En “El gran círculo” narra la historia de Jean Batten, una aviadora decidida a marcar el rumbo de su propia vida. Esa trama se une con otra actual donde la aviación ocupa el papel protagonista de una novela llena de hallazgos sorprendentes que interesará a todo aquel lector que se interse por estos temas. En la entrevista, en exclusiva para Todoliteratura, nos cuenta muchos de los secretos de su última novela. ¿Hadley y Marian son las dos caras de la misma moneda? ¿Cuál de las dos tiene más de usted misma? Creo que Marian es mucho más consciente de su identidad que Hadley, y eso mismo es parte del atractivo que tiene para Hadley representar el papel de Marian. Se siente perdida, y envidia la fuerza de los objetivos que sí tiene Marian. Por eso, confía en hallar algún elemento en Marian que la ayude a comprender cómo vivir ella misma su propia vida. En parte, le di a Marian y a Hadley algunos elementos en común como, por ejemplo, que a ambas las habían criado sus respectivos tíos, para que Hadley advirtiera ese vínculo entre ella y Marian que, de otro modo, no habrían tenido entre ellas. Quizá Marian tenga más elementos de mí que Hadley. Me mueve el mismo deseo que ella de explorar el mundo en todo lo que pueda, y nunca he sentido ganas de instalarme en una vida doméstica tradicional, sobre todo en lo que se refiere a tener hijos. ¡Pero también reconozco en mí características de Hadley: comparto su perspicacia a la hora de evaluar a la gente, aunque no sea mi mejor cualidad! Esta novela es un relato muy complejo y formado por muchos niveles, que abarcan muchísimos escenarios geográficos, culturas y países. ¿Qué es lo que le costó más: la investigación, la selección y la filtración de todo el material que ha recopilado, la escritura, o la revisión del manuscrito? Soy incapaz de planificar el argumento de un libro antes de comenzar a escribirlo, así que, cuando empecé con “El Gran Círculo”, solo sabía que trataría de una piloto que desaparecería en pleno vuelo alrededor del planeta desde el norte hacia el sur en 1950, y que transportaba aeronaves de combate durante la Segunda Guerra Mundial. Así que fui tomando decisiones sobre la marcha, lo que conllevó escribir e investigar al miso tiempo, porque no sabía qué era lo que necesitaba aprender. Por ejemplo, cuando empecé a escribir la novela y tuve el capricho de arrancar en un astillero en Glasgow en 1909, tuve que interrumpir la escritura e investigar sobre la construcción y la botadura de cruceros transoceánicos en esa época, y después, cuando decidí que Marian y su gemela sobrevivirían a un naufragio, tuve que reflexionar sobre qué es lo que podía provocar el hundimiento de una nave. La mayor parte de la investigación se basó en libros y en el Internet, aunque me desplacé a un archivo, y también hice unos cuantos viajes, la mayoría de ellos por encargo de revistas de viajes; he visitado prácticamente todos los lugares que figuran en el relato de la vuelta al mundo hecha por Marian, incluidos el Ártico y el Antártico. Me llevó más de tres años escribir el primer borrador, en parte por la enorme investigación que requería. No diré que revisarlo fue fácil, pero sentí un gran alivio al rematar el borrador y constatar que el libro tenía ya un final. ¿Por qué se decidió a escribir precisamente sobre la aviación, en vez de la navegación, o de la exploración terrestre? En otoño de 2022, cuando viajaba por Nueva Zelanda y trataba de decidir cuál sería el tema de mi tercera novela, vi la estatua de una piloto, Jean Batten, en el aeropuerto de Auckland, y eso encendió una chispa en mí: entonces supe que quería escribir acerca de una piloto. Ella fue la primera persona en volar en solitario desde Inglaterra hasta Nueva Zelanda en 1936. También me interesa la navegación y la exploración terrestre, pero la aparición de la aviación fue muy repentina y reciente, y las mujeres participaron en ella desde sus orígenes. Me interesó explorar por qué había tanta tensión en torno a las mujeres piloto, especialmente