Me encuentro con el escritor en una cafetería de un recoleto parque cercano a la M-30 madrileña, ya que un día a la semana se acerca a la capital para dar unos cursos de creación literaria a unos jóvenes interesados por la escritura. El escritor quiere compartir sus conocimientos con los chicos de una de las barriadas limítrofes de Madrid. La experiencia que posee el autor madrileño es tan amplía que suele escribir unos cinco libros al año para diversas editoriales, tanto españolas como americanas. Además, sus libros son auténticos superventas en países como Polonia o en los Estados Unidos de América. “La casa de los niños” está escrita en primera persona. Para ello utiliza las voces de las tres personas citadas más arriba. “El narrador es lo más importante de la novela. En este caso es totalmente testimonial. Al tener varios narradores es más fácil acercarse a la verdad”, dice el autor al comienzo de nuestra conversación y añade “al tener multinarrador el libro se hace más realista, se acerca más a la vida misma y hasta el lector se puede identificar más con los personajes”. Mario Escobar es un magnífico escritor de thrillers, tanto históricos como policiacos, de ahí que imprima a sus libros un ritmo acelerado según avanza la trama. La explicación es muy simple. “Cada día más tenemos que competir con la inmediatez de la televisión y, ahora, de las redes sociales. Por eso debemos escribir libros cada vez más ágiles. Con capítulos cortos que acaben en alto y que siga un proceso de aceleración continuo. Este es un estilo que funciona cada día más, muy similar al ritmo cinematográfico.Estamos muy influenciados por el estilo audiovisual”, elucubra. “Las cosas que nos hacen cambiar son aquellas que nos tocan los sentimientos y las emociones”Para el escritor, “las descripciones cada vez más pasan a un segundo plano. Lo importante ahora es describir una atmósfera que implique al lector emocionalmente. Desde que publiqué Canción de cuna en Aushwitz procuro meterme en la parte más íntima de los protagonistas. Las cosas que nos hacen cambiar son aquellas que nos tocan los sentimientos. Emociones como el amor son las que hacen a las personas que se enfrenten a su propia transformación y que mejoren”. “La esencia de las personas con las que convivimos o conocemos nos harán mejores o peores personas. De ahí que sea muy importante rodearse de las que nos puedan transformar y con las que mejoremos. Hay que estar siempre cerca de personas que nos influencien positivamente”, señala el autor de best sellers. Por eso, Mario Escobar busca protagonistas que sean buenas personas, de los que podamos fijarnos en ellos para ser mejores. “Es muy importante que los protagonistas nos puedan servir de modelos. En esta época, estamos carentes de buenos modelos en los que fijarnos. La sociedad necesita esos modelos que aporten principios. El caso de Johan es paradigmático, es un hombre lleno de dudas, pero con una certeza importante: tiene que ayudar a los demás y a eso se dedica aunque le pueda costar la vida”, explica con decisión.
De los otros protagonistas de “La casa de los niños”, Walter es el más pragmático, en algún momento se deja llevar por la cercanía, pero sabe diferenciar entre el bien del mal, por eso llega a sacrificarse por los niños. “Un héroe no tiene porque ser siempre perfecto. Es tan humano que cuando tiene que tomar el control de su vida termina viviendo la vida que quiere vivir, no la que le imponen las conveniencias o la realidad del nazismo que están viviendo. La mayoría de las personas se dejan llevar por la corriente”, dice el autor. “La casa de los niños” se le ocurrió a Mario Escobar cuando estaba documentándose sobre “La Bibliotecaria De Saint-Malo”. Allí descubrió a Johan Van Hults, un político holandés que llegó a ser senador y eurodiputado y que falleció a los 107 años de edad. “En toda su larga carrera no se le conoció ningún caso de corrupción. Durante la guerra trabajaba como director de escuela y fue allí donde contactó con Henriëtte Pimentel y comenzaron a planear como salvar a los niños sefarditas de las garras del nazismo”, recuerda. Ambos son personas que son capaces de sacrificarse por los demás. “Necesitamos un cambio de timón en estos momentos, sino estamos condenados al abismo. Estos son unos tiempos muy parecidos a los de los años 20 y 30 del siglo pasado. Fueron unos tiempos muy nihilistas, sin sentido y sin propósitos. Tiempos que nos pueden conducir al totalitarismo como hoy vemos en muchos países, tales como Rusia que nos pueden conducir a una guerra mundial sin sentido”, expone Mario Escobar. Pese a todo, el escritor se siente una persona optimista. “Los escritores tenemos el deber de advertir del peligro que hay en la sociedad. Sobre todo de esos profetas modernos que tienen mucho de hitlerianos. Es cuando llegamos a una situación límite cuando reaccionamos. Y ahora es un buen momento para reaccionar con todo los que estamos viviendo”, concluye el autor nuestra conversación.
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