La historia de las tumbas egipcias es un tema en el que se ha fijado en diferentes textos. “Era algo cotidiano en aquella época. Por supuesto, que se incrementó en la Edad Media, con la llegada de los musulmanes a Egipto en el siglo IX, y en épocas recientes, cuando algunos arqueólogos hicieron de las suyas. En la Antigüedad, esos robos debían producirse a los pocos días del enterramiento e incluso al día siguiente”, cuenta con su habilidad característica el autor leonés. Según Herodoto, los egipcios eran el pueblo más religioso de la Antigüedad, de ahí su idea de enterramiento de los muertos, que lo hacían con todo lo más querido por ellos. Cuando saquean la tumba del padre de Keops, éste decide construir una tumba invulnerable. “Sabemos de muchos juicios a ladrones de tumbas por antiguos papiros donde se da fe de los mismos”, puntualiza Nacho Ares. Así es como comienza esta novela histórica a ritmo de thriller y que guarda entre sus páginas muchos misterios e intrigas. Ese acontecimiento, dio pie a la construcción del monumento más impresionante de la humanidad, la pirámide de Keops, que debió comenzar su construcción aproximadamente en el año 2.588 a. C. Pero el faraón, no quería una tumba más, deseaba un lugar para su reposo final lleno de magia, con Heka que la hiciese inviolable a los asaltos de esos ladrones que pululaban por las tierras del Nilo. “La Heka era una herramienta de los dioses y de los seres humanos. Egipto era el país donde más magia se hacía, bueno o ilusionismo. “La magia no ha cambiado nada en 5.000 años, sólo ha variado la forma de presentarlo”, afirma rotundo este autor que pertenece a la Sociedad Española de Ilusionismo y al Círculo Mágico de Madrid. Los egipcios no distinguían entre los vulgares juegos de manos y la magia más esotérica. “La ignorancia y el fanatismo son las causas de las pérdidas de las bibliotecas y libros, desde la Antigüedad hasta el nazismo o los musulmanes”Las clases dirigentes y profesionales de Egipto se instruían en la Casa de la Vida, “Era una especie de Universidad donde podría entrar cualquiera persona inteligente. Los sacerdotes eran muy avispados y recogían a todos aquellos chavales que destacaban. Allí se aprendía matemáticas, astronomía, física, etc. Y tenían unas bibliotecas fabulosas donde se atesoraba el conocimiento del mundo. Lástima que se perdiesen con el tiempo, muchas de ellas fueron quemadas por cristianos o musulmanes. La ignorancia y el fanatismo son las causas de esas pérdidas, desde la Antigüedad hasta el nazismo o los musulmanes de hoy en día”, apunta con decisión el escritor y añade “la mayoría de esas casas se cerraron en el siglo VI d. C. aunque la última inscripción que da fe de ellas se data en el siglo IV”. Eso sin contar el desaguisado de la biblioteca de Alejandría que se produjo en la guerra contra Roma. “¡Menos mal, que algunos copistas medievales reprodujeron muchas de las obras clásicas de Grecia porque de Egipto no hicieron nada. Se hubiese perdido todo el saber si no hubiese sido por ellos”, subraya.
La novela está basada en muchos acontecimientos históricos y eso que no es fácil. “No sabemos nada sobre cómo era Keops, no hay ningún documento sobre él. Si puedo asegurar que muchos personajes de la novela existieron de verdad, lo que yo hago es que modifico sus comportamientos o me imagino situaciones que podían haber ocurrido, como las luchas acuáticas que sabemos que existieron y que gustaban mucho, pero no sabemos si Keops disfrutaba de ellas”, explica Nacho Ares. Ha incluido alguna licencia histórica para dar más atractivo a la trama. Mucho de lo que se narra en la novela está basado en el Papiro Westcar, allí se cuenta como era Hermópolis, la ciudad griega de Hermes, que es el Thot de los egipcios, en dicha ciudad debió haber una templo muy importante, en el que se basó el constructor de la pirámide para crear el intrincado laberinto que contiene entre sus piedras. “Sólo hay una mención historiográfica a ese templo que debió ser inmenso”, afirma el escritor. En la novela, Nacho Ares utiliza la reciente teoría de Jean-Pierre Houdin para la construcción de la pirámide. “Se ha dicho mucho y no todo cierto. Todos los bloques de la pirámide de Keops no son iguales, todos tienen diferentes longitudes. Así que podemos descartar teorías esotéricas” asevera y agrega “no estoy seguro de que la pirámide tuviese un fin mortuorio. La cámara del sarcófago siempre ha estado vacía. La pirámide tenía una finalidad que hoy en día se nos sigue escapando”. El enigma continúa vivo. Para el conocido autor, “el conocimiento que tenemos de los egipcios viene el 90% del material descubierto en las tumbas, éstas demuestran que los egipcios amaban la vida, que querían vivir indefinidamente. Tenían un anhelo de eternidad, por eso se enterraban con sus bienes más preciados: sus vestidos, sus juegos, sus recuerdos familiares, etc.” El autor de “La pirámide blanca” es un fanático de los libros de Agatha Christie. En sus páginas tenemos una trama que tiene mucho que ver con la forma de escribir de la escritora británica, por cierto, que la encantaba Egipto; y que no desvelaremos, pero que tiene que ver con alguien que se hace pasar por otro. “Busco la tensión en la narración y utilizo recursos de thriller. Cuando escribo una novela, tengo un esquema de lo que voy a escribir, pero sólo llega hasta el 75% de la trama. El final siempre se me ocurre cuando estoy escribiendo la obra. Son los acontecimientos los que me van dirigiendo hacia el final perseguido”, reconoce. Para concluir la charla, Nacho Ares puntualiza la importancia que están teniendo los nuevos métodos de investigación científica, “los adelantos tecnológicos nos están ayudando a comprender cómo era Egipto y se están revisando muchas creencias que se tenían”, finaliza este autor que en unos días inaugurará una exposición sobre “El papel de la mujer en Egipto” y reedita en otoño su libro sobre Tutankamón que ha reescrito casi completamente. Puedes comprar el libro en:
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