Debe ser una responsabilidad muy grande llevar el nombre de una famosa canción de Paul McCartney y todo porque a su padre le gustaba mucho esa canción. “Tuvo muy mal ojo. A mi hermano le puso Marcel porque le encantaba Proust y a mi Michelle por los Beatles. Él salió músico y yo escritora”, me confiesa con ese acento venezolano que embriaga a los canarios y a todos los que visitan su país. Yo también tuve mal ojo al no fijarme en su libro “Malasangre” cuando se publicó, se ve que ya me voy haciendo demasiado viejo y debo emprender la retirada. Los de la Semana Negra estuvieron mucho más finos que yo. Y gracias a seleccionar la novela como finalista, me dieron la oportunidad de degustarla junto a las aguas del Cantábrico mientras el aire no paraba de rolar en torno a mí. “Malasangre” es una novela donde se concitan varios géneros literarios, por un lado es una novela fantástica –de ahí la nominación al premio Celsius-, por otro una novela histórica y una novela de dictador, bueno de dictadora. Quizá predomine más ese género fantástico gracias a los vampiros que circulan por el libro. “Vampiros los hay en todas partes y en todas las épocas”, dice nada más comenzar nuestra charla Michelle Roche Rodríguez y añade “yo no trabajo el género fantástico al uso y tampoco considero la literatura de género. Hoy en día, todo se mezcla”. En cierto sentido es una novela de formación, la protagonista “es una chica que se rebela contra sus padres. Su proceso de maduración se realiza a la sombra de sus padres, pero en un momento dado se da cuenta de que sus padres no son los seres maravillosos que le parecían a comienzos de su adolescencia. Es en ese momento cuando empieza a madurar como mujer”, señala Michelle Roche. “La idea de escribir el libro surgió hace unos 15 años”, confiesa la autora venezolana, pero ha tardado bastante tiempo en darle forma. “Tuve que investigar bastante sobre el vampirismo y todo lo que le rodea, incluido la licantropía. La familia de la protagonista, Diana, no deja de ser un microcosmos de Venezuela. En aquellos años veinte del siglo pasado, Venezuela era un país muy patriarcal y machista. Se podía sacar a las niñas con 14 años de la escuela para casarlas. El futuro de la mujer no iba más allá del matrimonio”, cuenta esta singular periodista y escritora. En aquellos años el presidente de Venezuela era Juan Vicente Gómez, que había llegado al poder tras un golpe de estado a su compadre Cipriano Castro, que llegó a presidente tras una guerra civil y su consabido golpe. “En aquellos tiempos, mi país era completamente rural y sobrevivía gracias a la producción de cacao. Y, de repente, apareció el petróleo en nuestro suelo. Se pasó de ir las personas sin zapatos a la modernidad más absoluta”, afirma con rotundidad. “La corrupción que se daba en los años 20 es una metáfora de lo que ocurre en la revolución chavista”El gobierno se aseguró los beneficios de ese negocio. “El Estado era el dueño del subsuelo y los terrenos se los cedieron a los amigos del régimen. Así ambos eran los propietarios del petróleo y se repartían las ganancias”, dice Michelle Roche. Esa corrupción del Estado ha llegado hasta nuestros días. Es una metáfora de lo que ocurre en la actualidad con la revolución chavista, ahora de Maduro”, desgrana con parsimonia. “Diana es una persona que sufre de hematofagia, el gusto por la sangre. El vampirismo es también otra metáfora de lo que sucede en mi país”, apunta. Siguen chupando la sangre del pueblo. Michelle ha escogido esta alegoría para tocar el presente de manera fiel. “La culpa de la situación que estamos viviendo en mi país es del gobierno, pero también de la oposición. Ambos son inmaduros, incluido el presidente”, comenta con ironía la autora caraqueña.
En su literatura no hay ni buenos ni malos. “Lo que hay en el país es un sistema de enchufados que chupan la sangre a toda la población. Por eso, el objetivo de Diana es la libertad. Ser libre. No la quedaba otra opción. O se casaba o al convento, y estaba claro que casándose podría encontrar más fácilmente la libertad”, refiere la autora con soltura. También sostiene que la sociedad venezolana está muy influida por la iglesia Católica. “Su madre era una beata, pero pecadora porque disfrutaba del sexo conyugal, tenía siempre un sentimiento de culpa”, detalla. Como hemos apuntado más arriba, la última novela de Michelle Roche Rodríguez tiene un estilo parecido a las conocidas novelas del dictador. “Valle-Inclán nos abrió el camino con Tirano Banderas y su teoría del esperpento. Creo que nos parecemos más de lo que queremos representar”, asevera con rotundidad y agrega “de la misma manera que construimos un idioma, construimos nuestros esquemas mentales". “Malasangre voltea la novela del dictador y lo hace una mujer. No tiene la estructura canónica de este tipo de literatura y huye, por supuesto, de satanizar a las mujeres. Con esos eufemismos construimos el lenguaje literario. Durante siglos se ha pretendido invisibilizar a la mujer. Ya es hora que eso acabe”, concluye la autora venezolano nuestra conversación. Puedes comprar el libro en:
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