De cuando en cuando aparece una recopilación de haikus que por su humildad, rigurosidad y respeto merece ocupar un lugar destacado en el desarrollo de esta forma breve de poesía japonesa en nuestra lengua, es el caso del libro que nos ocupa. Marga Alcalá publica su primera colección de haikus, Espejo del sol, en una hermosa edición trilingüe, en castellano, valenciano e inglés, y con unas bellísimas ilustraciones de Nuria Garrigós Alcalá. El volumen, cuyo subtítulo nos avanza su contenido, Haikus del parque natural de la Albufera de Valencia, reúne cien haikus y un haibun, composición abierta que combina la prosa y el haiku, y en la que preferentemente se plasma un itinerario, así comienza la autora el suyo: “Mañana fría entre los arrozales...”. La haijin (poeta de haikus) valenciana estructura sus haikus en cuatro partes simétricas, con veinticinco composiciones en cada una, cuyos epígrafes señalan los diferentes ecosistemas que coexisten en esta maravilla de la naturaleza, única en nuestro país, en los que suceden estos cien instantes eternizados: “Marjal”, “Dehesa”, “Lagunas” y “Playa”. Les precede un prólogo firmado por el también valenciano Enrique Linares Martí, director de la Gaceta trimestral de Haiku Hojas en la acera, publicación imprescindible para los amantes de la estrofa japonesa. Será él quien nos explique el sentido del título, “el espejo del sol” es como los árabes denominaban a la Albufera de Valencia, una laguna separada del mar por una estrecha franja de dunas y picos, rodeada de arrozales, y que es lugar de paso para multitud de aves migratorias. Un hábitat, como veremos, de singular belleza y de una riqueza ecológica cautivadora, que Marga Alcalá consigue trasladar al papel con la precisión y serenidad que caracterizan al haiku verdadero. La autora demuestra poseer un gran conocimiento de la forma y esencia del haiku, en todos transmite un aware, la emoción profunda que provoca un hecho vivido, por ello nos resultan tan veraces, y a ninguno le falta pausa y suceso. Consciente de que el haiku es ese instante captado por al menos uno de nuestros sentidos, esa mínima parte de un todo inmenso, Marga Alcalá emplea la minúscula al comienzo de cada haiku y prescinde del punto al final. Analicemos el primer haiku de cada una de las partes en que se divide el conjunto.
nadie en los campos, abren al sol sus alas los cormoranes
Una imagen realmente sugestiva. En la soledad de los campos estas grandes aves acuáticas despliegan sus alas para captar la energía del astro rey.
sol de noviembre, una mantis cojea hacia las cañas
Otra imagen sugerente. Bajo la luz macilenta del sol de otoño, el insecto más místico hace grandes esfuerzos por mantener el equilibrio mientras se encamina a una cañas cercanas para ponerse a salvo de los peligros que acechan a la intemperie.
la cigüeñela, en su pico, brillantes, tres gotas de agua
Tras beber, la cigüeñela, un ave que se caracteriza por sus largas patas de color rosado, y su pico negro, recto, fino y largo, aún retiene los restos de la ingestión en la leve forma de esas gotas que esplenden al sol.
playa desierta, entre olas picotean los chorlitejos
He aquí una imagen de una belleza hipnótica, recortados contra el horizonte de la playa vacía los chorlitejos picotean entre las olas rumorosas en busca de alimento. Mención aparte merecen los magníficos dibujos que recrean la flora y la fauna de la Albufera y que contribuyen a hacer de este libro una joya para los amantes de este “género”. El volumen se cierra con un glosario de términos propios de este paraje natural que revelan un conocimiento de su historia e idiosincrasia. En conclusión, Marga Alcalá demuestra cuán importante es la mirada, una mirada limpia, sin filtros literarios que empañen su transparencia con ingeniosas ideas que nada tienen que ver con el sentido originario de esta forma milenaria de sentir el espectáculo cotidiano de la naturaleza. Puedes comprar el libro en:
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