Aunque el día está soleado hace un frío del diablo, por estas tierras dicen que hay una puerta directa a tan tétrico personaje. Hoy no es cuestión de investigar el tema. Tuvimos una mala idea al sentarnos en una terraza de la plaza del pueblo, pese a las estufas que había nos quedamos congelados en unos pocos minutos. Cogemos nuestros bártulos, cámara fotográfica, libreta y bolígrafo y nos agazapamos en un recoleto bar a calentarnos comiendo una ración de bravas, las más picantes y originales que haya comido nunca. Éste Santamarta es un sibarita de la cocina y también de la historia. Suele picotear en nuestra época imperial y escoger los pasajes más originales del mismo para su libro. Tiene gusto para ello y perspicacia. Nada más sentarnos, me suelta a bocajarro, sin preguntar nada: “el problema que tenemos con España es que queremos que tenga una fecha de nacimiento con día y mes y año. Ese es un concepto un tanto complejo. Un país se construye a través de los siglos”. Pues ya me da que pensar. Que si el Concilio de Toledo con los visigodos, que si Pelayo con su oso Favila. No se sabe bien cuando empezó la España-estado o la España-nación. Lo que sí afirma rotundo Santamarta es que “no se puede entender la España de hoy sin conocer la España de hace siglos. España siempre ha sido un estado federalista, ahora con las autonomías, antes con los reinos que mantenían sus fueros”. Y si no recuerden el caso de Antonio Pérez que huyó a Aragón y tuvieron que llamar al FBI de entonces, la Santa Inquisición, para dar con el traidor. Las tropas de Castilla no podían entrar en Aragón sin hacer sonar las alarmas. “Probablemente, para convertirse el reino de España en la nación española la fecha clave fue 1812 cuando se promulgó la Constitución llamada de la Pepa, la más avanzada de la época, la más democrática. Como ven hay muchas complejidades históricas, quizá demasiadas, pero así somos los españoles, entonces de un lado y otro del océano Atlántico, ahora de las 17+2 comunidades autónomas. Para el politólogo de Chamberí, “nuestra monarquía es más democrática que la inglesa y, por lo tanto, del mundo”. ¡Ahí es nada! Y añade atacando a la pérfida Albión: “¡Qué pitote se montaría aquí si la cabeza del Estado fuera el jefe –boss- de la Iglesia Católica!” “El pueblo español tiene un carácter muy anarquista”Para don Javier Santamarta, “el pueblo español tiene un carácter muy anarquista y eso que éramos un país de hijosdalgos. Aquí se trata de don y doña hasta la portera de nuestra finca. Tenemos un orgullo muy acendrado y somos muy del terruño. Somos más de un pueblo determinado que de una comunidad o de una nación. Yo, por ejemplo, soy de Chamberí. Somos paisanos de barrio, de pueblo… Mi pueblo es el mejor del mundo, eso es lo que pensamos todos y cada uno de los españoles”. Y continúa diciendo que “somos tan anarquistas que hasta los reyes no se libran de la burla, bufa y befa del pueblo”. ¡Qué se lo digan al jubilado Juan Carlos I de Catar! Eso le da pie al bueno de Santamarta a seguir elucubrando sobre nuestro paisanaje. “Antes éramos paletos, ahora somos cosmo-paletos. Y si me llevas la contraria, te tiro al pilón”, dice riéndose a carcajadas y recuerda como a nuestros monarcas les gustaba codearse con el pueblo. “Había una relación muy especial entre nuestros últimos reyes y el pueblo llano. Se escapaban por las noches y asistían a espectáculos de todo tipo, incluso a los subiditos de tono, que se lo digan al emérito”, recuerda este divulgador histórico. Tal es así, que la república, cuando llegó, no supieron articular el estado. “El concepto de republicanismo nos salió demasiado excluyente y elitista. Se perdieron en la vertebración del Estado y surgió aquello de ¡viva Cartagena! Demasiados gallos para un corral tan pobre”, analiza nuestro politólogo de cabecera. “Y hay que recordar que nuestra historia de la Edad Media fue un juego de tronos, pero a lo bestia”, corrobora. Javier Santamarta del Pozo hace en "Fake News del Imperio Español" un repaso de algunos acontecimientos de nuestra historia de una manera original y reveladora. Por ejemplo, “todos los símbolos que utilizó la Segunda República fueron monárquicos y ensalzaban a Castilla. El morado de la bandera era de su pendón. Azaña celebraba el día de la Raza, mucho antes que el dictador Franco y así muchas más cosas”, analiza el sagaz Santamarta que sabe llevarse el ascua a su sardina. “Los jóvenes de hoy en día están muy ideologizados y manipulados. No se dan cuenta de que, por ejemplo, el águila, presuntamente fascista, la utilizan los alemanes en su escudo y que los franceses utilizan la fasces fascistas también en su escudo. No se sostiene que piensen que todo símbolo de la historia española sea de fachas. El águila de nuestra bandera representaba a la gesta de los héroes del Plus Ultra. No podemos homologar procesos históricos con los de ahora, no son equivalentes. Eran otros tiempos, era otra visión”, se explaya a sus anchas Santamarta.
Otro de los problemas que ve el escritor es que “creíamos que con la Transición se había solucionado nuestro pasado, pero no ha sido así por culpa de ese revisionismo y revanchismo de algunos. Estamos politizando en demasía nuestra historia. Ha sido a partir de los gobiernos de Zapatero. Estos gobiernos populistas están sacando lo peor de nosotros”. También se muestra crítico con la conquista de América. “No fuimos a liberar a nadie ni a evangelizar al pueblo. Fuimos a por especias y nos encontramos un continente con mucha plata y oro. También fuimos a sacar todo lo más posible de allí. El propio Bartolomé de las Casas era un esclavista de tomo y lomo que quería llevar a negros de África para trabajar a sus encomiendas. ¡Qué nadie tire la primer piedra y esconda la mano”. Santamarta no quería hacer un libro más sobre la Leyenda Negra. “Se ha escrito sobre la leyenda mucho y bien, no podía aportar mucho más. Así que me centré en ciertos episodios para demostrar que se tiene una idea equivocada de los tiempos del Imperio. Quise despertar la curiosidad del lector. Que quieran seguir sabiendo más de nuestra historia y que los busquen en los buenos libros sobre la materia”, señala este fino estilista de la historia. “Los mitos han sido siempre necesarios, como Pelayo, Agustina de Aragón, algún conquistador de América, etc. El problema es confundir los mitos con la historia. Y el origen de España se confunde con muchos mitos”, razona don Javier. Para concluir nuestra larga e interesante charla, al menos para mí, expone que “el Imperio Español es uno de los más largos del mundo y eso ha hecho que haya muchas envidias. El pecado capital español por excelencia es precisamente ese: la envidia. Con Javier Santamarta del Pozo revisaremos nuestra historia con humor, pero también con inteligencia. Precisamente lo que nos suele faltar. Puedes comprar el libro en:
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