‘La oveja negra que devoró el manual de literatura’ es el atractivo e inquietante título de último libro del escritor Luis Quiñones. En esta ocasión no se trata de una novela, como fueron sus cuatro obras anteriores, sino un espléndido ensayo sobre el valor de la literatura y la cultura, estructurado en un Prólogo y cinco Lecciones. Sin duda, serán muchas las ovejas negras dispuestas a devorar este manual porque, en efecto, merece ser engullido. Sus células grises se lo agradecerán. Quien suscribe estas líneas ya lo ha consumido. Dejo aquí algunas ideas que quizá puedan serles útiles en torno a la lectura de este heterodoxo manual. Un libro que habla de literatura, aunque va unos pasos más allá, al extraer de la literatura consideraciones para la reflexión, la crítica y para repensar la sociedad en la que estamos inmersos. De lectura obligada para quienes se acerquen a esta ‘oveja negra’ es el Prólogo de la obra escrito por el propio autor, una declaración de intenciones y un manifiesto -como lo es el libro- a favor no solo de la literatura, sino también de la educación literaria. Algo en mi opinión muy necesario en estos tiempos en los que todo se fía a lo audiovisual, a las flamantes tecnologías digitales o al desarrollo de la robótica y la futura inteligencia artificial. El autor abre las páginas de su manual con una provocadora afirmación: “La literatura es una inútil forma de resistencia”. Aunque en el fondo el autor sabe que no es tan inútil como quiere hacernos creer a priori. Luis Quiñones, con humor y bastante ironía va a explicar aquí, por algo es profesor de esta materia, cómo la literatura nos enriquece como personas y nos permite, entre otras cosas, ‘cuestionar las verdades exteriores del mundo que nos rodea’. Un mundo que desde hace mucho tiempo sólo parece atender a parámetros mercantilistas: ‘algo vale si vale algo o para algo’, nos dice el autor. Entonces, la pregunta es ¿para qué vale la literatura y, sobre todo, para qué vale leer? Porque a pesar de las iniciativas por promover e incentivar la lectura, seguramente no leemos tanto como deberíamos. Así las cosas, el escritor plantea el tema desde tres ángulos diferentes: el estudio de la literatura, la tarea del escritor y el ejercicio de leer. En este libro Luis Quiñones hace una llamada a la resistencia, a una resistencia en principio improductiva, infructuosa, aunque no lo es en ningún caso. Es cierto que ante tantas “lecciones de utilidad mercantilista”, la literatura no es un producto muy competitivo en un mercado repleto de ingenios tecnológicos y sugerentes experiencias de ocio más o menos fugaces. Quizá por ello, el autor nos invita a reconocer el valor del arte y la belleza en sí misma, a contemplar el encanto de un paisaje, algo que parece no servir para nada pero que colma nuestro interior. También a reconocernos en la “preciosa inutilidad” de la belleza de la literatura. Sin olvidar, eso sí, que la literatura es un arte. En todo caso, Quiñones lanza aquí ideas muy provocadoras. Porque si algo tiene la “inútil” literatura es que suele generar agitación intelectual y esto tiene un efecto secundario que no suele gustar al sistema establecido: hace emerger en las personas el pensamiento crítico. Para aprender literatura, lo más importante es leer, nos dice el autor. En el silencio de la lectura echa raíces la imaginación, la reflexión y la disidencia. Leer en la sociedad de hoy es un acto subversivo y “la lectura meditada se convierte en un vandálico ejercicio antisistema”, apunta Quiñones. De esta forma, frente a poderes que en la actualidad prefieren promover únicamente una cultura del entretenimiento vacía de preguntas y, por tanto, propicia para manipular al personal, y ante el “tecnificado viaje de regreso” (claramente involucionista en muchos sentidos, añadiría) en el que nos hemos embarcado hace tiempo, solo la literatura, la palabra escrita, puede ser la tabla de salvación. Este libro, escribe Luis Quiñones, es un “manifiesto” en favor de “esas ovejas negras que pacen en páginas abarrotadas de sabiduría”. Ovejas negras que son el caldo de cultivo donde surge la contestación al pensamiento único, las falsas verdades, las mentiras que quieren pasar por verdades y frente a otros fuegos de artificio tan habituales en nuestros días. Nada peor, pues, que la literatura, los libros y quienes los leen. De hecho, esta ‘oveja negra’ de Luis Quiñones trae a la memoria aquella película de los años sesenta, ‘Fahrenheit 451’, dirigida por François Truffaut y basada en la novela de Ray Bradbury, en la que se presenta una sociedad del futuro donde los libros están prohibidos y son quemados por extraños bomberos incendiarios, cuando son descubiertos en posesión de lectores clandestinos que en ocasiones siguen la misma suerte que los libros. En consecuencia, es importante prestar atención a estas Lecciones de ‘La oveja negra’ de Luis Quiñones. Llama la atención que el autor comience recordando el revolucionario Mayo del 68 francés, considerado por no pocos autores la última utopía, con sus luces y sombras, del pensamiento europeo más progresista. Casi una revolución, donde surgió el célebre lema de “la imaginación al poder” y otros tantos