“Gracias a personajes como Antonio de Nebrija se puede cambiar el curso de la historia”, afirma la escritora sevillana durante una entrevista mantenida en el bar de un conocido hotel madrileño frente al Ateneo, y a la hora del vermut. La autora continúa diciendo “me ha fascinado su historia. Todo un revolucionario y un adelantado a su tiempo. Hay que tener en cuenta que España fue el primer país que tuvo una gramática de una lengua romance. Hasta esa época sólo se disponían de gramáticas de griego y de latín. Nebrija se adelantó a su tiempo en muchos años”.

Eva Díaz Pérez demuestra su pasión por Nebrija en cada frase que dice. “Fue un gran aventurero y viajero que partió hacia Italia con 21 años para aprender bien el latín. Su vida fue una auténtica epopeya de una persona excepcional. Fue pionero en los derechos de autor y su Gramática estaba tan bien hecha que no se reimprimió hasta el siglo XVIII”, recuerda la autora sevillana.

La periodista reconoce que hasta hace unos cinco años no sabía casi nada de Nebrija. “Empecé a curiosear por casualidad y me pareció un personaje interesantísimo. Todo un revolucionario de su época. Sin embargo, es una persona bastante desconocida en la actualidad. Sí estaba muy bien trabajada su obra en el plano académico, pero de su vida apenas se había escrito nada, lo que resulta curioso porque tenía una aventura personal muy sugestiva. Creo que se merecía una obra de perfil más divulgativo y cercana al lector común”, sostiene la escritora.

Para escribir la novela histórica “El sueño del gramático”, Eva Díaz Pérez estuvo durante cinco años documentándose. “No me atrevo a meterme en una época a menos que no la controle bien. De ahí que tuviese que leer mucho sobre él y su tiempo”, expone de manera fluida. Ha utilizado la primera persona para narrar la historia. “Cuando se hace de esta manera, el relato cobra más fuerza y se hace más interesante”, asevera.

“La clave para escribir una novela histórica es que tiene que ser verosímil”

En opinión de la escritora y periodista, “la clave para escribir una buena novela histórica es la verosimilitud. No te puede inventar ciertas cosas. El caso de su hija Francisca es paradigmático. Algunos investigadores dudan de que existiese, pero hay documentos que atestiguan que ella le sustituía en algunas de sus clases en la Universidad alcalaína.. Aunque las mujeres no podían estudiar en las universidades, hubo muchas intelectuales con una gran preparación y con un protagonismo muy especial como Luisa Medrano, Beatriz Galindo y otras. Sin embargo, la historia las ha tratado muy mal”, detalla Eva Pérez.

1492 fue un año milagroso

“El sueño del gramático” discurre entre finales del siglo XV y principios del XVI. Fue en 1492 cuando se publico la obra cumbre de Antonio de Nebrija “El arte de la Gramática castellana”. Para la escritora, 1492 fue “un año milagroso, se descubre América y se publica la gramática de Nebrija. La epopeya que se realizó en aquellos tiempos en todos los campos se vivía de forma cotidiana. Se reinterpretó el conocimiento de toda una época. Se cambió mucho en poco tiempo. Sorprendió a todo el mundo”, apunta Eva Pérez Díaz. Un año crucial para la historia de la humanidad y para la historia de España en particular.

Eva Díaz intenta que todas sus obras sean amenas, pero no vulgares. “No me interesa el lector pasivo, me gusta más que sean activos, que imaginen lo que están leyendo y que lleguen a terminar la novela en su propia mente. Hacer una novela demasiado masticada para el lector es contraproducente. Me gusta la complejidad del ser humano, mostrar sus cariños, sus odios, etc.”, sostiene.

Muchas veces el escritor tiene que trabajar mucho un texto para encontrar una simple pincelada y huir del aburrimiento. La autora sevillana ha dado con un estilo riguroso, pero a la vez ameno. “Entiendo la novela histórica no como una arqueología del pasado, más bien como una interpretación del presente. Que conecte los saberes del pasado con lo que ocurre en la actualidad. Antonio de Nebrija sigue siendo un autor muy actual y de él se pueden aprender muchas cosas”, refiere la autora.

“Antonio de Nebrija fue un personaje incómodo para el poder. Cuestionaba a los teólogos y a otros autores porque no sabían latín. Habían manipulado las traducciones a su antojo y no eran fiables”, afirma Eva Díaz Pérez. Fue el autor lebrijano de una valentía a prueba de bombas y el introductor del Renacimiento en España. También estuvo fascinado por el poder que suponía el nuevo invento de la imprenta. Su viaje a Italia fue fundamental para su formación al igual que las obras de Maquiavelo y Castiglione, y si sumamos su estancia en Bolonia, todo esto haría que se convirtiese en un gran humanista.

Nebrija sufrió las injusticias de la Universidad en sus propias carnes, pero se tuvo que ir de Salamanca y fue el Cardenal Cisneros el que le rescató para la Universidad de Alcalá de Henares. “Si bien el gramático de Lebrija fue un mujeriego en su juventud, en la época de Alcalá era una persona apaciguada que quería difundir su trabajo y enseñar a pensar a los estudiantes”, concluye. Como hace cinco siglos los males de la universidad y del país siguen siendo los mismos. No se respeta ni el esfuerzo ni el trabajo. Parece que la superficialidad haya impregnado todos nuestros estamentos culturales y educativos. Así nos va, ya podrían nuestros dirigentes imitar a Antonio de Nebrija.

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