcto”, sobre todo porque sabe que es imposible. Se ha rendido. Lleva mucha guerra encima, ha visto ya muchas atrocidades -quizá él mismo ha cometido alguna, siempre siguiendo órdenes-, y se refugia en el cinismo y el desencanto para no sufrir más todavía. Digamos que acepta “las reglas” de la guerra (o más bien la falta de ellas) de una manera que a Matías le resulta imposible. Matías vive en un conflicto continuo, mientras que Severo lo ha superado. Hace lo que le ordenan sin preguntarse el sentido o no de las órdenes que recibe. Se ha convertido en un verdadero soldado. Y Matías aún se siente un civil y piensa como un civil. Porque eso es algo que tienen en común ambos personajes: ninguno es soldado profesional. Se alistaron voluntarios al inicio de la guerra para parar el golpe de estado franquista, pero hasta ese momento, siendo como son gente de ciudad, no de campo, es muy probable que nunca hubieran cogido un fusil.
Andrés, ¿cómo fue el trabajo de compaginar guion y dibujo? ¿Se trabajó con el guion ya cerrado, o desde el dibujo se abrieron nuevas vías a la narración?
Andrés: Sí, se trabajó con un guion cerrado, en el que a veces había que retocar alguna cuestión. David me ofrece mucha libertad creativa. Es algo que agradezco, creo que no podría trabajar con un guion donde apareciera señalado hasta el más mínimo detalle de la viñeta.
De hecho, él no me hace muchas anotaciones ni me manda un texto farragoso e interminable, por lo que la planificación y estructura de la página corría por mi cuenta. Y poco a poco (es mi primer trabajo largo con guion ajeno) establecimos un método de trabajo en el que estábamos involucrados los dos. Yo le mandaba la página a lápiz, a modo de bosquejo y él me daba el ok o buscaba si había algo que no cuadraba y era pertinente cambiarlo. Más tarde ya se entintaba definitivamente. La verdad es que he aprendido mucho en el proceso.
A nivel gráfico, ¿qué llevó a optar por el blanco y negro?
Andrés: Ya estaba decidido desde el principio. Esto fue idea de David y a mí me pareció una decisión acertado para la historia que queríamos contar. Así que trabajé con los mismos materiales y utilicé los mismos recursos que en mis dos cómics anteriores: tinta china, rotrings, rotuladores y algo de pincel. Todo muy básico. Lo que más me interesaba en este proyecto era que el dibujo estuviera al servicio de la narración, que el ritmo que tenía la historia no se rompiera por medio de ningún artificio innecesario. Y quizá el blanco y negro no ofrece ninguna distracción.
Eso sí, hice una labor de investigación, búsqueda de personajes y escenarios muy concienzuda.
La guerra es otro personaje, porque la ley y la humanidad se conculcan y regresa cierto primitivismo que puede ensuciar incluso la causa más justa. Y aparecen esos hombres como Severo, que no dudan.
David: Eso es algo que siempre me ha interesado mucho: una vez empiezan los tiros, es muy difícil, casi imposible, seguir siendo de los “buenos”, incluso aunque estés luchando por una causa justa (y la de defender la República lo era). No hay guerras honorables, aunque muchas veces nos las hayan contado así en el cine y la televisión. Al final, muchas veces se trata solo de sobrevivir a cualquier precio. Puedes llegar a hacer cualquier salvajada con tal de salvar la vida. Es cierto que puede haber momentos de heroísmo, por supuesto, pero es más común el horror. Los soldados que vuelven de la guerra con estrés postraumático se han visto expuestos a experiencias terribles por las que nadie debería pasar. Pero para eso deberíamos vivir en un mundo mucho mejor que este.
El miedo juega un papel clave en la trama. Puede más que la piedad, de algún modo. Aunque también es, de alguna manera, la presencia del azar la que determina la suerte de Alejandro.
David: Al final, Matías elige la opción menos mala de todas las que se le ofrecen. Teniendo en cuenta que no hay ninguna buena. Solo las hay malas y peores. Esa es una de las cosas que más me interesaban de la historia: llevar a Matías a un punto en que lo que él querría hacer, o sea, permitir vivir a Alejandro, deteniéndolo para que sea juzgado, es una opción peor que matarle en ese mismo momento. En realidad, cuando Matías aprieta el gatillo sí que está llevando a cabo un acto piadoso. La paradoja es que al mismo tiempo es algo horrible, porque lo que está haciendo es ejecutar a un niño desarmado. Y sí, el azar juega un papel importante en la historia. Si el edificio donde se esconde el chaval no hubiera quedado medio derruido por culpa de un bombardero, igual podría haber escapado, pero al quedarse sin vía de escape, no tiene más remedio que esperar la llegada de los milicianos sabiendo que con toda probabilidad eso va a significar su muerte. Pero que podía morir es algo que Alejandro ha tenido claro desde que cogió su fusil y se lío a tiros con los milicianos. Explorar ese tipo de mentalidad es otra de las cosas que me llevaron a escribir “15”. Llevaba tiempo pensando en contar una historia acerca de cómo, muchas veces, cuando más tienes que perder menos miedo te da perderlo. Siempre me ha fascinado que temamos más a la muerte a los 50 años que a los 17. De hecho, durante un tiempo el cómic llevó un epílogo contando brevemente otras historias reales de adolescentes que han perdido la vida inmolándose por una causa u otra, pero al final decidimos eliminarlo. Nos pareció que no hacía falta remarcar tanto uno de los temas más importantes de la historia.
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