Exilio es una palabra llena de connotaciones significativas que ahondan muy seriamente en el ánimo y el criterio personal. La realidad de ese ‘movimiento trágico’ hunde sus raíces en los terrenos más insospechados (si bien su origen primero se basa en una forma de exclusión, de rechazo). La autora se ha especializado en la consideración de esta dinámica antigua y perenne, y hace una estimación de la situación de nuestras dos escritoras desde una perspectiva distinta. Dice a propósito de Arendt, a través de una comparativa fundada históricamente y muy interesante: “La excepcionalidad de Rahel como judía en los tiempos del Romanticismo alemán es la misma singularidad que siente Arendt en el exilio. Muestra de ello es que la consideren una ‘judía de excepción’ dejando claro que el calificativo de judío, tras los últimos acontecimientos históricos (estamos hablando en los entornos de la II gran Guerra) ya no puede ser tan solo biográfico, sino fruto de una revelación consciente de llevar la marca de la alteridad” Una postura que añade consciencia de realidad y aceptación de un cierto destino trágico muy definidor de una personalidad. Parafraseando a Rahel escribió Annah a un amigo: “Tengo una cierta fantasía, como si una criatura extraterrestre, insertada en este mundo como yo, llegara asestándome con una daga estas palabras en el corazón: ten sentimientos, contempla el mundo como solo algunos pocos lo hacen, sé grande y sublime, de un pensamiento eterno tampoco he de eximirte. Pero una cosa: sé una judía” Un testimonio tan revelador de un sentimiento de identidad como de asunción de responsabilidad en un destino que, por tener un sentido de raza, pareciera algo más que humano. Respecto de la situación de María Zambrano, la autora lo valora desde un punto de vista distinto, una diferente razón poética tal vez: “Parece lógico que (ella) otorgue un puesto sobresaliente a aquellas experiencias dolorosas que ponen a prueba la resistencia humana y que, sin embargo, constituyen una fuente de conocimiento sin igual, entroncando con la retórica del saber padeciendo de los héroes esquilianos. A más dolor más cerca se está de las estrellas o, en el caso zambraniano, más cerca de los claros” Un destino de centro, de sabiduría. Y cuando alude a uno de sus trabajos sobre Aristóteles deduce:”… de poco sirven las teorías y los sistemas del filósofo para el levantamiento del alma, lo que urge en un movimiento interior, en sintonía con el lema órfico ‘conócete a ti mismo’ y con el cruce del desierto y de la noche oscura –un viaje del alma- del discurso místico” Y cita unas palabras de Zambrano: “Hay que pasar por todo; hay que pasar por los infiernos de la vida para llegar a escuchar los números de la propia alma”. Aquí la noche oscura acaso equivalga al viaje interior y el de siempre, el de la culminación, que es el viaje del alma, el viaje a uno mismo y al tiempo el viaje como destino. Un referente válido desde el punto de vista humano desde el que se considere. Luego, en su ‘Notas de un método’ la msima Zambrano ha de reconocer ‘la importancia que el papel de la experiencia desempeña en su propio camino filosófico, así como el valor inestimable del valor de los obstáculos que se suceden en él’ Creo que vale la pena (didáctica) de reproducir un fragmento: “La experiencia -¿como una forma de alejamiento?- precede a todo método. Se podría decir que la experiencia es a priori y el método a posteriori (…) Más ha sido indispensable una cierta aventura y hasta una cierta perdición en la experiencia, un cierto andar perdido el sujeto, en quien se va formando. Un andar perdido que será luego libertad”. Y éste acaso sea un punto de llegada, de gozo y dolor, a donde el destino lleva a aquellos que han arriesgado en el acto de vivir, en la conducta del que ha hecho caso de la curiosidad y la libertad una de las rutas más humanas, más comprometidas. Largos, sinuosos, duros y extraños son los caminos que nos tiene reservados el vivir, no obstante al final los nobles de alma llegan reconfortados, provistos de la difícil identidad, sin venganza, ahí donde los justicieros o vengativos perderán irremisiblemente su rumbo. Al menos considero que esta enseñanza podemos deducir, como conocimiento, a través de estas dos mujeres sabias y libres, verdaderas, de aquel viaje trágico cual es el del exilio. La autora de este texto imagina un encuentro en un banco del andén (de Portbou), fumando cada una su cigarrillo interminable. Arendt:” No, el principio lo escribirán ellos, los que vienen detrás de nosotras. Es su historia, esta vez les toca a ellos abrir el libro. Y lo harán, acabarán haciéndolo, por amor al mundo”. Zambrano, afirmando: “Por piedad al Otro”. Puedes comprar el libro en:
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