Luisa de Padilla y Manrique, prosista defensora de la cultura nobiliaria en el Siglo de Oro miércoles 22 de diciembre de 2021, 08:22h
La obra de Luisa Padrilla y Manrique constituye un “manual de autoayuda” para la “reformación de nobles” poco comprometidos con el gobierno de su tiempo. Valiente y sin coraza, no disimula su interés por temas políticos tan del gusto en ambientes literarios masculinos. Nuestra escritora noble de cuna y condesa de Aranda por su matrimonio, Luisa de Padilla y Manrique nació en Castilla alrededor de 1590. Vivió su infancia en Burgos, y de casada se trasladó a la localidad aragonesa de Épila donde murió en 1646. Mujer inteligente, hábil en las relaciones sociales, empática con sus iguales y muy activa en círculos literarios de la época donde se movía como pez en el agua; ambientes cortesanos y elitistas típicos de varones que la respetaban y la escuchaban; su obra, en prosa, resulta difícil de encuadrar en un género único según algunos críticos de la pasada centuria. Ahora bien, no hay duda de que tanto escritora como mujer merecen la categoría de intelectual prolífica y solvente marcada por la vigencia de contenidos, incluso, en nuestra actualidad tanto por lo que se refiere a la erudición filosófica como a al conocimiento del lenguaje más literario. Destaca por la variedad temática y su carácter innovador, comprensible para la mayoría de lectores, nada arcaico ni rancio; se lee con gusto y posee un estilo fácil y claro adaptado a las circunstancias y conceptos que trata: auténticos manuales de comportamiento vital en sociedad para el estamento que tan bien y tan profundamente conocía: la nobleza. Firma ella misma, decidida a que se conozca su auténtica y genuina autoría, sin miedo a la identidad a pesar de los recelos que pudieran ofrecer algunas editoriales ante la figura femenina. Nobleza virtuosa. Noble perfecto, Lágrimas de la nobleza, Elogios de la verdad e invectiva contra la mentira, Excelencias de la castidad e Idea de nobles y sus desempeños en aforismos suponen un compendio de normas para los nobles en sus relaciones cortesanas, familiares y amistosas desde el punto de vista civil y religioso. Sin aspavientos critica sus vicios y los enjuicia desde la verdad y la castidad. Mujer de una vasta cultura, referencia sus argumentos con citas de grandes clásicos: Séneca, Platón, san Jerónimo…entre otros. Respetuosa con la coherencia de conceptos y la cohesión estructural, acomoda tono y forma siempre: recriminatorio y apesadumbrado o coloquial y cercano según circunstancia y materia. Aforismos y máximas, sentencias y ejemplos, glosas y alegoría, metáforas y comparaciones: una gran variedad de recursos para su tratado en la línea de educación de grandes y príncipes de su época; buenas dosis de moral y sátira contra algunas comedias así como hacia el mal uso de la poesía. Alaba la literatura religiosa frente a la profana; la autora mezcla pizcas de una y otra en su producción. Para ella, el Marqués de Santillana resulta indudablemente, el epítome al que copiar. Defiende el estudio de la filosofía y la gramática por parte de las mujeres. Puedes comprar el libro en:
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