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Carlos Díaz Domínguez
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Carlos Díaz Domínguez (Foto: cortesía del autor)

Entrevista a Carlos Díaz Domínguez: “La delación fue la tónica general durante la Guerra Civil en ambos bandos”

Autor de “Las Violetas de Toulouse”
domingo 05 de septiembre de 2021, 08:00h

Vuelve Carlos Díaz Domínguez a sorprendernos con una novela sobre los exiliados españoles en el sur de Francia. “Las Violetas de Toulouse” cuenta cómo era la vida de aquellos derrotados en la guerra civil en la ciudad del Garona. Se basa en la vida de dos mujeres, de diferente condición y modo de vida, que coinciden en el bar La violette du Sud, donde se daban cita los diferentes militantes del partido comunista y de otras fuerzas republicanas con menor representación.

Las Violetas de Toulouse
Las Violetas de Toulouse

En “Las Violetas del Toulouse”, el autor madrileño maneja con mano diestra tanto el relato histórico como la trama de espionaje, de la es un consumado especialista. Por supuesto, no falta en la novela elementos costumbristas que nos dan a conocer la vida de estas personas exiliadas. También se muestra crítico con ambos bandos destacando la crueldad que se produjo por algunos dirigentes de ambos bandos. Aunque el verdadero malo de la novela es el capitán nacional Bustamante, un siniestro personaje, de los que hubo muchos. Todo desde un punto de vista muy impacial. En la entrevista, Díaz Domínguez nos desvela muchas de sus motivaciones para escribir la novela.

“Las violetas de Toulouse” es su novena novela y creo que la cuarta que autopublica. ¿Por qué prefiere este modo de publicación?

Cierto, es la cuarta que autopublico y no será la última. Con la autopublicación el autor llega a un público más amplio porque allá donde haya un repartidor de Amazon estará tu libro. Además, el lector se beneficia de un precio menor y el autor de un margen mayor (lógico al eliminar intermediarios). Por otra parte, con la autopublicación el autor elige la fecha de lanzamiento y es propietario de los derechos en todo momento.

¿Se controla mejor todo el proceso de producción?

Se controla desde el principio al final. Todo el peso recae sobre el escritor, de ahí que su nivel de exigencia sea máximo. Nadie revisará el manuscrito, por lo que tengo que someterlo a un exhaustivo proceso de control de calidad para que al lector le llegue un producto profesional. De hecho, todas mis novelas autopublicadas llevan incorporado el trabajo de una maquetadora profesional y las portadas son obra de una reconocida artista gráfica.

¿Cómo se las apaña para dar a conocer sus libros?

Por las redes sociales. Facebook y Twitter están en nuestras vidas. De hecho, políticos, deportistas, figuras públicas dan a conocer por ahí sus opiniones, críticas, propuestas… El propio Amazon dispone también de algunas herramientas de promoción para los libros que más ventas alcanzan. Herramientas, por cierto, muy efectivas.

Su última novela ¿qué es más un thriller histórico o una novela de espionaje?

Claramente es más thriller histórico que novela de espionaje, aunque dentro de los personajes secundarios haya algún espía o una de las protagonistas tenga que hacer uso de alguna de las técnicas de espionaje de la época.

El tema de los exiliados republicanos es muy poco conocido en España. ¿Qué es lo que más le atrae para dedicar una novela al respecto?

Es así. El capítulo de nuestra historia que toca la novela es muy poco conocido en la actualidad. ¿Cuánta gente sabe que en 1944 durante 15 días ondeó la bandera republicana en nuestro país? La operación “Reconquista de España” es algo muy desconocido y merece la pena saber qué pasaba al otro lado de nuestras fronteras con aquel colectivo que se resistía a aceptar la derrota en la Guerra Civil.

Las protagonistas principales son mujeres, Catalina y María Eulalia. ¿Por qué se ha decantado por estas protagonistas?

Los que me siguen a lo largo de mi carrera literaria saben que me gusta situar a mujeres en el eje de la trama. Catalina y María Eulalia se vieron involucradas de lleno dentro de la contienda y que tuvieron que afrontar decisiones distintas motivadas por sus circunstancias personales y familiares. Cada una con su pasado, cada una con su presente. Y, ambas, se verán en Toulouse con afanes muy distintos.

Ambas mujeres representan dos mundos diferentes, totalmente antagónicos. ¿Ha querido dar una perspectiva amplía y diferente a los hechos de nuestra guerra civil?

No vamos a decir que las dos representan a “las dos Españas” pero sí que podemos afirmar que se vieron sorprendidas por el conflicto armado y que tuvieron que tomar sus propias decisiones, como tantos otros españoles que odiaban la violencia.

¿Cómo describiría a ambas protagonistas?

A Catalina la conoceremos ayudando a los demás porque ese es su carácter, marcado por la bondad, la colaboración, la entrega al prójimo. María Eulalia es la contradicción personificada, un personaje más complejo (así me lo está transmitiendo también el público) con muchas aristas que iremos conociendo a lo largo de la trama.

“Ambos bandos cristalizaron el odio que les habían inoculado y, a partir de ahí, se desató la locura hasta unos límites inimaginables”

Creo que en la novela se muestra crítico con ambos bandos. En su opinión, ¿cuáles son los principales crímenes que cometieron ambos bandos?

Algo que me está llenando de especial orgullo es que el mercado destaca de forma unánime la imparcialidad del relato sin que el autor se desencante por uno u otro bando. Ambos bandos cristalizaron el odio que les habían inoculado y, a partir de ahí, se desató la locura hasta unos límites inimaginables. Los dos. Todos.

El principal malvado de la novela es el ex militar Nicolás Bustamante. ¿Una buena novela ha de tener siempre un personaje infame como protagonista?

La maldad existe, y el egoísmo, y la perversidad porque forma parte de la condición humana. Cada tanto surge alguien como Nicolás Bustamante que no escatimará medios para conseguir sus fines. Bustamante es ficción pero la España de la posguerra se llenó de “bustamantes” que camparon a sus anchas con el beneplácito del Régimen. La relación que mantienen Bustamante y María Eulalia es de lo que más orgulloso estoy de cómo quedó en el libro, así como del desenlace.

¿Hubo muchas delaciones después de la guerra civil por parte del bando ganador?

La delación fue la tónica pero no solo a partir del 39 hacia el bando ganador sino desde el mismo 19 de julio del 36, en ambos bandos. En la zona Republicana, como en la Nacional, se denunciaba a la gente por nada, por envidias, por odios ancestrales familiares, por haberse prestado dinero, por santiguarse, por no santiguarse, por tener una Cruz en tu casa, por no tenerla… Conozco algún caso verdaderamente escalofriante.

¿Cómo era la vida de aquellos exiliados en el sur de Francia? ¿Mantenían las costumbres de su tierra?

Los españoles vivían pensando en España, con sus costumbres, su lengua y anhelando la vuelta a su país, un país del que les habían echado por la fuerza de las armas. Depositaron todas las esperanzas de regreso en la evolución de la Segunda Guerra Mundial: “Si ganaban los aliados, Franco desaparecerá”, pensaban. Ya sabemos qué sucedió.

¿En “La violette du Sud” se refleja la vida de estos exiliados?

Eso he procurado, que el bistró donde se reúne una parte de la parroquia en el exilio, llamado “La Violette du Sud”, fuera una transposición de una parte de España. En ese bistró ficticio (había muchos iguales que eran bien reales) así como en la plaza Wilson, en las orillas del Garona, en la Bolsa del Trabajo, en el hospital de Varsovia… se vivía España, se hablaba continuamente de política y de esperanzas. Para documentarme de cara a la escritura de la novela viajé a la ciudad y tuve la oportunidad de conocer a hijos de exiliados en la Casa de España. Fue algo especialmente emotivo.

¿Cómo se portaron con ellos las autoridades francesas?

En líneas generales, mal, o muy mal. Los franceses usaron a los españoles para expulsar a los nazis de su país (recordemos que de los primeros contingentes que liberaron París la mayoría eran españoles) pero no ayudaron jamás en el restablecimiento de la democracia en España. De Gaulle no quería saber nada de los comunistas y en ningún momento prestó ayuda ni logística ni menos militar a los exiliados republicanos en 1944.

¿Se puede decir que Toulouse era la capital del espionaje republicano?

Con absoluta rotundidad. Toulouse era la capital de la España en el exilio. No hubo en ningún momento otra ciudad que arrebatara ese puesto a la capital del Garona. Todas las maniobras, tanto militares como políticas o logísticas se idearon y ejecutaron en Toulouse.

¿Cómo funcionaban los servicios de información republicanos en la zona?

Con mucha colaboración de franceses anónimos. El partido comunista siempre ha sido muy activo en zonas rurales y especialista en ramificarse dentro de casi todos los ambientes de la sociedad.

El gran líder comunista era Jesús Monzón, un personaje real con una vida fascinante y muy desconocido

¿Quién los dirigía?

El gran líder comunista era Jesús Monzón, un personaje real con una vida fascinante y muy desconocida. Yo lo “descubrí” al comenzar a documentar y hallé a un navarro fuera de serie. Debió ser una persona con un carisma único. De ahí que el propio PCE pusiera precio a su cabeza.

¿Pecó de ingenuidad el PCE al preparar la operación Reconquista de España?

Es muy fácil opinar tantas décadas después, pero sí, claro que pecó de ingenuidad. Debían saber que si durante la Guerra Civil ni Francia, ni Inglaterra, ni EEUU ayudaron a la República, también tenían que haber previsto que no lo iban a hacer en 1944. Fue un ejercicio de extrapolación que Jesús Monzón no practicó.

¿Cuál fue el comportamiento de los aliados con los republicanos españoles?

El resto de aliados se portó igual que los franceses, es decir, se olvidaron de la causa republicana. En 1945 Franco concedió una gran amnistía política en nuestro país, los juicios y ejecuciones ya eran muy escasos y los aliados no vieron en Franco el problema que sí vieron con Hitler a finales de los años 30. En Europa había estallado la paz y todos apostaron por ella. Y el espíritu del 14 de abril de 1931 se relegó al olvido por parte de los aliados.

En la novela utiliza hechos históricos, pero otros no lo son tanto. ¿Podría decirnos en que pasajes ha utilizado más la imaginación?

La mayor parte de los hechos que se narran son fruto de la imaginación, aunque todos están enclavados en un marco real. Es real parte de lo que pasó en la Iglesia de San Andrés, en el Hospital de Jornaleros de Maudes, en el Palacio de los Gosalvez, en Garrucha, en Port Bou, en el Hospital de Toulouse…

¿Qué aprenderá el lector con su libro?

Conocerá algo más de nuestra historia reciente, comprenderá mejor nuestro presente y le servirá de entretenimiento, porque “Las violetas de Toulouse” es una novela y, muy por encima de otros atributos, una novela debe ser sinónimo de entretenimiento.

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