La Condesa de Lalaing nació en Mérida, el 8 de febrero de 1755. De familia aristocrática, y apellidos de rancio abolengo; a los catorce años, contrajo matrimonio de ringorrango como era preceptivo dada su origen y alta alcurnia. Adornada por importantes premios nobiliarios, de concesión real y admirada sin paliativos como fémina intelectual y estudiosa, según el gusto de la centuria que le tocó vivir. Y religiosa, también, por supuesto. Defendía el conocimiento y la profundización de la metafísica y hacía gala de una férrea creencia en la verdad cristiana. Madre de un niño y de una niña.
Siguiendo los cánones de la época entre las mujeres privilegiadas, viajera por Europa, dominaba el francés. Redactó documentos de contenidos dedicados a las féminas en los que destacaba sus capacidades similares a las de los hombres.
Manifestó entusiasmo por la traducción, inclinación que la llevó a acercarse a títulos literarios del neoclasicismo francés; en concreto tradujo a Madame de Lambert, una selección de 12 obras en 1781, en cuyo prólogo se declara abiertamente partidaria del tratamiento que la autora hace de las filosofías del epicureísmo y estoicismo. Le animaba los objetivos de instrucción, moralismo, didactismo y utilidad que se derivaban de esta escritora. La ilustración humanista que caracterizaba a nuestra literata se avenía sin fisuras a los principios pedagógicos tan en boga por la moda afrancesada instalada en el país. Nunca detractora, siempre asimilando conceptos e indagando ideologías, no resulta difícil descubrir mucho del pensamiento personal de María Cayetana de la Cerda y Vera en los siguientes títulos traducidos: Advertencias de una madre a su hijo, Advertencias de una madre a su hija, Reflexiones nuevas sobre las mujeres. Sin paliativos, original y versión, autora y traductora al unísono en otras tantas obras: Discurso sobre el dictamen de una Señora que creía que el amor convenía a las mugeres, aun cuando ya no eran jóvenes, toda una declaración de intenciones, título tan sugestivo como valiente sin argamasa ni envoltura. O los Tratados muy reveladores acerca de la Amistad, de la Vejez, sobre el gusto y las riquezas, sobre la reputación. Repercusión momentánea e influencias posteriores a lo largo de las centurias venideras. Le gustaba proyectar su propio ideario con una redacción ágil y fluida. Aseguran que su personalidad se caracterizaba por la curiosidad y el sentido del humor: docere et monere, su traje a medida. Más actualidad, imposible. Falleció en San Lorenzo de El Escorial a los 43 años y hasta hoy las razones de su muerte resultan un misterio. Escritora citada y recomendada por sus coetáneos, siempre fiel a las coordenadas neoclásicas dominantes: la buena y correcta educación moral así como el interés por la política, todo ello plasmado en sentencias agudas y atinadas.