¿Tiene usted necesidad de escribir relatos? He escrito más novela que relatos, aunque, en realidad, se trate de novelas de mediana extensión. Lo de “necesidad” me parece un tanto excesivo, pero, vaya, lo que sí me apetece es contar historias: cortas o largas, eso no lo planifico, cada una tiene su ritmo. Según Julio Cortázar la novela se gana por decisión y el relato hay que ganarlo por nocaut. ¿Comparte esa apreciación? En el caso del relato corto, del cuento, creo que sí es así. En el caso del relato de mediana extensión, y por seguir con la metáfora del boxeo, se gana por decisión, pero es preciso haber causado algún derribo por el camino. En todo caso, en el relato de mediana extensión lo que sí considero es que el autor tiene que proponer un final diáfano. No por ello cerrado, pero sí que se tiene que comprometer. En la novela, el final puede ser bastante menos preciso. O incluso impreciso. Pero, vaya: tampoco es que me empeñe especialmente en semejante teoría. Se trata de mi experiencia, nada más. Háblenos de su libro “Todas las vidas”. Se trata de un conjunto de historias que reflejan personajes y situaciones muy diversas pero que, no obstante, sí que creo que tienen nexos comunes: esencialmente, los personajes viven, por así decirlo, en un “tiempo de descuento”, en una encrucijada vital de la que depende su salvación, su propia dignidad. Se trata de gentes que caminan muy próximos a la línea de sombra, a esa raya, muy imprecisa, que marca lo correcto de lo incorrecto, lo bueno de lo malo -o de lo que la sociedad define como tal-, el sueño de la realidad, el amor del desamor... Todos ellos tienen algo circense, se mueven por el “más difícil todavía.” La literatura y la música tienen una larga relación de intercambios entre escritores y cantautores. ¿Cómo ocurre su acercamiento a la obra de Joaquín Sabina y en especial a la canción “La del pirata cojo”, fuente de inspiración de su libro? Yo había escuchado, desde luego, muchas veces esa canción, como otras muchas de Sabina. Pero no fue hasta el momento en el que estaba escribiendo el cuarto relato -en la edición original, en gallego, son ocho; en esta, en castellano, cinco-, cuando, escuchando la canción mientras conducía, caí en la cuenta de que los argumentos de mis historias coincidían de alguna manera con lo que dice el tema en algunos de sus versos. A partir de ahí, ya surgió el resto. Bob Dylan, premio Nobel de Literatura. ¿La música hecha por cantautores también es literatura? He escuchado y leído opiniones variadas sobre esa cuestión. Pero, personalmente, no tengo ninguna duda de que la música, de cantautores o sea de músicos de rock, bossa nova... sí que es literatura. O que puede ser literatura, por lo menos. Volvamos al cuento como género. Mucho se dice que en España la industria editorial le presta poca atención a esta expresión literaria. ¿Y el público, son muchos los lectores de cuentos y solo se trata de una subestimación del negocio editorial? Es una pregunta que se me escapa un tanto, habría que planteárselo, mejor, a un editor. Lo que sí es cierto es que se publican menos volúmenes de cuentos y de relatos en castellano, ¿no? En Galicia, y en gallego, no sucede lo mismo. Repito: no sé, por así decirlo, si es primero la gallina o primero el huevo. Quiero decir, si no se publican más libros de relatos porque no hay demanda o si se trata de una subestimación de la existencia de un público al que sí le apetecen esa clase de volúmenes. ¿Quiénes son sus referentes como cuentistas? Hay, desde luego, en la historia de la literatura universal magníficos autores de cuentos y de relatos. Pero en la literatura gallega contamos con una magnífica tradición: Castelao, Dieste, Blanco Amor, Cunqueiro... o, en nuestra actualidad, Méndez Ferrín o Manuel Rivas han escrito excelentes libros de cuentos o relatos. Me encuentro muy cómodo en ese espacio y con esa compañía. Puedes comprar el libro en:
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