Huso Editorial publica la primera novela de una editora que ha decidido dar el salto a la escritura. En esta reseña la ensayista y magistrada ofrece su lectura de una obra cargada de emociones. La literatura tiene un punto de conexión importante con el dolor, pero también con la fantasía, la creatividad y el sentimiento. Y es porque la literatura nos universaliza, porque a través de ella el interés en conocer todo lo que resulte imaginable o posible. Por eso quizás escribe Aranzazu Sumalla “Mientras mi mirada te busque”, por una exigencia explicativa. No tendría que ser casualidad que se doctorase en la novela de formación. Para analizar en la novela contemporánea cuales serán las características comunes de diez autoras del siglo XX en España, tuvo que arbitrar unos criterios que en los estudios universitarios exigen cierta taxatividad. Lo que ella diría los elementos propios del género, es decir la temática y el carácter autobiográfico que se encuentran en Barrio de Maravillas, Entre visillos, Primera memoria o la Casa Gris. Las obras primerizas refieren siempre intereses propios, una especie de identidad buscada en una escritura que no se sabe si remedia más al lector o a la lectora que a la escritora, porque es la indagación del interior de cada una de ellas, que se cuestiona más a si misma que a su protagonista. El vuelo que muestra Rosa Chacel, posiblemente la mejor escritora española del siglo XX, de honda reflexión interior en La Sinrazón de 1960, o en las Alcancías, sobre todo en la segunda donde muestra la verdad total del exilio en su lucha diaria por sobrevivir. Su obra es necesariamente filosófica por su extrema intelectualidad, no hay mejor manera de escribir sobre la vida ni de mostrar la estructura del pensamiento que lleva al escepticismo, que lo que nos cuenta Rosa Chacel a propósito de si misma o del personaje de La Sinrazón. Prologada por J. Marías, en esta novela la Chacel puede lucir su mérito como filósofa, porque el personaje de la protagonista supera la naturaleza del carácter policíaco de la obra al presentar a una autora orteguiana, muy cerca de la filosofía del discípulo de Ortega que se presta a realzar con su prólogo la obra. Pero Rosa Chacel en su primera obra indagó sobre sí misma, como nos muestra ahora Aranzazu Sumalla, entretejiendo una historia que es suya pero también de las escritoras que estudió en su tesis doctoral, y cuyo conocimiento aprovecha aquí para encontrarse a sí misma. “Ha llegado el momento de contar la verdad”, nos dice y se adentra en dos historias paralelas que se alternan, pero se refieren a lo que universaliza a todas las mujeres: poder llegar a ser nosotras mismas. Así que no se trata de quienes seamos, si Aranzazu o Zita Jungman porque en la aristocracia y la alta burguesía londinense o en la España de los trabajos precarios el destino de las mujeres nos es común: es el reinventarnos para ser nosotras mismas en la amenaza constante del anonimato. La autobiografía que creo que nos propone la autora es extraordinariamente novedosa en su presentación, en su estructura y el estilo seminovelado que atribuye a las dos mujeres que se cruzan con ella en un salto temporal solo ficcionalmente posible, pero que se presta a su utilización para evidenciar el verdadero interés que Aranzazu tiene en mostrarnos la identificación de todas nuestras biografías: desde Frida Kahlo a Milena Claudel, desde Emilia Pardo Bazán a la misma autora, todas somos la misma mujer. Sería muy importante la publicación de estas conclusiones de su tesis doctoral que he intentado localizar y no parece publicada. La creatividad que muestra A. Sumalla en esta obra tiene que ser muy productiva cuando escriba sobre ensayo. Puedes comprar el libro en:
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