Llegas a una edad en la que solo quieres hablar de ti misma. Dar la chapa como esas viejas folclóricas cargadas de joyones. Sara Montiel rodando “Veracruz” con Gary Cooper o Marujita Díaz viviendo las noches locas marbellíes con Espartaco Santoni. No quiero traumatizarte, pero seguro que los chicos, chicas, chiques, confinados en Malta, no tienen ni zorra idea de quiénes estamos hablando.
Es injusto. Las viejas glorias de la farándula también deberían formar parte de la Ley de Memoria Democrática. Si damos la vuelta a la tortilla, la damos con todas las consecuencias. Pero no hay solidaridad intergeneracional de los jóvenes hacia los viejos, ni respeto, ni magnanimidad (cómo mola esta palabra, tío).
Y eso que los viejunos nos hemos reciclado. Yo misma manejo con juvenil destreza mi instagram y mi canal de youtube (begoña ameztoy punto cero) Es inútil. Los post millennials son los putos amos de la pista ostentando puestazos y sueldazos de privilegio ¿Y cómo nos lo agradecen? Con una patada en el culo. Irene Montero, Jone Belarra o Gabriel Rufián, creen que van a ser eternamente jóvenes. Aunque no sean “forever young”, vivirán siempre del cuento, gracias a nuestro estúpido y democrático buenismo progresista. Pero a ver cómo explican a sus adeptos y afiliados lo que el titubeante, indeciso y vacilante ministro Escrivá prepara para su futuro: Ajo y agua. Con lo bien que se vive con el pan y circo, tío.
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