Basada en hechos reales, el autor onubense relata unos hechos muy poco conocidos a los que ha añadido una más de interesante y original historia de amor entre un español y una vietnamita. El choque de culturas está asegurado, pero siempre encontrando puntos en común. El amor es lo más universal que nos podemos encontrar, si dejamos a un lado el odio, también presente entre los dos bandos en disputa. En la entrevista, nos da varias claves de su novela que harán la delicia de los lectores. “El puente de Go Cong” es su primera incursión en la novela histórica. ¿Por qué se decidió a dar ese paso? Depende de lo que consideremos novela histórica. Pienso que las vicisitudes del rodaje verídico de una película contra la pena de muerte en el duro franquismo de los años 50 de Lejos de Thelema, o la historia de Victoria en la Barcelona de la Gran Guerra (La luz del 14), no están muy lejos del género. Con esta ha pasado igual que con las anteriores: porque hay curiosísimas historias reales que siguen esperando narrador. Además de diversos trabajos sobre cine y ensayos, salvo su libro de relatos Sin noticias de Ivanhoe, no había tratado mucho la ficción. ¿Se pueden contar más verdades en una novela que en otra clase de libros? La verdad la dejo para filósofos y teólogos. Digamos que en la novela eres más libre para hacer aquello que decía John Ford de “no dejes que la verdad te estropee una buena historia”. ¿Cómo descubrió la historia de esos médicos españoles en Vietnam? En un duermevela nocturno supe de esos misioneros del fonendoscopio por un programa de radio. Me llamo tanto la atención el posible choque de realidades entre españoles, vietnamitas y estadounidenses que, a la mañana siguiente, ya estaba buscando fuentes. ¿Cuándo decidió dar a conocer esos hechos? Hablando con uno de los supervivientes, me dejo caer que pudo haber incluso una historia de amor entre uno de nuestros sanitarios y una vietnamita; ahí supe que había novela. ¿Por qué cree que esa misión sanitaria cayó en el olvido? Durante la misma, porque Franco quería ser discreto y prudente por si moría alguno. Además, estaba convencido de que los americanos perderían la guerra y no le gustaba que lo identificaran con perdedores. Al llegar la democracia, supongo que por el mismo destierro memorístico que sufren muchos personajes o historias que nos sirvan de referencia común de un pasado positivo como país. Si todos los sanitarios hubieran sido solo murcianos, andaluces o vascos, podríamos tenerlos hasta en la sopa en la correspondiente comunidad autónoma. ¿A los españoles les gusta leer historias donde quedamos bien? Imagino que habrá de todo. Tampoco es que abunden las positivas, pero las cúpulas neoyorquinas de Guastavino, Mónico Sánchez o la Oficina Pro-Cautivos de Alfonso XIII siguen siendo casi clandestinas. “Algo de suerte y el profundo sentido de la gratitud del pueblo vietnamita pueden explicar que no muriera un solo español en cinco años de misión”¿Cómo fueron recibidos los médicos españoles en Vietnam? Con interés político y propagandístico por los estadounidenses y autoridades survietnamitas, pero con esperanza y agradecimiento por la población de Go Cong. Solo algo de suerte y el profundo sentido de la gratitud del pueblo vietnamita pueden explicar que no muriera un solo español en cinco años de misión. ¿Tuvieron algún tipo de problemas esos sanitarios con los vietnamitas o con los responsables del ejército estadounidense? Los vietnamitas acogieron con los brazos abiertos a unos extranjeros que solo venían a ayudarles y no hablaban en inglés ni francés. Incluso se ganaron el respeto del Viet Cong. Con el mando americano hubo un poco de todo, pero la relación fue más de intereses recíprocos que fraternal. Tiene publicados varios libros sobre cine, ¿esa influencia le hace escribir de forma muy dinámica y con muchas imágenes? Sin duda, pero además es una herramienta para llegar a un público más joven. Diálogos ágiles, escenas rápidas; muy visuales. No sirvo para el ensimismamiento, la auto ficción intimista o la reflexión de cuatro páginas. No quiero dar mi visión del mundo o del ser humano, solo aspiro a contar historias.
Ha incluido bastantes situaciones cómicas en la novela. ¿Hay humor en las situaciones más difíciles? Es un terreno pantanoso porque hoy se educa en el sentimiento de víctima y hay cientos de colectivos que están predispuestos a sentirse ofendidos por cualquier detalle. Más que de comicidad en los hechos que cuento, hablaría de cierto humor negro en el recuerdo de estos por parte del narrador como forma de superar el trauma. Fue lo más complicado: conjugar la inmensa tragedia con la memoria irónica o sarcástica de forma que se alternaran sin desequilibrar el relato. Ha escogido la primera persona para narrar la novela. ¿Fue difícil ponerse en la piel de un sanitario? Resulta imposible saber lo que debieron sentir los doce españolitos al llegar a aquel manicomio bélico en las antípodas de su reducido mundo ibérico de los 60. Menos mal que tuve la ayuda del testimonio de varios supervivientes. Para concluir, también se adentra en una singular historia de amor. ¿No puede faltar una situación de esas en una novela que se precie de tal? Para contar la misión desde el punto de vista estrictamente histórico ya hay varios ensayos y dos reportajes de televisión. Necesitaba algo más, pero de amor ya está todo escrito por lo que fue un reto, por cierto, apasionante, alejarme del drama romántico canónico y plantear la relación entre Uría y Dang con un enfoque que haga sonreír. ¿El amor lo puede todo? Aunque los protagonistas sean de cultura tan dispares. El amor es muy bonito y todo eso, pero no es omnipotente. Es una mentira muy extendida que sirve para vender libros de autoayuda y novelas románticas, pero cuando nos damos cuenta del engaño, compramos más libros de autoayuda y novelas románticas, así que ¡qué no pare la fiesta! Puedes comprar el libro en:
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