Finalizada la Segunda Guerra Mundial, Sira, que ahora se apellidará Bonnard, emprenderá un viaje a Jerusalén junto a su recién estrenado marido, Marcus, espía de la Corona Británica, con la esperanza de lograr por fin un poco de serenidad e incapaz de anticipar los desgarros que la vida le tenía previstos. Corre el año 1945 y a Palestina acuden en masa judíos de toda Europa masacrados por la Guerra en busca de esa Tierra Prometida que están dispuestos a tomar por la fuerza si es preciso, elevando la temperatura de una olla a presión que acabará saltando por los aires en el hotel King David el mismo día en que la protagonista da a luz a su hijo, Víctor. Huyendo del horror aunque dispuesta también a convivir con el espanto para no hundirse, volverá al Londres de las cartillas de racionamiento, donde su suegra, Olivia, gélida y altanera, juega al disimulo para quedarse con lo que corresponde a la antaño inocente costurera. La siguiente parada de este periplo, de esta huida hacia adelante en la que se convierte su existencia, le llevará adoptar como tapadera el papel de una periodista que tendrá que cubrir la visita por la geografía nacional de Eva Perón, la embajadora de los barcos cargados de carne y trigo en un país hambriento que se convierte en una especie de colorido espectáculo andante, con sus sombrerazos, sus peinados excesivos y sus despampanantes pieles al borde del verano. Por último, Sira acabará en la Tánger internacional e impune de las mansiones y las grandes fiestas, refugio de los millonarios despreocupados y ajenos al espanto, como Barbara Hutton.
Cuando en el 2009 María Dueñas publicó en Planeta El tiempo entre costuras, probablemente no esperaba que el que inmediatamente se convirtió en un auténtico fenómeno editorial le llevaría a abandonar su plaza como profesora de Filología Inglesa en la Universidad de Murcia para dedicarse en exclusiva a la literatura en una carrera literaria fulgurante, que millones de personas le leerían en todo el Mundo o que sus libros serían traducidos a 35 idiomas e inspirarían series de televisión. Concienzuda en su labor de investigación, tal vez por deformación profesional, sus historias, que no tienen nada que envidiar a las novelas clásicas de aventuras, desvelan un conocimiento enciclopédico de los lugares y etapas históricas por los que transcurren sus personajes y hacen las delicias de hombres y mujeres de todas las edades y condiciones sociales.
Dueñas ha tardado doce años en recuperar a su primera protagonista, la costurera Sira Quiroga, y ambas han ganado en experiencias vitales, haciéndolas aún más atractivas. Tan solo espero que esa vuelta de Sira a su añorado Tánger con un brillo nuevo en la mirada no suponga un cerrar el círculo y que sus lectores no tengamos que esperar otra docena de años para volver a reencontrarnos con ella en las librerías. Está claro que quien dijo que segunda partes nunca son buenas era porque no se había leído "Sira".
Puedes comprar el libro en: