“El medallón de fuego” es la sexta novela de Carla Montero. Si en la realidad han transcurrido 10 años, en la ficción tan sólo han pasado 3 años y ahora nos encontramos dos narraciones en el libro entre la actualidad y 1945. Justo en el Berlín de recién acabada la Segunda Guerra Mundial. Una ciudad totalmente destruida donde las tropas soviéticas campaban a su anchas antes que el resto de aliados llegasen a la capital alemana. “Me ha encantado volver a retomar a los personajes de entonces. El ejercicio más complicado estaba precisamente ahí. ¿Qué había pasado con ellos en esos tres años? ¿Cómo había evolucionado la protagonista? Esas eran las preguntas que me hacía para continuar lo que inicie hace diez años. No sé si es más complicado retomar viejos conocidos o hacerlos nuevos. Era todo un reto para mí”, explica la escritora en la entrevista que mantuvimos en la sede de su editorial. La novela comienza con un prólogo muy en el estilo de “La tabla esmeralda” donde relata la historia de ese enigmático medallón. “El medallón de fuego es un personaje más de la historia y de ahí que tuviese que contar su trayectoria para que entendiese el lector de donde vienía. Tenía mis dudas de incluirlo, pero creo que queda mejor así”, analiza la escritora madrileña durante nuestra charla. “Las ciudades tienen su alma y sus pasiones”A Carla Montero la gusta dar protagonismo a los objetos y, también, a los lugares. “Las ciudades tienen su alma y sus pasiones. Me gusta que en mis novelas, los escenarios cobren un protagonismo especial, sino parece que la historia quedaría plana. Soy una escritora de ambientes. Me gusta describir los olores, los sabores y los colores de los escenarios. Creo que los sentidos añaden mucho a la trama, de ahí que me llegue a fijar hasta en el tacto de todas las cosas”, señala. La escritora de Chamberí reconoce que la pandemia ha sido muy desestabilizante para ella. “Me di un tiempo después del verano del 2020 porque estaba un poco descolocada por todo lo que hemos tenido que vivir. Afortunadamente, no afectó en el proceso de documentación, pero sí en el creativo”. Carla Montero tuvo que documentarse profundamente de ese Berlín destruido del final de la Segunda Guerra Mundial. Buceó en los archivos fotográficos para hacerse una idea de tamaño desastre. Se puede decir que se metió en esas fotos para captar el ambiente de desolación que se vivía en aquellos días y lo ha sabido reflejar en “El medallón de fuego” de manera fidedigna. A su novela, la podríamos calificar de coral. “Hay muchos personajes y a mí me gusta meterme dentro de cada uno de ellos. Tanto que alguno cogió más importancia de lo que tenía programado en un principio. El caso de Ilse –la chica judía de Berlín- es el más notorio. No estaba previsto incluirla, pero tomó forma cuando me pregunté si había judíos en ese Berlín de final de la guerra. Y claro que los había”, nos descubre la autora que añade “me daba un poco de miedo tratar con tantos personajes. El lector se puede despistar de la trama con tantos protagonistas. He tenido que ser muy cuidadosa en utilizar todos los recursos”. Carla Montero utiliza dos voces en “El medallón de fuego”. Escribe en primera persona la trama actual y pasa al narrador omnisciente cuando narra los hechos de la Segunda Guerra Mundial. “Yo creo que lo pide la historia. Cuando aparece Ana es más fácil hacerlo en primera persona, utilizar su propia voz, sin embargo en la parte más histórica creo que es muy importante que ninguna voz destaque sobre la otra, de ahí el utilizar el narrador omnisciente”, analiza con calma.
Ana es una chica de hoy en día, como las de Colomo pero en investigadora cultural, el prototipo de una chica joven y actual. “Creo que en la actualidad, la juventud peca de acomodaticia. No han tenido los problemas que tuvimos nosotros y se han convertido en egoístas. A Ana la vida la ha ido moldeando y en la novela ha crecido y ha madurado con respecto a La tabla esmeralda convirtiéndose en un persona muy apasionada de su oficio y muy válida. Quería que los lectores percibiesen ese cambio”, puntualiza la escritora. A la hora de definir su nuevo libro afirma “es una novela de aventuras en el sentido clásico. Contiene muchos giros y un sorpresón final. Además, contiene muchos secretos y enigmas y como sabemos todos el secreto es muy atractivo. De ahí que haya incluido pasajes sobre distintas sociedades secretas. Ya sabemos que los nazis eran muy propensos a ellas. Estaban obsesionados por la búsqueda de objetos mágicos que creían que les harían ganar la guerra”. ¡Ingenuos ellos! Con esos ingredientes Carla Montero pergeña una novela llena de vicisitudes y misterios, con muchos personajes procedentes de diferentes lugares. La búsqueda de ese supuesto objeto de poder crea en el lector una sensación de vértigo que nadie como esta escritora sabe hacer. Las partes de la novela donde aparece el antagonista de la protagonista son, sencillamente, magníficos. “El malo es fundamental en una novela como la mía. He querido que el lector entienda por qué es así. Todos somos producto de lo que hemos vivido y el ha tenido un pasado muy oscuro”, concluye la escritora que se define como escritora de mapa. “No empiezo una novela hasta saber cómo desarrollarla y cual va a ser su conclusión”.
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