Con prólogo de Juan Francisco Ojeda-Rivera, dibujos de Daniel Bilbao, y un buen número de fotografías de los artífices del desarrollo de dicho enclave que quedan vivos, los autores de este libro nos cuentan, después de múltiples conversaciones con los autóctonos del lugar -la aldea de El Rocío situada en el término municipal de Almonte-, las vicisitudes que hubieron de transitar sus moradores, desde la formación de las primeras chozas y alguna otra estructura algo más sólida, en dicho núcleo poblacional, hasta finales de los años cincuenta, época en que, por las razones que se dirán, vino a revolucionarse dicho espacio y a entrar por derecho propio no solo en los mapas sino también en la guías turísticas de España y el mundo.
“El Rocío antes del alba” es un libro que navega entre lo literario -con magníficos pasajes bucólicos que parecieran a veces compartir esencias de realismo mágico, sin serlo-, lo histórico, lo paisajístico, lo medioambiental, lo etnográfico, lo sociológico, además de múltiples datos sobre la adaptación del ser humano a un medio realmente hostil y no fácil de domesticar, perdido en el confín de un mundo primigenio y atávico como era Doñana antes de ser lo que es ahora, en nuestros días.
El libro nace en primer lugar de la necesidad de Juan Villa y de José María Boixo de llenar la falta de explicación del por qué nació dicho enclave y, por otro lado, de servir de testimonio y poner en valor lo que lucharon y padecieron generaciones pasadas para subsistir, en un lugar que pareciera no estar destinado a que los humanos vivieran en el mismo, abarcando no solo El Rocío, sino también Matalascañas, Cabezudos y las ya desaparecidas aldeas del Abalario y Los Guayules.
La técnica utilizada para escribir dicho texto ha sido las conversaciones llevadas a cabo por los autores con las personas que aún quedan vivas y que padecieron -no se debería utilizar otro epíteto- en carne propia el despertar de los lugares citados, en la década de los años cincuenta y posteriores.
Según los datos que aportan, “la primera aparición de El Rocío en los papeles data de 1335” (…). “En 1435 se le señala como punto de paso del pescado en tránsito de las playas de Castilla a Sevilla. En 1476 los Reyes Católicos donan la madre de la marisma y las tierras que rodean la ermita a su secretario, Esteban Pérez Cavito, terrenos que comprará en 1582 el Concejo de Almonte (…) y que pasarán a tierras comunales.”
En esta tesitura los autores se preguntan en el introito “¿se debe la ermita al cruce de caminos o el cruce de caminos a la ermita?”, porque, “la ermita del Rocío se encuentra enclavada junto a un cruce de caminos, caminos que durante siglos unieron dos poderosos reinos, el de Niebla y el de Sevilla”. No dan respuestas. El caso es que ahí están, ermita y aldea como algo sustancial y constatable. “En 1850 se nombrará el primer alcalde pedáneo, al que se le llamará Alcalde del Barrio del Rocío”. “En 1930 se hace el primer censo urbano de la aldea (…), un total de treinta y siete viviendas”. Lo que se podría decir es que, en los años cincuenta “los aldeanos mantendrían para su supervivencia las astucias de sus antecesores, la depredación, legal o ilegal, en las marismas y cotos: carne de caza (ciervos, jabalíes, patos…), pescado de los caños, miel, huevos, carbón, leña, materiales de construcción para sus viviendas… todo gratuito, y la ganadería y la agricultura a pequeña escala…”.
Quizás la razón más poderosa para su desarrollo posterior en la forma en que lo ha hecho sea la que esgrimen, “la presencia en el lugar de una doble maternidad: la Virgen y la Naturaleza.”
“El Rocío antes del alba” es un libro interesantísimo sobre el despertar de un territorio que terminaría siendo Reserva de la Biosfera y Patrimonio de la Humanidad (Doñana), y la configuración administrativa del mismo propiciada por las inversiones que se realizaron para unir los núcleos urbanos de Almonte, El Rocío y Matalascañas, pero, también, un testimonio vivo de cómo subsistieron sus desperdigados moradores en ese lugar antes de que dicha carretera existiera.
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