"Salvé a la muerte", de Lucie Faulerová

Un texto que, a simple vista, cualquier lector definiría de caótico en cuanto a la forma y estructura, tanto del lenguaje como de la historia que narra. Una novela difícil por arriesgada. Y es que cuando Lucie Faurelová se embarca en un nuevo texto, pareciera como, si a propósito, apostase por crear una obra no apta para cualquier lector. Con situaciones y diálogos tan peculiares, que consiguen convertirla en una novela selectiva. Un texto que no deja lugar a dudas de que es él quien elige a sus lectores y no al contrario, como suele ocurrir.

Me gustaría señalar que, el lector que se sumerja en ella con la pretensión de que al caminar entre sus páginas, y al igual que me ocurre a mí, guste de abrazar o sentirse abrazado por sus personajes o por la historia, y quedarse atrapado en ella o entre ellos, con Lucie Faulerová, esto no sucede. Y es así por una razón muy sencilla que les voy a exponer. En Salvé a la muerte se cuenta la historia de una familia, desde los ojos y la percepción de su protagonista, Mari, que como voz principal nos irá adentrando y sacando de los diferentes sucesos. En principio todo parece normal, ¿verdad? La dificultad llega cuando nos damos cuenta que tanto Mari, como su hermana Madlenka, tienen una percepción, del mundo y de la realidad que les rodea, diferente y distorsionada. Lucie Faulerová escribe Salvé a la Muerte desde ese lugar de la mente donde se producen las tinieblas. Dos personalidades completamente distintas que, a pesar de todo, se complementan y entienden.

«Madla abre los ojos incrédula, se lanza y me muerde con fuerza la rodilla, para no estallar de risa en voz alta [...] Se levanta y se sienta en la ventana.

—Se oyen vuestros gritos en todo el edificio —dice Adam, sin emoción— Y, por cierto, se huele la hierba hasta las escaleras.

Madla baja de un salto del alféizar y salta sobre mí, su cuerpo desnudo sobre mi espalda y una mano que me acaricia consoladora el pelo»

Lucie Faulerová es una escritora a la que le gusta deambular por las profundidades de mentes deterioradas, inestables, incomprendidas e incomprensibles, y es aquí donde sus novelas adquieren ese sello de identidad tan suyo, que les hace diferenciarse de lo que uno está habituado a elegir como lectura.

«La mano de Madlenka es una cuerda con la que se ahorca, la lengua pende de su boca. El puño de Madlenka es una daga, la hoja se clava en el estómago [...] Pero la mano de Madlenka es una pistola, que se sujeta en su sien y aprieta el gatillo»

Escribir, narrar, transmitir, en definitiva, lo que sucede en el interior de una mente desequilibrada, es una apuesta arriesgada, siempre.

Si he de hablarles con franqueza, les diré que, por un lado, confieso que no ha sido una lectura de la cual haya disfrutado especialmente. No por ello, puedo dejar de realizar una valoración más que positiva del caos y desconcierto que produce la manera en que está escrita la novela, porque ciertamente considero que entraña una enorme dificultad desorganizar una historia y mostrarla sin ningún tipo de continuidad en el tiempo. Y porque Lucie Faurelová, tiene muy claro el efecto que quiere provocar sobre el lector y, sin lugar a dudas, lo consigue. Los capítulos no se cierran, la autora va dando saltos mortales con los sucesos, de unas historias a otras, entremezclando varias a lo largo de una misma página, y volviendo luego sobre todas ellas. Y así, una y otra vez a lo largo de la novela. Para mí, he de reconocerlo, me parece una empresa muy difícil de llevar a cabo, sobre todo lograr que al final todo encaje y el lector termine construyendo la historia que la autora pretendía. Y ella lo consigue. En ese sentido tiene un enorme mérito y se lleva toda mi admiración.

En cuanto al argumento, les diré que Mari, su protagonista principal, nos va relatando un momento crucial de su vida, a la par que va mostrando diferentes sucesos anteriores. No es una historia fácil de describir, de hecho, creo que el final queda un poco abierto a diferentes posibilidades, por lo que dependiendo de cómo uno lo haya entendido e interpretado, así comprenderá la historia de una u otra manera. Como he dicho al principio, caótica en forma y estructura, yo me he dejado llevar por esa parte de mi cerebro en la cual, a veces, falta algo de cordura. Y lo decidí así porque consideré, desde sus primeras páginas, que era la manera acertada de poder encontrar sentido a la historia y al comportamiento de sus protagonistas.

«La mano de Madlenka es una cuerda con la que se ahorca, la lengua pende de su boca.

El puño de Madlenka es una daga, la hoja se clava en el estómago.

Pero la mano de Madlenka es una pistola, que se sujeta en su sien y aprieta el gatillo»

El título, Salvé la muerte, se debe a que Mari, cuando tenía once años, rescata del río a Morana, que no es otra que la representación de la muerte en el ritual checo de la primavera. A partir de ese momento, sentirá cómo Morana la acompañará de por vida. La siente cerca, la persigue, se instala en su casa y hasta en sus pensamientos.

«Le digo a Adam que he salvado a la muerte y que ahora ella irá a por mí hasta que me atrape. Le digo a Adam que Morana a veces se me acerca mucho, que entonces me siento como si me partiera [...] que tengo miedo de que quiera abrazarme, que tengo miedo de que lo haga y yo desaparezca»

Durante un recorrido en tren que realiza Mari, y que dura desde las primeras páginas hasta la última, nos irá relatando y mostrando una serie de secuencias de su vida. Se van alternando y mezclando, como ya indiqué anteriormente, pero sin perder la referencia del tren en ningún momento, los vagones, sus pasillos. Todos los acontecimientos y personajes irán apareciendo, bien en el exterior, a través de la ventanilla, o en el propio tren, pasando siempre, posteriormente, a formar parte de este misterioso recorrido.

«El tren es transparente y yo, dentro, transparente; retumba en un eco, solo somos a medias, a medias no somos, solo somos una imagen que se calcó en el papel de abajo, un negativo, pálido»

Una vida llena de incidentes y desgracias —algunas fortuitas, otras provocadas— hacen que Mari y su hermana Madlenka tengan una conexión especial. Hasta que un suceso dramático provoca en nuestra protagonista un montón de nuevas dudas. Mari carga con la culpa de todo cuanto ocurre a su alrededor desde pequeña, y se convierte en una mujer herida y con una tendencia autodestructiva importante.

«Y después de que me dieran el alta en el hospital, cuando me clavé el lápiz en el ojo, encontré un pequeño piso [...] Mi compañera de cuarto entonces se alegró de que yo ya no estuviera en la residencia con ella [...] Le contó que ella misma una vez me vio poniendo la mano en el fogón encendido de la plancha doble del recibidor»

Les voy a dejar mi conclusión, una opinión muy particular, que seguramente se aleje del verdadero sentido de la novela, sobre todo del final. Pero lo que a mí me ha transmitido es, que ese viaje que realiza en tren es una metáfora, en realidad es su último trayecto. Todos y cada uno de los sucesos que nos narra desde el vagón, son las secuencias de toda una vida que a modo de película va proyectando su mente, justo antes de que baje el telón y cierre el fin de acto de su vida. Pero como dije al principio, es una novela con diferentes posibilidades de interpretación para su final. Todo dependerá del grado de cordura con que ustedes, queridos lectores, decidan adentrarse en ella.

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