similares pintados aquellos días en las paredes de París, hasta el punto que un periodista de la época escribió que Mayo del 68 fue un gran poema escrito en las paredes de la capital francesa. Si leer puede ser arriesgado, los escritores también pueden ser gente peligrosa. Explicando literatura desde el Marqués de Santillana o Garcilaso, pasando por Fray Luis de León, Lope de Vega, Góngora, Calderón o Cervantes, hasta llegar a la Generación del 27, Luis Quiñones no se limita en su primera Lección a contar cómo muchos escritores terminaron entre rejas por las ideas que plasmaron en sus libros, también busca la vigencia de los autores y sus obras; una aplicación práctica, por decir así, de lo que hicieron y narraron; la conexión con otros autores de su tiempo o de la actualidad en los que puede verse de un modo u otro su huella o su reflejo, y una interpretación novedosa que puede ser útil en nuestros días. Esa conexión entre épocas y autores, episodios y situaciones, obras y contextos sociales muy diferentes, sin conexión alguna en apariencia, cuyas piezas une el autor en un extraordinario puzle, es algo que proporciona una gran riqueza a este libro. De esta forma, junto al Arcipreste de Hita, nuestros clásicos del Siglo de Oro, Unamuno, Machado o Dámaso Alonso, aparecen Lewis Carroll, Oscar Wilde, Walter Benjamin o Salman Risdhie. Todo ello, nos ofrece una visión muy amplia del paisaje tanto literario como social. Mientras nos habla de literatura y de numerosos autores que fueron perseguidos como delincuentes, se aborda el tema de la población reclusa actual y la relación entre privación de libertad y delitos, de los peligros de defender la libertad y denunciar la intolerancia a través de la literatura, la persecución del diferente o del que piensa distinto y de cómo la literatura en general sirve “para encontrar en los demás a nosotros mismos”.
Todas las Lecciones de este libro merecen la pena ser aprendidas, pero la segunda, titulada ‘Lázaro de Tormes y sus contratos basura’, es sobresaliente. En realidad, cada Lección de este libro es un ensayo en sí mismo de mayor o menor extensión que puede ser leído por separado, incluyendo el Prólogo. Como un conjunto, cobra un sentido inequívoco: apostar por la literatura como herramienta para entender el mundo. En la Lección sobre Lázaro de Tormes queda claro. La literatura es conocimiento, a través de la experiencia vital que los autores o autoras vuelcan en el texto o los episodios que viven los personajes de tal o cual libro. En ello están las claves o los códigos para entender muchas de las cosas que pasan a nuestro alrededor. Algunas reflexiones del autor son verdaderas cargas de profundidad. Como el poeta Jorge Arbeleche, se hace eco de esta sociedad del vértigo en la que vivimos y en la que solo desde el presente queremos entenderlo todo. Hasta tal punto, escribe, que la voluntad de instituciones, políticos y líderes parece tener como objetivo “hacernos olvidar el pasado, y lo están consiguiendo poco a poco, practicando una especie de culto sectario hacia el presente y el futuro,…” También nos advierte Quiñones sobre otros asuntos: “La crueldad del sistema no es fruto solo de los poderosos. La crueldad se ejerce entre iguales.” Asimismo, se pregunta por el futuro que espera a todos los Lázaros que viven en nuestros barrios o de qué manera haber nacido en un ambiente acomodado o desfavorecido condiciona nuestras vidas, a pesar de que todos seamos iguales ante la ley. Son variados los temas y muchas las puertas que abre este libro y, como buen profesor, el autor nos descubre temas olvidados o poco conocidos. En la Lección tercera sobre la trascendencia de la muerte, encontramos pasajes relevantes sobre crítica moral en relación a la mortandad infantil por desnutrición en África o consideraciones sobre el ejercicio de la docencia. Haciendo siempre una lectura de nuestros clásicos con mirada nueva. Y no solo de los clásicos del Siglo de Oro, también de otros autores o autoras más cercanas en el tiempo que entran ya en esa categoría. Llegamos de esta forma a la Lección cuarta dedicada a Gramática y pornografía. Un capítulo donde es protagonista otra obra clásica, La Celestina. De ahí nos conduce a la Regenta de Clarín y al compromiso de Galdós. Dos autores que denunciaron la intolerancia, cuyo compromiso sirve a Quiñones para plantear cómo debe situarse el autor o autora frente a la obra literaria. No debemos dejar de anotar que uno de los atractivos de este libro son los múltiples temas que van surgiendo como materia de debate. Así llegamos a la última Lección, donde transitaremos del Romanticismo al punk, capítulo en el que, entre otras cuestiones, se trata el valor de la cultura porque “nunca antes la falta de cultura estuvo tan bien vista y tolerada…”, y también se puntualiza que “lo idiota no es rebelde, al contrario, lo idiota forma parte del sistema, lo refuerza,…” Unas últimas líneas para recomendar la lectura de este libro imprescindible, inteligente y audaz. Dejemos a esta ‘oveja negra’ pacer por cuantos más lugares mejor, con suerte podremos educar literariamente al mundo. Puedes comprar el libro en:
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