Este nuevo y extraordinario ensayo-histórico, desarrollado con una perfección encomiástica, y un análisis histórico de lujo, narra cómo se produjo la destrucción de la República del SPQR; culpabilidad absoluta de las Idus de marzo del año 44 a.C., cuando se produjo el magnicidio senatorial de Gayo Julio César. Sus seguidores Gayo Julio César Octaviano y Marco Antonio se despedazarán, y la República caerá estrepitosamente en el mundo de la historia. El título es sumamente oportuno, ya que en efecto Roma sería traicionada. “En los idus de marzo del 44 a.C., Julio César fue asesinado. Su muerte, señalada por la erupción de un volcán y la aparición de un cometa, dio origen al periodo más convulso y al mismo tiempo decisivo de la historia de Roma. En él se sucedieron guerras, cambios revolucionarios y grandes traiciones. Dos personajes antagónicos, Octavio y Marco Antonio, pugnarían por conquistar el poder absoluto en la transición de la Roma republicana a la imperial. Su lucha llegaría a su punto culminante en Accio, una de las batallas más trascendentales de todos los tiempos. Tras el gran éxito de ‘Roma victoriosa’ y ‘Roma invicta’, Javier Negrete vuelve a sumergirse de lleno en la historia del pueblo romano y, sobre todo, de los generales y soldados que debían defender la República y que, sin embargo, la acabaron destruyendo”. Lo complejo de este ensayo-histórico se produce por la maestría con la que está escrita; a pesar de lo difícil que es el hecho narrado, y que da pie a todo el resto de la narración. Está claro que es, de forma indudable, lo relativo al asesinato del dictador perpetuo, Gayo Julio César, lo que es el hilo conductor de toda la narración, que desde la primera página se va a desarrollar, paulatinamente, hasta el dominio final del nuevo príncipe de Roma, léase Emperador César Augusto. El autor, que es profesor importante en la cacereña Plasencia, territorio muy vinculado al rey Alfonso VIII de Castilla “el de Las Navas de Tolosa”, repoblador y fundador; tiene un conocimiento exhaustivo de la historiografía romana de la Antigüedad, y se nota claramente en el uso acertado de los textos, bien de Suetonio, como de Plutarco, Dión Casio o de Tito Livio, entre otros de mayor o menor enjundia. La salud de Julio César no era todo lo buena que él necesitaba, para hacer frente a la multitud de enemigos que le odiaban y esperaban su caída. Se piensa, según estudios recientes, que el dictador de Roma que presentaba ataques epilépticos referidos siempre por los historiadores, denominados los mismos como MORBUS COMITIALIS; en realidad serían pequeños y reiterados accidentes cerebro-vasculares transitorios, cuyas secuelas suelen desaparecer de forma inmediata. Estos AITs suelen provocar pérdidas momentáneas de movilidad, con los pertinentes cambios de humor, que pueden conllevar en personajes de tanto poder, ataques de ira arrebatada, y pérdidas del habitual autocontrol cesariano. Ya existían antecedentes de patologías vasculares en la familia, ya que su padre había pasado a mejor vida, en una edad relativamente joven, cuando se agachó para atarse los zapatos; se puede colegir un problema cardiovascular de primera magnitud, como un IAM o Infarto Agudo de Miocardio o un ICTUS masivo o Accidente Cerebro Vascular de gran magnitud, esto demuestra una tendencia genética o de incidencia familiar a los problemas cardiovasculares; además de que se sabe que no era César un hombre de vicios importantes, por ejemplo se conoce que era abstemio, ya que así lo manifestaría en el pasado el dictador Lucio Cornelio Sila. En ese momento histórico, Gayo Julio César está matrimoniado con Calpurnia, hija de Lucio Calpurnio Pisón Cesonino. Tras la muerte de su esposo (con el que estuvo casada entre los años 58 a 44 a.C.) entregó a Marco Antonio todos los escritos personales de Julio César, incluyendo el valioso testamento, y nunca volvería a casarse. La muerte de César estuvo señalada por la erupción de un volcán y la aparición de un cometa, hechos negativos que anunciaban el periodo más convulso y decisivo de la historia del SPQR. A continuación guerras, cambios revolucionarios y grandes traiciones anunciaron el cambio de régimen hacia el Imperio. El cenit de este tiempo se produjo en la batalla de Accio, en la que los barcos y las tropas de Octaviano y de Marco Agripa batieron, de forma inmisericorde, a las homónimas de Marco Antonio y de Cleopatra VII Filópator. El personaje extraño y muy próximo a César, y que intervendrá en el deseo cesariano de no ir aquella mañana al Senado de Gneo Pompeyo Magno, se llama Décimo Junio Bruto Albino, tan próximo al dictador romano, que se piensa que las palabras dirigidas a un Bruto, mientras caía acuchillado por las decenas de manos que lo asesinaban, no eran para Marco Junio Bruto sino para este otro, a quien precisamente iba dedicado su testamento, tras el nombre de su sobrino-nieto Octaviano; pero Marco Tulio Cicerón prefería a Marco Bruto que a Décimo Bruto. Su influjo sobre César es tan importante que se compromete a convencerle para conducirle al Senado, y así será. Ya había sido uno de los lugartenientes cesarianos en la Guerra de las Galias; consiguiendo torcer el influjo del terrible sueño sufrido por Calpurnia. “Décimo Junio Bruto Albino, que provenía de una familia muy destacada en los últimos tiempos –tanto su padre como su abuelo habían sido cónsules-, se hallaba muy vinculado a César, a cuyas órdenes llevaba sirviendo desde los primeros tiempos de la guerra de las Galias. Antes incluso de cumplir los treinta años, Décimo había comandado la flota que en el 56, en unas aguas mucho más turbulentas que el Mediterráneo al que los romanos estaban acostumbrados, derrotó a los vénetos, dueños hasta entonces de la costa norte de la Galia. Gracias a esa victoria, la región conocida hoy día como Bretaña francesa cayó en poder de César y le sirvió de puente para cruzar el mar en las campañas posteriores contra la isla de Britania”. Estimo, modestamente, que este preámbulo puede servir para comenzar la lectura de esta obra, que califico de sobresaliente. Presenta todos los condimentos necesarios para llegar a buen puerto, y el resultado es excelente. Plenitud de recomendación, por mi parte, por obra, autor y editorial. «Homo sunt, humani nihil a me alienum puto». Puedes comprar el libro en:
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