La última novela de Rafael Reig aborda el tema del final de la vida con humor, serenidad, melancolía y literatura, mucha literatura. La fotografía de la cubierta no es la de un anciano, como el protagonista de la novela, sino la de un sesentón que va caminando por el balasto junto a unas vías de tren. Bien podría ser una foto del propio autor, tomada de espaldas.Y quizá sea una clave muy interesante de lo que vamos a encontrarnos en las páginas de El río de cenizas: aparte de originales distopías, como el Madrid navegable de Sangre a borbotones, es la primera vez en muchos años que Rafael Reig se centra en un futuro cierto. Más allá de los dos excelentes tomos del “Manual de literatura para canívales”: Señales de humo y La cadena trófica, la novela Para morir iguales marca un giro en la trayectoria de Reig, tanto por la temática (la Transición, la juventud y primera madurez, la mezcla de la literatura culta con la popular…), como por los aspectos formales, con un estilo tan fluido que parece sencillo, siempre accesible, que exige un extraordinario dominio de la escritura. Luego vinieron varias novelas más, como Todo está perdonado (premio Tusquets), Lo que no está escrito, Un árbol caído o la más reciente y desgarradora Amor intempestivo. En ellas dio un buen repaso a los años inmediatamente posteriores a la muerte de Franco y a su propia juventud. Siempre hablando de sí mismo, de su experiencia, de la vida política y social española, con chascarrillos y bromas de por medio, y con sus lecturas como eje vertebrador. Al final, toda la vida de Reig está en su literatura. Y toda la literatura de Reig está en su vida. El río de cenizas cuenta el ingreso de un anciano nacido en 1945 en una residencia de un pueblo de la sierra madrileña. Ha sufrido un íctus y, a pesar de tener reducida su movilidad, va cada día al pueblo cercano a avituallarse de ginebra y salchichón. Compra libros de bolsillo (Salustio o Santa Teresa) mientras evoca sus antiguas lecturas (César Vallejo o Claudio Rodríguez) y a sus antiguos amores. A la vez tiene encuentros con su hijo y la pareja de este. Para completar el cuadro hay una pandemia con un portavoz gubernamental desopilante, muy próximo al Fernando Simón real. La pandemia la han provocado los gorriones y obligan a la población a taparse uno u otro oído, según. Esto es todo. Un argumento sencillo, un personaje muy bien definido y la muerte de telón de fondo. Como casi siempre en la obra de Reig, la acción transcurre en su entorno cotidiano. En este caso son las estribaciones del Guadarrama, la Maliciosa, y un pueblo sin nombre que se parece mucho a Cercedilla en sus paisajes y paisanajes. Es posible que sea la novela más sarcástica de Reig. Y también parece que se encuentra entre las más melancólicas. Y humorística, por supuesto. Es seguro que es una novela para entender el presente y para entendernos un poco más. ¿Por qué escribe ahora Rafael Reig sobre la muerte cercana (ya lo había hecho antes en Amor intempestivo, por ejemplo). Es posible que haya dejado de mirar por el retrovisor y ahora mire hacia adelante. Eros y Thánatos, los dos grandes temas universales, se aunan en una obra fácil de leer, pero en absoluto frívola. El río de cenizas es una novela necesaria, imprescindible. Sería una catástrofe que quedara como una obra más, reducida a ser una recomendación para leer en el mes de julio. Ya es hora de que se reconozca a Rafael Reig como el gran autor que es. Su visión del mundo es una extraordinaria necesidad: sé feliz y vive despacio. Puedes comprar el libro en:
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