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Iñaki Ezkerra
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Iñaki Ezkerra (Foto: Javier Velasco Oliaga)

Entrevista a Iñaki Ezkerra: “La poesía es el género que más licencias se toma en la creatividad y en lo experimental”

Autor de “Carnaval sin fiesta”
sábado 13 de noviembre de 2021, 15:00h

Acaba de publicar Iñaki Ezkerra su octavo poemario, si mis cuentas no me fallan, “Carnaval sin fiesta”. Una obra realizada durante la pandemia, aunque algunos de los poemas incluidos ya los tenía pergeñados de antes. La pandemia ha traído consigo muchos cambios en nuestra forma de vida. El poeta bilbaíno ha interpretado, de una manera muy personal, esas experiencias y sugiere que la mascarilla, que seguimos usando, se ha convertido en una máscara con la que ocultamos nuestros sentimientos e identidad.

Iñaki Ezkerra
Iñaki Ezkerra (Foto: Javier Velasco Oliaga)

“La pandemia debe de servir para valorar lo que teníamos. Con las restricciones he visto demasiadas arbitrariedades. Hemos pasado de la máxima flexibilidad y laxitud a la máxima rigidez y, por qué no decirlo, al máximo castigo”, expresa Iñaki Ezkerra en una soleada tarde festiva en que esperaba para asistir a un concierto en el Auditorio Nacional. Una charla llena de clarividencias por su parte, donde analiza la cruda situación en la que vivimos y que estamos padeciendo.

Según el autor de “Carnaval sin fiesta”, “la poesía es el género literario que más licencias se toma en la creatividad y en lo experimental. Mucho más que en la prosa. Tiene una cierta patente de corso en la que se puede romper todas las costuras del género. Permite todas las rupturas y está permitido jugar con todo. Mientras que la narrativa se está convirtiendo en un género impostado y falso que consigue lo contrario que la poesía. Las novelas se están cargando la realidad, igual que la opción política se carga la literatura”.

La pandemia debe servir para valorar mejor todo lo que teníamos

En el poemario, Iñaki Ezkerra da palos a todas las opciones política de derecha e izquierda. Es de las pocas personas independientes que conozco y que se ha jugado la vida por la libertad cuando fue Presidente del Foro de Ermua, que fue utilizado políticamente por ciertos partidos políticos, posteriormente a su presidencia. “Toda esa gente utiliza caretas. Unos son muy patriotas y exigen patriotismo a los demás y luego ellos hacen lo que quieren. Otros adoptando posturas de enfrentamiento. Todas las posiciones extremas, en todos los aspectos de la vida, son máscaras. Estamos en un tiempo de carnavales, pero sin fiesta”, elucubra el escritor.

Su poemario refleja todo lo dicho, pero no se queda ahí. “Hubo un tiempo de carnaval anterior a la pandemia que vivíamos por encima de nuestra posibilidades. Eso ha hecho que se acentuase la crisis que tiene demasiadas ramificaciones. Ética, política, filosófica y todo lo que tiene que tiene que ver con las ideologías. La caída del muro de Berlín y la de la Unión Soviética acentuaron esa crisis en la medida que la ideología comunista fracasó y si bien hubo un momento de autocrítica, se cortó de raíz para dar pasa a unos populismos marxistas que llenaron ese hueco con nuevas banderas conflictivas que crean mucha tensión en la sociedad”, expone Iñaki Ezkerra.

Para el escritor vasco, “ideologías como el feminismo, el ecologismo y otras, se han hecho bandera de esas posiciones políticas marxistas, pero hay que tener en cuenta que lo que ahora defienden lo perseguían en las URSS. Un ejemplo es la causa gay, que los soviéticos perseguían como si fuese una enfermedad, o el ecologismo cuando ocurrió lo de Chernóbil. Todo un contrasentido”.

“La realidad no tiene ideología”

Para Iñaki Ezkerra, “la objetividad no es difícil, ya que todos sabemos de los que estamos hablando. Y en la poesía es más fácil mantenerla. Todos estamos viendo el caciquismo que hay dentro de los partidos o cómo se manipulan los casos de corrupción. Ahora estamos en un tiempo de prohibiciones que van coartando poco a poco nuestras libertades. En mayo del 68 su lema principal era Prohibido prohibir. ¡Qué lejos queda todo aquello! Estamos en una época de un nuevo moralismo que parece que todo es pecado. Hasta fumar lo parece. Por eso, tengo una gran gratitud hacia los estanqueros que mantuvieron abiertas sus establecimientos durante la pandemia”. Ezkerra es un fumador empedernido, no se puede quedar con él sino es en un sitio donde se pueda fumar, aunque haga un frío de muerte. Estoy seguro que en el cielo o a donde vaya en su hora final exigirá una zona para fumadores y si no se quedará en casa.