en las décadas de 1920 y 1930: todos las admiraban por su osadía pero, a veces, esa admiración iba acompañada de suspicacia y condescendencia. ¿La gente hoy día percibe la aviación de manera distinta que en aquella época de pioneros? ¿Ha cambiado esa fascinación? Hace menos de un siglo, si alguien volaba a través del Atlántico aquello merecía un desfile público, mientras que ahora no tiene la menor trascendencia. Antes, todo el mundo conocía los nombres de los pilotos; hoy, los viajes aéreos son cuestión trivial y rutinaria, y creo que nos hace pensar sobre todo en la incomodidad y la falta de dignidad: colas de espera, hacinamiento en asientos estrechísimos, largas horas de aburrimiento. Pero creo que aún recordamos el encanto especial que solían contagiarnos las aeronaves. Encontrarse en un aeropuerto internacional y contemplar la lista de vuelos en fase de despegue sigue siendo una experiencia romántica: me refiero a la posibilidad de subirte a un avión y aterrizar en Kenia, Japón, Fidji o la India. ¿Qué es lo que, en su opinión, hace volar la fantasía de niños y adultos, ya sean las escaramuzas aéreas de la Primera Guerra Mundial, las expediciones geográficas o incluso los vuelos espaciales: el reclamo de lo desconocido, la fascinación del peligro, la necesidad de ser el primero en descubrir y explorar...? Pienso que es profundamente inspirador ser capaz de hacer algo que queda tan lejos del alcance de nuestra capacidad corporal innata. Durante la mayor parte de la historia de la Humanidad, solo las aves podían volar. Pero, de repente, hemos alcanzado un nuevo punto de mira desde el cual podemos otear el planeta, y nuevos niveles de velocidad. El vuelo ha transformado nuestro mundo y lo ha ampliado. Creo que eso le confiere una verdadera sensación mágica, y creo que a la gente también le fascinan los propios aparatos. Muchas aeronaves son realmente hermosas, emanan un misterio y ejercen un poder sobre nosotros incluso como meros objetos. Para usted, como escritora y como mujer, ¿cuál ha sido el elemento clave de esta historia que la empujó a dedicar siete años de su vida a investigar y a escribir “El Gran Círculo”? ¡No estoy segura de que habría podido escribir “El Gran Círculo” si hubiera sabido desde el principio que iba a consumir tantos años! Cada uno de mis libros anteriores los escribí en menos de un año, y era consciente de que este libro me exigiría un esfuerzo mayor, pero no imaginaba siquiera en qué me estaba metiendo. Tampoco sabía que al final sería tan largo y complejo. Llegó el día, cuando llevaba dos años escribiendo el primer borrador y había escrito ya más de 400 páginas del manuscrito, en que caí en la cuenta de que ni siquiera había llegado a la mitad del borrador. Me sentí aterrada y abrumada del todo pensando en que no sabría hacer que todo ello cuadrara y rematar el libro. Tuve que centrarme en hacer solo aquello que podía conseguir en un día dado, y ser paciente conmigo misma. Me llevo un año más, y más de 500 páginas adicionales, antes de poder terminar el borrador. Siempre seguí dedicada a escribir el libro; pero, a veces, es mejor no saber de antemano cuán complicado puede llegar a ser algo así. "Es más difícil escribir sobre el pasado, porque había tantas cosas que desconocía, y las que parecen más sencillas al final resultaban ser las más arduas para investigar”¿Cuál fue el hilo temporal que más le costó describir: el pasado desconocido y a menudo considerado romántico, o el (casi) presente de sobra conocido, y por qué? Fue más difícil escribir sobre el pasado, porque había tantas cosas que desconocía, y las que parecen más sencillas al final resultaban ser las más arduas para investigar. Por ejemplo, ¿a partir de qué fecha podía tener instalada luz eléctrica o cañerías una casa en Missoula (en el Estado de Montana), en la que transcurre la infancia de Marian? ¿Podía una persona utilizar cierta expresión en un año determinado? ¿Qué necesitaba hacer una mujer sin dinero para convertirse en piloto?
