Este licenciado en ciencias biológicas, que vive en el campo por decisión propia, rodeado de naturaleza, y desde donde observa el mundo con la mirada y el sosiego propios de los lugareños con los que mantiene contacto, parece haber florecido para la narrativa en el último quinquenio. Después de las novelas “Tierra de cobre y sangre” y “El cementerio de las tumbas vacías”, y del libro de relatos “Pedazos”, ahora nos presenta su última obra, en la que parece haber madurado y mucho, en cuanto a la definición de un estilo propio y de una forma de contar las cosas.
“Entre sarmientos” es una novela río en la que el narrador se eleva sobre sí, rompe las ataduras que lo amarran a una sociedad urbanita, que lo mantiene además viajando de un lado para otro, del mundo, y en un arranque que podríamos tildar de vital, lo abandona todo y se recluye en un lugar perdido de una sierra, en donde levanta un nuevo santuario, un lugar en donde la vida fluye, precisamente en el mismo sitio en que estuvo el sustento de sus ancestros y el suyo propio en la niñez, aunque él en aquella época no fuera consciente de ello.
Dicho santuario no es otro que la recuperación para el laboreo de un trozo de tierra, en ese momento baldía, perdida y asilvestrada, que se impone recobrar con el esfuerzo de sus manos, además de las consejas que recuerda de su padre hace muchos años muerto, y, con esos instrumentos, comienza una metamorfosis que le hace ver una realidad del mundo diferente y completamente asimétrica a la que el éxito profesional le había llevado hasta esos momentos.
El protagonista, ingeniero de oficio y de mucho éxito, constructor de muchas obras en todo el orbe y de reconocido prestigio, una mañana, mientras pasea por la orilla de un río y el coche oficial le espera, se da cuenta, no sabemos por qué arcanas eventualidades, que luego serán explicadas en el texto, se da cuenta decía, que su vida no tiene sentido alguno. No tiene amigos, ha perdido a su familia en ese tránsito hacia la fama, está solo y nada lo estimula, y, el dinero, ese sustento vital y necesario para muchos, a él le sobra; pero, sin embargo, no le produce satisfacción alguna.
En un arranque inusitado, que puede que estuviese latente en sus mientes, treinta años después de haberse marchado, se monta en un autobús, apaga el teléfono móvil, y toma camino hacia el pueblo en que nació, en el que ya nadie lo recuerda, y se dirige andando, a troche monte, a través de la espesura de una noche oscura y negra, posiblemente como su alma, hacia el único lugar que entiende en esos momentos puede hallar algo a lo que agarrarse en una vida que nada le aporta, a pesar de los esfuerzos y del éxito conseguido. Necesita llenar un vacío existencial y cree que solo puede hallarlo en ese pequeño trozo de terreno, y que, en esa finca perdida en la inmensidad de una sierra, puede encontrar la vitalidad extraviada, el agarre a la vida, a la tierra madre, a la raíz nutricia que aporte calor y color a su vida.
El ingeniero saciado, profesional y vitalmente, que viene de vuelta de todo, no encuentra el revulsivo que lo conecte con su génesis, ese tiempo olvidado en donde yace, a punto de morir, el niño que debería vivir en sus entrañas, y que, finalmente, termina encontrando después de muchos meses de laboreo riguroso y concienzudo a un trozo de tierra, a una viña y una huerta perdidas en el monte, y con la que su padre alimentó su vida y la de su familia.
“Entre sarmientos” comienza siendo una narración que podríamos tildar de costumbrista, para, en un giro inesperado a mitad del texto, asombrar al lector con la percepción de que está leyendo una novela de realismo mágico. Mucho de lo que se cuenta y de lo que se escribe no existe más que en la percepción del protagonista.
Escrita con pocos diálogos, el impulso de la trama nace de la confrontación entre el yo y el otro que convergen en el personaje principal de la obra. Esa lucha interna que anida en todos nosotros y que, a veces, es olvidada las más de las veces por las responsabilidades que se asumen, por puro convencionalismo social y, si me apuran, simple y llanamente por el qué dirán. Y eso nos puede llevar a la locura. De ahí la necesidad del personaje de volver al agro, al único lugar en que puede encontrarse.
“Entre sarmientos” es una novela de crecimiento para José Manuel García Durán, que supone una florescencia en su andar por las letras.
Puedes comprar el libro en: