Como periodista, Sau ha sido galardonado con diversos reconocimientos por su quehacer en la tarea a veces engorrosa e incluso anodina que supone informar a la otredad, y mucho más desde que las redes sociales y el mundo digital dieron al traste con esa idílica estampa que suponía tomarse un café mañanero, después de pasar por el quiosco de referencia para comprar el periódico y leerlo con parsimonia mientras se fuma el primer pitillo en su caso.
Como escritor ha publicado “La chica de los ojos manga”, “Lola Oporto”, “Cuentos de la cara oscura” y “La hora de Bud Spencer”, antes de llegar a la novela que nos concita, además de participar como crítico en diversas revistas literarias y en talleres de creación.
Manifiesta José Antonio Sau en alguna entrevista “que no le interesa la escritura como un mero ejercicio de estilo”. Y, sin embargo, en “Historia de un suicida” lo ha hecho. Si obviamos el primer y el último capítulo de la novela de la que hablamos, que deben estar en el lugar que Sau le ha asignado, el resto de ellos podrían leerse en el orden que nos pareciera oportuno, con tal de que lo leyésemos todos, y no cambiaría un ápice el rumbo de la misma, la finalidad, el objetivo que el narrador se impone, que no es otro que poner al descubierto la falta de rigor e incluso de empatía existente entre cualquiera de nosotros y las personas con las cuales nos relacionamos.
“Historia de un suicida” es una novela coral, polifónica, por tanto, en la que lo que supuestamente va a ocurrir es contado, manifestado o pensado por los otros, por los que están alrededor del personaje principal: Bonifacio Miró.
Lo más interesante de esta novela corta de José Antonio Sau a mi parecer, es cómo el narrador deshoja la vida de una persona normal, común, como usted y como yo, o como la que se quiera imaginar, y demuestra, a través de las opiniones del círculo más cercano al personaje principal, que todo lo que se muestra a los otros es una pose, una pura fachada, una careta con la que andamos la vida, porque el sistema, la educación recibida, las modas pasajeras, el ideal de triunfo, el qué dirán… y todo aquello que se les ocurra, nos han enseñado a mentir para resguardar nuestra verdadera identidad, esa que pocas veces esgrimimos excepto en la clamorosa soledad del espejo que nos devuelve la imagen real de lo que somos, o cuando nos sentamos en nuestra madriguera y reflexionamos qué estamos haciendo, por qué no decimos aquello que nos importa, por qué soportamos tanto, por qué mentimos, por qué aparentamos lo que no somos… En fin, cuando esto ocurre, que es lo normal para desgracia de una humanidad instalada en la mentira permanente, el desequilibrio está servido y entonces el barco de la serenidad se va a la deriva y entramos en aluvión en un teatro permanente en la que puede ocurrir, como en “Historia de un suicida”, que nada de lo que haya a nuestro alrededor sea cierto.
“Historia de un suicida” es una novela corta, bien construida, con oficio, y de una introspección en los personajes poco común en estos tiempos de banalidades.
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