Hoy cualquiera puede zambullirse en cualquier mundo de ficción o fantasía y convertirse en cualquier personaje, viajar a cualquier época histórica o incluso mitológica gracias a los parques de atracciones temáticas, los videojuegos, los dispositivos de realidad aumentada y las simulaciones hiperrealistas, los juegos de rol o las recreaciones: si a usted le ofrecieran un billete solo de ida, sin retorno, ¿dónde la gustaría vivir su propia aventura de ensueño? Lo cierto es que disfruto muchísimo de mi vida tal como es, ¡así que me costaría mucho aceptar que fuera un viaje sin retorno! Además, volver a casa después de vivir una aventura es una de las mejores cosas que existen. Pero si me permitieran viajar en el tiempo, me encantaría poder ver el mundo antes de que extinguiéramos su flora y fauna silvestres. Quiero decir que los seres humanos hemos causado la extinción de otras especies desde Ia Prehistoria, pero, por ejemplo, me gustaría contemplar los océanos en la época anterior a que la caza comercial de ballenas comenzara a decimarlas, así que tendría que remontarme al siglo XVII. Las crónicas marineras históricas presentan tal densidad de vida oceánica que apenas podemos llegar a imaginarla. Lo mismo sucede con la flora y fauna silvestres en la mayor parte de los entornos salvajes de todo el mundo. Por ejemplo, los elefantes en África, ya que los blancos empezamos a practicar cacerías comerciales, e incluso antes de la caza furtiva para obtener marfil. Me gustaría poder contemplar toda esa abundancia. ¡Tampoco me importaría viajar a tiempos aún más remotos, y poder ver mamuts peludos! Y ya que estamos, también dinosaurios. Después de conseguir semejante hazaña (hacer viajar al lector en una amplísima expedición a lo largo del siglo XX que abarca todo el mundo), ¿qué otro tema podría llegar a tentarla para escribir un libro, hablando en términos generales? En parte, lo que me encanta de ser novelista es que cada libro es un nuevo comienzo. Me gusta emprender cosas nuevas en cada ocasión, tanto por el contenido como por el estilo y la estructura. Como “El Gran Círculo” fue toda una epopeya, quisiera reducir los parámetros en el próximo libro. Me encanta leer novelas hogareñas sobre parejas y familias, en las que se aborda en profundidad la mentalidad y la sicología de los personajes, así que creo que ese es un tipo de libro que me gustaría tratar de escribir. ¿Existe aún un reto equivalente para usted como autora, ya sea porque también abarca una época tan extensa, o porque cubre una gran zona geográfica? ¡Cada libro es todo un reto! Aunque me propongo que mi próximo libro sea más sencillo que “El Gran Círculo”, cuando volví a sentarme y afrontar una página en blanco por primera vez en siete años eso ne recordó que escribir obras de ficción nunca resulta cada vez más fácil. Es casi imposible reflejar sobre el papel esas visiones amorfas que revolotean en tu mente sin que pierdas algo en ese proceso, y sientas cierta tristeza porque aquello que escribes al final jamás alcanza el nivel de excelencia que deseabas alcanzar. Las dos protagonistas, tanto en el pasado como en el presente, una de ellas una aventurera y la otra una artista, se plantean interrogantes y dilemas que interesarán a cualquier lector, no solo a las mujeres. ¿Qué opina usted sobre la elección entre la seguridad o el peligro, y la autenticidad personal frente al conformismo social? Creo que hay que encontrar el punto de equilibrio. Cada persona quiere vivir la vida a su manera, y se siente satisfecha por cosas distintas, y creo que así debe ser. Pero quizá, si eres de los que tienden a buscar sobre todo la seguridad, te vendría bien darte un empujoncito para asumir algunos riesgos. O bien, si eres una persona temeraria, quizá te beneficies de actuar de manera un poco más reflexiva. A lo largo del tiempo me he ido convirtiendo poco a poco en alguien que se arriesga más, aunque también tengo límites trazados. Lo mismo sucede con la autenticidad personal y el conformismo social. Somos responsables on solo ante nosotros mismos sino ante los demás, y creo que uno de los retos en la vida es alcanzar el equilibrio entre ambas esferas. Lo que sí creo es que es muy valioso detenerte para evaluar si vas a tomar una decisión concreta porque piensas que deberías hacer algo al respecto. Admitir, por lo menos, que en ocasiones somos conformistas, es algo que merece la pena. Puedes comprar el libro en:
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