Su último trabajo es "Ateísmo ideológico", libro publicado por la editorial Arzalia, es un inteligentísimo ensayo sobre el ateísmo de hoy en día. En la entrevista nos da muchas de las claves del mismo.
Dices en el libro que la ideología es sobre todo discrepancia, desavenencia, querella, desunión. Ya lo creo. “Divide y vencerás” sigue siendo el mejor método de ganar una guerra, de modo que la división es utilizada por los líderes ideológicos de nuestro tiempo para convertir a los votantes en peones de una contienda que siempre ganan ellos, los que conforman las élites, los que utilizan la fuerza y las vidas de los ciudadanos como soldados condenados en el frente de batalla político. Pero se supone que tenemos líderes precisamente para que nos “guíen” hacia la consecución de un mundo lleno de bienestar, más ideal... Eso es lo que siempre ha creído el ser humano. Y sus creencias le han hecho esclavo del poder. Porque lo cierto es que, incluso en nuestros tiempos, en que disfrutamos de la democracia, que supuestamente es el sistema más justo que podíamos haber soñado, los líderes no dudan en hacer pagar a las masas un precio “en dolor” en aras de su triunfo ideológico, esto es: de su primacía religiosa. Dices: “El voto de la ciudadana es hoy, más que nunca, un voto cautivo en la cárcel de la ideología”. Sí, porque cada día la oligarquía política espolea a la masa electora tratando de que esté “muy ideologizada”, esto es: de que se encuentre motivada y preparada para la acción, para la lucha. La lucha es la cárcel del ser humano contemporáneo. El templo penitenciario de los creyentes. La propuesta de este ensayo es justamente la contraria, porque se arguye en él que la liberación ciudadana solo puede venir con la ruptura de las cadenas de la ideología… Haces en este libro un repaso histórico del poder religioso, ideológico, y obtiene unas conclusiones inquietantes. Lo que propongo en este ensayo es una idea iconoclasta pero decisiva, transformadora: expulsar a la ideología del espacio público, dado que provoca injusticia y desigualdad de una manera inagotable, insufrible. Sé que a muchos les dará miedo una propuesta semejante, o sentirán un rechazo frontal ante la idea. Lo doy por descontado y lo asumo. Sería la respuesta lógica de los creyentes. Pero también, estoy segura, hay muchos ateos…
¿De verdad crees que, a pesar de que las constituciones del mundo occidental contemplan claramente en su artículos la prohibición de “discriminar por motivos ideológicos”, en la práctica se sigue realizando una discriminación lacerante, sistemática, socialmente empobrecedora, única y exclusivamente por motivos ideológicos…? No me cabe ninguna duda. Todos nosotros hemos sufrido, en algún momento, esa discriminación. Algo que es especialmente visible en el ámbito laboral del periodismo. En los medios de comunicación de nuestro país se puede percibir cómo la política se infiltra en el mercado laboral y desdeña a unos, los condena al desempleo, mientras escoge a otros por pertenecer a un grupo ideológico determinado. La Constitución no se cumplirá, pero en la mentalidad colectiva está muy asumido que las cosas son así, y que así hay que aceptarlas. Lo sé. Sin embargo, yo propongo que hay que rebelarse y hacer saltar el nudo gordiano que forman las cadenas religiosas, esas que atan a los ciudadanos corrientes con sus líderes políticos y los condenan a un deterioro imparable de sus existencias mientras mejoran extraordinariamente las vidas de la élite, de la “minoría selecta y rectora”, la única y exclusiva clase social que prospera cuanto peores y más difíciles son los tiempos. ¿Crees que alguien puede sentirse identificado con tu iniciativa? Siempre ha habido gente para todo, y mucho más hoy, que se ha fragmentado el gusto hasta el infinito… Además, después de dos crisis económicas, seguidas una de la otra sin tiempo para descansar y reponer fuerzas —la Gran Recesión de 2008 y la no menos devastadora del COVID—, la situación de la mayoría ciudadana empieza a resultar insoportable, asfixiante, y crece la pobreza, no solo económica sino también moral. Los comunes y corrientes necesitamos respirar. Yo lo he logrado, en cierta medida, escribiendo este libro que desea contribuir a hacer del mundo un lugar mejor, más justo. Menos creyente. Más ideológicamente ateo, esto es: más avanzado. Puedes comprar el libro en:
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