Una novela debería reflejar las contradicciones que tiene una sociedad

En poemas como “Para una poética social” o “El indignado”, Iñaki Ezkerra disecciona ciertos comportamientos de la sociedad actual como la de la doble moral. “Una novela debería reflejar esas contradicciones que tiene una sociedad, pero no lo hace. Están falseando la realidad. Sí es bueno un cierto grado de corrección política, para hacer una sociedad más libre y soportable, pero sin exageraciones. De todas formas, nuestras sociedad se ha hecho más plural y permisiva en los último años”, sostiene.

A la hora de definir su obra poética se decanta por el término poesía metasocial. “Es diferente a la poesía social que se hizo en los años cincuenta del siglo pasado. Somos epígonos de lo que otros han hecho. Ya no se puede hacer esa poesía. Se creían que tenían la solución del mundo en sus manos cuando luchaban por la caída de la dictadura de Franco. Ahora hay otros tipos de dictaduras que no son políticas y que son sociales y que hay que luchar contra ellas”, señala Iñaki Ezkerra.

La generación del 50 era eminentemente social, más ortodoxa, lírica y cargada de metáforas. Uno de los poemas de Ezkerra que va en ese sentido es “Elegía cantábrica”, el más extenso y lírico de todos sus poemas. Tiene un cierto tono nostálgico. “Es donde he plasmado más recuerdos, más evocaciones y un tono más intimista y con mucho arrobamiento”, disecciona el autor y añade “la situación que hemos vivido nos ha hecho mirar más hacia nuestro pasado, a lo que nos hizo feliz en su día”.

En la conversación van saliendo recuerdos de su Bilbao natal, de la ría y de ese mar Cantábrico que parece más cercano de lo que realmente está: “Para los bilbaínos -apunta el escritor-, el mar no es una presencia física constante sino más bien una sensación de proximidad. Podemos pasar meses sin ver el mar, pero vivimos con la sensación de que se halla a nuestro alcance. Digamos que llevamos el mar dentro como potencia y como una metáfora metida en el bolsillo. En los últimos años, en los que he vivido lejos del mar, he aprendido a reproducir ese truco mental y a interiorizar ese mecanismo bilbaíno. O sea a sentirme en Bilbao y al lado del mar aunque estuviera lejos de uno y otro”.

Como se suele decir, los bilbaínos tienen el mar donde quieren. Refiriéndose a la Villa del Nervión, el autor recuerda anécdotas relacionadas con poetas bilbaínos, como la de Juan Larrea, que un día de su niñez, paseando por la ciudad, vio cómo su madre abofeteaba a un obrero por blasfemar. Para Iñaki Ezkerra, “ese episodio refleja bien la atmósfera mojigata y conventual del Bilbao de principios del pasado siglo, que chocaba con una realidad conflictiva e industrial como la de la margen izquierda de su ría, llena de hornos de fundición y de fábricas”. “Por contra -explica Ezkerra- en la poesía social de Blas de Otero se observa esa actitud, acomplejada y típica del izquierdista pequeñoburgués, que se arrodilla ante el primer obrero que se le pone delante, como si estuviera viendo a Dios. En fin, que la burguesía bilbaína no sabía qué hacer con el proletariado: o lo machacaba o lo adulalaba. O ambas cosas a la vez. También eran otros tiempos. Entre los intelectuales de izquierda era frecuente la idealización de la clase obrera, que hoy, en cambio, está humillada por el poder político. Pese a la impostada y mala retórica social, no hay ningún obrero en el actual Gobierno.”

“Mi infancia estuvo marcada por la monjas y el chocolate”, evoca el escritor que confiesa que no se sintió a gusto para escribir durante la pandemia. “Lo que más he echado de menos durante la pandemia han sido las reuniones con los amigos y ver a las personas a las que quieres”, concluye Iñaki Ezkerra una conversación que ha durado horas y en donde ha hecho un recorrido tanto social como poético de su “Carnaval sin fiesta”. Esperemos que el próximo carnaval sí sea una fiesta.

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