“La novela es un retrato de los efectos de la crisis económica que vivimos en 2008 y que provocó el 15-M”, me dice el escritor en una larga charla que mantuvimos en una de las terrazas más emblemáticas de Madrid y añade con lástima que “el 15-M ha sido enterrado en un chalet de Galapagar, justo en la población donde arranca la acción de Los invertebrados; ¡quién me lo iba a decir, cuando en 2012 escribí ese capítulo, que los hechos históricos que me disponía a relatar serían sepultados, ocho o nueve años después, en esa localidad que escogieron los personajes de la novela para arrancar su relato!” Los invertebrados podrá parecer una novela costumbrista por su fidelidad y precisión en el retrato de Madrid y en el habla de sus personajes, pero esencialmente es una novela picaresca. Todos sus personajes exhiben algo de nuestros pícaros del siglo XVI y XVII, especialmente los políticos, pero no olvidemos que fue en aquellos días cuando estalló el caso Gürtel y, en Madrid también, la Trama Púnica, asuntos que indudablemente inspiran el enredo argumental de Los invertebrados, pero que sobre todo esparcen, como tramas de corrupción que son, el tufo ácido y chocarrero de la picaresca. “Fíjate —me explica Gastón Segura— que ha sido la primera novela a la que he puesto el título antes de comenzarla. Naturalmente, se trataba de una recuperación por el panorama que vivíamos y a la vez un homenaje a La España invertebrada de Ortega y Gasset, publicada ahora hace justo un siglo; otra casualidad, esta del centenario, que ni buscada a propósito”, afirma el escritor que reconoce también las influencias de Camilo José Cela y de Gabriel García Márquez en esta novela. “Hay un homenaje explícito a Cela, pero, sobre todo, su estilo me parecía el más adecuado para relatar la odisea de Moisés Marmelo (protagonista de Los invertebrados), y de él me serví a lo largo de toda la novela. Como también de García Márquez, a quien hay varios guiños descarados, tomé ciertos recursos narrativos durante todo el relato.” Los nombres de los personajes dicen mucho de ellos. “Ah, eso lo aprendí de Cela; el nombre del personaje debe sugerir su figura y su carácter al lector”, apunta Gastón, y a fe que lo consigue. Los nombres que pone a sus personajes no sólo los definen sino que incitan a la sonrisa y al choteo en muchos casos. Y lo más extraordinario es que “todos los personajes que retrato son reales. O los he conocido personalmente o me los han descrito amigos míos como Carlos Tena, Moncho Alpuente, Javier Krahe o Francesco Pistolesi que también aparecen por las páginas de la novela”, nos precisa el autor de Los invertebrados. “Verás, es que casi todo lo que se cuenta es real; solo que Moisés Marmelo, su protagonista, me permitió por medio de su peripecia enlazar todos esos hechos que estaban dispersos por mi memoria”. Otra cuestión clave en la novela es la utilización de la voz narradora. “Es mi propia voz; no lo oculto. Y, en consecuencia, resultaba de lo más natural y pertinente introducir a mis amigos cuando me pareció oportuno o cuando el protagonista los necesitó”. “Cuanto relato debe ser, ante todo, entretenido; y lo hago de la manera que resulte más adecuada y efectiva con la peripecia del protagonista”Su novela es una crítica a unos acontecimientos históricos, pero durante ese ejercicio acaba pareciéndose a una novela picaresca, como he dicho. “Es una novela profundamente burlona donde he procurado que nada escape a una mirada ácida y jocosa; y, sobre cualquier otro asunto, naturalmente, la política. Por eso y no por otra razón es un homenaje al 15-M; aunque claro y para que a nadie le quepa duda, el relato acaba allí, en la Puerta del Sol, entre las tiendas de campaña. La verdad es que Esperanza Aguirre no queda muy bien parada en la novela, a pesar de que revalidó su presidencia…”, explica el autor. Mientras sucede la acción de Los invertebrados transcurría una campaña electoral que llevaría de nuevo a la Sra. Aguirre a la presidencia de la comunidad autónoma, contra todos los escándalos de corrupción que estaban sacudiendo a su partido y que inspiran esta novela. Toda una extraña paradoja política y que sin embargo no desentona —es más, se entiende mejor— al leer Los invertebrados. Para Gastón Segura, “la corrupción política que llevamos sufriendo estos años es una manifestación de la doblez de nuestra sociedad; quizá sea algo muy español y que provenga de los tiempos de Carlos I, y de cuando la novela picaresca, o quizá sea muy anterior, porque ahí tenemos El Satiricón, que es sin duda una novela de pícaros… Aunque lo más curioso y hasta sorprendente, en mi opinión, es que el español, como lengua narrativa, alcanza todo su vigor y expresividad cuando roza o enraíza con lo picaresco. El español peninsular, digo; porque en América, tras Hombres de maíz de Miguel Ángel Asturias, descubrimos formas expresivas de nuestra lengua para novelar tanto o más valiosas, pero absolutamente genuinas de allá y de muy difícil uso por los escritores de aquí”. Gastón Segura es un digno continuador de esa castiza y casi implacable forma de relatar que es la picaresca. “Para mí, la novela es diversión; cuanto relato debe ser, ante todo, entretenido; y lo hago de la manera que resulte más adecuada y efectiva con la peripecia del protagonista, que es quien me dicta la novela página a página. Y en este caso, Moisés Marmelo, por su circunstancia y afanes, me exigía que su relato tuviese un tono sarcástico, casi cruel en su humorismo; es decir, me exigía una novela heredera de la picaresca”. Puedes comprar el libro en:
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