Salitremente (Olé Libros, 2021) es el cuarto libro de Carmen Salas del Río, tras Manto del alma (ExLibric, 2016), La mirada del otro (Esdrújula, 2019) y El cantar de las caracolas (Olé Libros, 2020), y a tenor de lo dicho, puede ser perfectamente un poemario que refleje esta dualidad: hay dispuesto en él una ingente labor de poesía entregada. Los versos aquí contenidos son un sinónimo de madurez poética. Y es que, como bien transmite su título, este libro está construido con un efecto aflorado de sentimientos, de imágenes y de recuerdos que conforman un solo ente inmaterial del que emanan todos estos poemas. Casi podría decirse que Salitremente tiene un poso kárstico en el que todo su trasfondo va moldeándose por el vaivén de las corrientes, que, al igual que los ciclos lunares que agitan las mareas, transcurren fieles a los designios del tiempo. Carmen Salas del Río percibe así el inmenso transcurso de esta vertiente existencial, y, como tal, lo hace constar en este magnífico libro.
Salitremente está dividido en cinco partes: “Poesía y camino”; “Piel salitre”; “Piel silente”; “Como arena”; y “De mente”. En todas ellas se aprecia esa capacidad de deleite poético, cuyos matices se irán descifrando en todas y cada una de las partes, trazando la singladura concreta de lo que Carmen Salas nos quiere transmitir, ciñéndose a unos estímulos concretos, plasmados previo ingenioso esbozo, en el momento preciso: la mar, la mente, la sal; la juventud evocada, los amores pasados -y presentes-, la infancia arrullada en playas junto al eufónico arribar cíclico de espumosas olas. Pero lo hace embriagándonos de una pasión entregada repleta de un efervescente optimismo, el cual tiene como contexto a un marco ideal en el que los versos se palpan al aire. Y no son pocas las veces en las que apreciamos un apremiante efecto silente que completa la dicción cadenciosa de los poemas. Es evidente que reina una intensidad estival bajo una realidad otoñal latente y, como tales, el momento presente las dilucida bajo la inspiración de ese bálsamo reparador que es la poesía para nuestra poeta.
De entre sus variados poemas, podría destacar diferentes matices según los diversos efectos. Por ejemplo, ‘Poesía y camino’, poema perteneciente a la primera parte, con la ansiada llegada de la poesía ante una rutinaria vida de sempiternos quehaceres, de cuyos manidos y azarosos latigazos Carmen Salas desea zafarse: “Bienvenida poesía,/ya no sabría vivir sin ti,/por eso te quiero libre,/quiero que comuniques emociones...”. Su arribada es un soplo de aire fresco. Con ella, esta autora gaditana quiere dar respuesta a “las preguntas del mundo” a lo largo de “la senda de la vida” y, además, entre un sinfín de estímulos anhelantes, “llegar a conquistar la certeza”. No obstante, ello no es óbice para seguir fotografiando scatti (‘fotos’ en cuanto a momentos muy delimitados se refiere). O ‘Cruzar el puente’, un poema en el que se nos expone una disertación espacio temporal sobre la fugacidad de la vida: “[...] llegó firme la mañana certera/donde la vida se determina en un/segundo...”; o ‘Mediterráneo’, una declaración de principios lírica en la que nuestra poeta deja entrever ciertos ecos lorquianos de romancero - en los que incluso la huella manriqueña también aparece- en la que se palpa una cierta concepción de la finitud-: “[...] en un mar de naufragios/... Esa fosa común/a la que nadie nombra...”. Pero ello no significa que no estén presentes interpelaciones a los dramas de la emigración a lo largo y ancho de nuestro Mare Nostrum, tales como los cientos de vidas humanas que se pierden naufragando en él: “[...] mojando su desgracia/en un mar que los desahució de vida”; o “La danza de la palabra”, en la que el poder de la palabra tiene una capacidad de superposición total frente a cualquier adversidad. Por eso, su designio es terapéutico “frente a los gruesos muros de la maldad...” , mientras “la palabra vuela y abre paso a la alegría [...]”. Su invocación presente es un canto de vida y esperanza ante la caótica sucesión de acontecimientos que de forma adversa acaecen. Y siguiendo esta senda, unos “Haikus del silencio” nos invitan a sumergirnos en un infinito silencio: “[...] Cuento los días/minutos y segundos/de nuestro equívoco.” En esta ocasión, acompañada de su amado estelar y camarada de viajes, ambos van recorriendo juntos tan cíclico y vital viaje, silente e intenso.
En conclusión, decir que este grato libro de poemas no está exento de profundidad y de reflexión; no es ajeno a un compromiso poético con toda poética tendencia y, lo que es aún mejor: Salitremente es todo un ejemplo pleno de madurez lírica y de redescubrimiento literario incesante que, a buen seguro, encadilará a muchos lectores, ya que destila amor y salitre a raudales.
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