Es académico de la Academia de Buenas Letras de Granada, de la Academia Hispanoamericana de Buenas Letras con el sillón de Ramiro de Maeztu, de la Academia de las Artes Escénicas de España, de la Academia de Artes Escénicas de Andalucía, de la que es fundador también, y de la Real Academia de Córdoba, presidente de honor de la Asociación Andaluza de Escritores y Críticos Literarios (AAEC) y de la Asociación Internacional Humanismo Solidario (AIHS). Se nos acabaría el papel si tuviéramos que escribir sobre Morales Lomas y su trabajo literario.
Francisco, tu trayecto como docente y escritor impresiona ¿Alguna vez echas la vista atrás y te sigues viendo en Campillo de Arenas?
Por supuesto, no solo me sigo viendo sino que hace unos días estuve allí para ver cómo están los olivos y algunos almendros que todavía poseo. Recorrí la tierra, observé unas malas hierbas que le habían salido y no había manera de eliminarlas, y en ese momento me venían muchos recuerdos de la infancia y de un aciago día en que pude fenecer allí mismo pues, mientras estaba entretenido jugando con algún insecto, a un campesino que trabajaba con una maza bellota y un cincel partiendo troncos se le escapó la maza y fue a dar en mi frente.
En el fondo creo que somos siempre la misma persona por muchos años que cumplamos. Aquel niño que jugaba con los insectos mientras un mazo le golpeaba.
Consulto tu completa página web: https://www.moraleslomas.com/ con una amplísima biografía, meticulosa, en la que has desvelado muchos momentos íntimos y descubro que está impregnada de referencias a la naturaleza (el mar, el campo) y a esos lugares que han dejado su huella en ti. ¿Vida y literatura van unidas?
Desde luego siempre fue así. Tanto en narrativa como en poesía están muy presentes. Siempre he tratado, además, de que exista una constante relación con ella y he pasado muchas horas, por ejemplo, por las montañas de La Alpujarra paseando. Otro de mis grandes atractivos fue siempre el mar que simboliza la templanza y en cierto modo la paz. En mi obra están muy presentes ambos en múltiples situaciones. La literatura tendría poco que decir sin la vida. Es su alimento, su ser. Solo se puede llegar a ésta desde el conocimiento del ser humano y sus vivencias, en un espacio, en un tiempo… el que nos ha tocado vivir. Su maridaje es total.
Empezaste como poeta, casi al tiempo de decidir dedicarte profesionalmente a la docencia. ¿El poeta enseña mejor?
Comencé a publicar poesía pero desde siempre los otros géneros fueron de la mano. De hecho, allá por los años 70 escribía ya relatos (en mi último libro El ojo del huracán de hecho aparece un libro de esos años) y también teatro. Sobre todo la vía absurda, esperpéntica…; de hecho en el 81 escribí una obrita sobre el golpe de Tejero y, al mismo tiempo, en el mes de febrero de 1980 entrevistaba a Francisco Umbral en su casa de calle Juan Ramón Jiménez de Madrid con objeto de cerrar la tesina sobre su narrativa escrita desde 1965 a 1979.
En consecuencia, la escritura ha sido siempre plural. No me he centrado en ningún género en concreto, si bien es verdad que ha habido épocas en que he publicado más poesía que otro tipo de obras. Y viceversa.
La lírica siempre se ha dicho que es la quintaesencia de la escritura por su capacidad para emocionar y también por la dificultad de manejarla adecuadamente, aunque hoy día todo el mundo dice que es poeta.
La política también te sedujo. ¿Siempre tiene que haber un espacio para el compromiso?
Durante mucho tiempo este compromiso existió y sigue existiendo, aunque no milite ahora en ningún partido ni en ninguna organización sindical, aunque soy consciente de su necesidad. No obstante, me di cuenta hace años que era complicado para mí defender hermosas ideas que ipso facto debía contradecir y negar. Fue entonces cuando opté por defender aquellos ideales desde otros ámbitos: el asociacionismo preferentemente. Primero en organizaciones como Instituto de la Paz y la Ecología y, posteriormente desde ateneos u otro tipo de asociaciones culturales...
¿Es así como surge el Humanismo Solidario en 2013?
Humanismo Solidario surge en el 2013 gracias a que los miembros del grupo fundador percibíamos entonces una necesidad de mostrar nuestra voz y nuestra visión de una dura realidad. Sin embargo, en mi caso concreto es algo en lo que he estado siempre desde que me conozco y daba clases durante la adolescencia a personas con riesgos de exclusión social en las Hermanitas de los Pobres de Granada. Después hubo compromiso político y social, pero siempre ha existido en mi obra, a poco que se lea con cierta profundidad. No es algo que surja desde luego en 2013. No obstante, la importancia de Humanismo Solidario radica en su necesidad, en una época en la que de nuevo estamos cada vez más al borde de un precipicio.
Igualdad, Solidaridad y Fraternidad parecen conceptos ahora obsoletos. ¿Qué pueden hacer unos escritores y críticos literarios por la humanidad?
Fueron las grandes ideas de la revolución francesa y las revoluciones burguesas, trasladadas luego a la Declaración Universal de los Derechos Humanos que deben ser hoy la gran guía de la humanidad en su conjunto. Desde luego no son en absoluto conceptos obsoletos o retóricos aunque hay un largo recorrido hasta que se hagan efectivos a nivel universal, pero es este el camino. El escritor puede aportar mucho ofreciendo una visión amplia del mundo, sus contradicciones y sus avances. Es una voz que puede poseer en un momento determinada lucidez. Unos tienen más lucidez que otros, sin duda. Y sobre todo el efecto de la paideia, siempre tan necesario. Y, al fin y al cabo, lo que nos hará más libres y humanos.
Ahora tengo en mis manos uno de tus libros: El ojo del huracán, un libro escrito durante más de cuarenta años, si tenemos en cuenta que has recopilado cuentos desde tus comienzos. Dices que los cuentos son el alimento de la infancia y el alimento de toda la vida. Imagino que toda esa vida narrativa cuesta mucho ponerla sobre una mesa y seleccionarla. ¿Es esta una antología más de reflexión o de análisis de tu narrativa?
El ojo del huracán reúne mi obra breve en narrativa a la que he llegado desde múltiples horizontes y siempre con la intención de ofrecer una gran pluralidad de registros y perspectivas sobre la realidad y sus personajes. En gran parte todos ellos forman parte de un recorrido vital y forman parte de mi identidad como ser humano. Como decía Juan Francisco Ferré recientemente: “El ojo del huracán, la metáfora inscrita en el título, explica la posición nada privilegiada del narrador en la mayoría de las historias. Personaje que vive sumido en las turbulencias de la existencia pasional o pulsional, o las observa desde muy cerca, pero acierta a integrar en los relatos, pese a la cacofonía y el caos del mundo, la inteligencia de la palabra y la lucidez de la mirada analítica”.
Puedes comprar el libro en: